jueves, 29 de junio de 2017

Panorama de la estructura agraria en América latina - Parte I

Nota del Periódico El Pueblo: Traducimos de AND (Brasil) la primera parte de la serie de artículos correspondientes a la estructura agraria de América Latina, la que estará dividida en 5 partes y serán publicadas todos los jueves. Estos tienen la intención de ofrecer a los lectores una visión integral de la cuestión agraria campesina en los países que componen América Latina. El autor es Vinicius Alves.

El presente artículo tiene por objetivo hacer un breve panorama de la estructura agraria de América Latina y sus principales consecuencias para sus pueblos, con el fin de posibilitar una mejor comprensión de la cuestión agrario-campesina, cuestión central y principal en todos esos países, en los cuales se desenvuelve un capitalismo de tipo burocrático, asentando sobre bases semicoloniales y semifeudales.
Para ello se utilizaron los datos estadísticos elaborados por Oxfam, que en noviembre de 2016 lanzó un estudio titulado “Desterrados: tierra, poder y desigualdad en América Latina”. El estudio hace un análisis de la distribución de la tierra de quince países de América Latina y de la relación entre la distribución de la tierra y las desigualdades sociales, económicas y políticas existentes en la región.
El artículo será dividido en 5 partes, a saber:
Parte 1: abordará el papel del modelo agroexportador.
Parte 2: La distribución de la tierra en la región.
Parte 3: La relación entre la propiedad de la tierra y el poder político-económico.
Parte 4: Abordará las políticas de “reforma agraria” y demarcación de territorios indígenas.
Parte 5: El recrudecimiento de la violencia en las luchas por la tierra y territorio practicadas por las clases dominantes reaccionarias y la resistencia de los pueblos del campo, destacando las masas campesinas.

Las venas continúan abiertas

Las venas de América Latina continúan abiertas. El modelo agroexportador, “herencia” maldita del período colonial y cáncer actual, manifestación de la semicolonialidad, sigue siendo el principal “motor” de la economía en esta región. Tal permanencia es resultado de un proceso de “independencia” meramente formal, teniendo en vista la ausencia de revoluciones democráticas de viejo tipo victoriosas.
El proceso de formación inconcluso de los Estados nacionales latinoamericanos mantuvo un sistema de acumulación asentado en el latifundio, con la explotación de la fuerza de trabajo y con la apropiación de la riqueza por una oligarquía, que en general, manifestó y manifiesta poco aprecio por la nación y por el pueblo.
Los consecutivos gerenciamientos de turno que se han alternado en la administración de los viejos Estados latinoamericanos han mantenido el modelo agroexportador como base de sus economías, incluso aquellos que se autodenominan de “izquierda”. Ver los casos de Lula (2003-2010) en Brasil, Evo Morales (2006-) en Bolivia, Michelle Bachelet (2014-) en Chile, Rafael Correa (2007-2017) en Ecuador y Hugo Chávez (1999-2013) en Venezuela.
Este modelo se basa en la extracción y explotación de los recursos naturales para la obtención de grandes volúmenes de materias primas, en general, con un mínimo de procesamiento y de bajo valor agregado, dirigidas principalmente a los países imperialistas. Sin embargo, la oscilación de los precios de las materias primas en el mercado mundial hace a los países de la región dependientes y sus economías inestables.
De acuerdo a Oxfam, en América Latina el modelo agroexportador en la agricultura se caracteriza por la plantación monocultora de caña de azúcar, palma de aceite y soja. En la ganadería predomina la cría de ganado bovino. En la silvicultura, el monocultivo del eucalipto.
En el 2014, las materias primas dominaban la pauta de exportaciones de la mayoría de los países de la región. En el caso de Chile y Ecuador, las materias primas representaban más del 80% de las exportaciones. En Panamá, Colombia, Bolivia, Paraguay y Uruguay las materias primas representaban entre el 70 y el 79% de las exportaciones. En Venezuela, casi el 70%. En el Perú casi el 60%. En Argentina, Brasil y Nicaragua entre el 40 y el 50% de las exportaciones. Los menores valores ocurrieron en El Salvador, República Dominicana y México, en los que las materias primas eran menos del 20% de las exportaciones.

Porcentaje de participación de las materias primas en el valor de las exportaciones de una selección de 15 países de América Latina – 2014
La explotación de los recursos naturales en América Latina ha sido cada vez más financiada con capitales internacionales. Entre 1998 y 2007, las Inversiones Extranjeras directas (IED) en los sectores extractivos crecieron a un ritmo del 26% al año y de forma especialmente acelerada en países como Perú, en el que se han descubierto recientemente nuevos depósitos de hidrocarburos y minerales. “A fin de atraer esa inversión, los países aceptan ceder el control de sus recursos estratégicos y firmar acuerdos internacionales […] y de inversión diseñados para blindar los intereses de las corporaciones, llevando a la pérdida de la soberanía nacional y la desprotección de los derechos de las personas”, subraya el estudio de Oxfam. En ese sentido, el modelo agroexportador socava la soberanía de la nación, contribuyendo a su subyugación por el imperialismo.
El énfasis en un modelo agroexportador afecta el acceso y el control de la tierra. La expansión de este modelo implica la invasión, expropiación y/o degradación de las tierras de comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes, además de áreas naturales.
La expansión de las plantaciones agrícolas y forestales, de la ganadería, de las extracciones minerales y petroleras, contribuyen también a la disminución de la cantidad de tierras destinadas hacia la producción de alimentos para el mercado interno y consecuentemente, para el abastecimiento de la población.
Por ejemplo, en Brasil, durante el 2014, los monocultivos de la caña de azúcar y la soya ocupaban el 50,1% de la superficie total cultivada del país. Mientras, el arroz y los porotos ocupaban menos de 10 millones de hectáreas, la soya abarcaba un área de 30 millones y el maíz 15 millones de hectáreas. La soya y el maíz se utilizan principalmente para la engorda animal.
En Colombia, también en 2014, 7,1 millones de hectáreas -de una superficie agrícola de 8,5 millones- se ocupaban con los monocultivos de café, caña de azúcar y palma de aceite para la exportación, resultado: Colombia tuvo que importar arroz y porotos para abastecer a su población, lo que encareció el precio de estos alimentos.
En el Perú, en 2013, la explotación minera cubría un área equivalente al 21% del territorio nacional (27 millones de hectáreas).

Superficie agrícola en países seleccionados – 2014
Al considerar la cantidad de tierras controladas por el modelo agroexportador, su volumen de exportación, las inversiones estatales y privadas recibidas y los subsidios ofrecidos por los viejos Estados, se constata que este modelo, de manera general, poco contribuye a los sistemas tributarios, generando una baja contribución fiscal, lo que mina el poder de inversión de los viejos Estados de la región.
Además, en la región, la expansión del modelo agroexportador fue acompañada por el desmantelamiento de los pocos servicios estatales de crédito, seguros, asistencia tecnológica y comercial dirigidos a la agricultura campesina.
Es la lógica del capitalismo, la producción es socializada, pero la apropiación del fruto del trabajo es individualizada, pues la propiedad privada está concentrada (monopolizada) en manos de una pequeña proporción de la población. Así, la riqueza generada por el modelo agroexportador es desigualmente distribuida, así como también sus efectos destructivos. Para las clases dominantes es el bono, mientras que para el pueblo la carga.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario