Meses antes de la Revolución de Octubre, el poder burgués
imperialista ruso trató de impedir todo intento de una actuación estatal
independiente por parte de los pueblos y naciones sometidos por el
zarismo y de las fuerzas nacionalistas burguesas mismas.
Sin embargo, fracasó en sus intentos de establecer estados propios pues,
desde abajo, las masas trabajadoras urbanas y rurales estaban en auge y
amenazaban con desbordarlos. Desde arriba, el régimen ruso era
intransigente en su negativa a conceder la independencia nacional a esos
pueblos y naciones.
En 1921, sobre 140 millones de habitantes de la República Soviética Rusa
y las otras repúblicas socialistas a ella vinculadas, había cerca de 65
millones que no eran rusos. Entre otras nacionalidades, estaban los
ucranios, bielorrusos, kirguises, uzbekos, turkmenios, tadzhikos,
azerbaidzhanos, tártaros del Volga y de Crimea. Unos 35 millones de
personas vivían en lugares en los que era incipiente el desarrollo
industrial: Ucrania, Bielorrusia, Armenia y Bakú. Los otros 30 millones
de personas habitaban en regiones que no habían pasado por el desarrollo
capitalista. Carecían casi por completo de un proletariado industrial
autóctono.
La Revolución de Octubre fue una “combinación de la insurrección
proletaria con la guerra campesina y la guerra nacional de los pueblos
oprimidos por el zarismo”, como bien dijo Stalin, en 1923: “Si
el proletariado ruso no hubiese contado con la simpatía y el apoyo de
los pueblos oprimidos del antiguo imperio de Rusia, la Revolución no
hubiera triunfado y Kolchak y Denikin no hubieran sido derrocados. Pero
para ganarse la simpatía y el apoyo de estos pueblos, el proletariado
tuvo ante todo que romper las cadenas del imperialismo ruso y liberarlos
de la opresión nacional. Sin esto hubiera sido imposible consolidar el
poder soviético.”
Una semana después de su triunfo, la Revolución emitió la Declaración de Derechos de los Pueblos de Rusia, la cual aseguraba la autodeterminación y su derecho a separarse.
A fines de 1917, se celebró el Primer Congreso de los Soviets de
Ucrania, que proclamó a su país república soviética y la alianza con la
Rusia soviética. Esta proclama iba en clara oposición a la Rada Central,
que era un gobierno burgués establecido en abril del 1917, y que
después de la Revolución de Octubre, se autodeclaró organismo supremo de
la República Popular de Ucrania. Los imperialistas franceses trataron
de usar la Rada como plataforma contra el Poder soviético. Además, la
Rada ayudó a los generales blancos del Don y del Kuban y desarmó a los
regimientos soviéticos y a la Guardia Roja.
El poder proletario dirigió un llamamiento directo al pueblo ucranio. En
diciembre de 1917 y enero de 1918 se produjeron insurrecciones armadas
revolucionarias para derrocar a la Rada y establecer la República
Soviética proclamada en diciembre.
El caso de Ucrania es ilustrativo de lo sucedido en otras naciones que
luego conformaron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
firma:
Carlos Echagüe, Autor de Revolución, restauración y crisis en la Unión Soviética. Editorial Ágora. 3 tomos
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