domingo, 19 de marzo de 2017

Tesis sobre la situación internacional y las tareas del Movimiento Comunista Internacional

¡Proletarios de todos los países, uníos!


Declaración Conjunta de Partidos y Organizaciones Maoistas:
 
Sobre la Situación Internacional y las Tareas en el MCI
 V Encuentro de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninista-Maoístas de América Latina
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El imperialismo no vivirá mucho porque perpetra toda clase de infamias. Sostiene con obstinación a los reaccionarios de los distintos países, hostiles a los pueblos. Ocupa por la fuerza muchas colonias, semicolonias y bases militares. Amenaza la paz con una guerra atómica. De esta manera, forzada por el imperialismo, más del 90 por ciento de la población mundial se está alzando o se alzará en masa a la lucha contra él. Pero el imperialismo aún está vivo; todavía hace y deshace en Asia, África y América Latina. En el mundo occidental, los imperialistas siguen oprimiendo a las masas populares de sus propios países. Esta situación ha de cambiar. Es tarea de los pueblos del mundo entero poner término a la agresión y opresión que realiza el imperialismo, principalmente el imperialismo norteamericano.
Presidente Mao Tsetung. Entrevista con un corresponsal
de la Agencia de Noticias Sinjua (29 de septiembre de 1958)

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Desde los inicios de la época del imperialismo, las distintas potencias y superpotencias imperialistas vienen intensificado su explotación y opresión sobre el proletariado en sus propios países y vienen saqueando y sometiendo al proletariado, al campesinado y al conjunto de las masas populares en las colonias y semicolonias, todo con el propósito de asegurar el saqueo de las materias primas, asegurar mercados para sus capitales y mercancías y el lucro máximo. Este saqueo y explotación ha causado dos guerras mundiales e indecibles miserias y penalidades al proletariado y los pueblos del mundo, atizando la lucha de clases hasta niveles magníficos que desembocaron en las más gloriosas experiencias revolucionarias en la historia de la humanidad, la conquista del Poder para el proletariado (dictadura del proletariado) y el inicio de la construcción socialista, en curso a la abolición de las clases y de toda forma de explotación, el dorado comunismo.
Con el surgimiento del imperialismo, el mundo quedó dividido entre un puñado de naciones opresoras y un inmenso número de naciones oprimidas, madurando las condiciones para la revolución mundial. Con el triunfo de la Revolución de Octubre se abrió la era de la revolución proletaria mundial, que es la tendencia histórica y política principal. La lucha entre revolución y contrarrevolución en la era del imperialismo y la revolución proletaria mundial nos ha legado las más importantes experiencias de la lucha de clases-los triunfos de las grandes revoluciones en Rusia y China, el impulso a las luchas de liberación nacional y la Gran Revolución Cultural Proletaria-, y con la guerra popular en Perú se inició la ofensiva estratégica de la revolución proletaria mundial. De esta forma la ideología científica del proletariado, única ideología científica, se desarrolló hasta una nueva, tercera y superior etapa: el maoísmo.
Sostenidos en los aportes del pensamiento gonzalo, resultado de la aplicación del maoísmo a la revolución en el Perú, nos reafirmamos en que ser comunista hoy es ser marxista-leninista-maoísta, principalmente maoísta, y que es tarea de los comunistas enarbolar, defender y aplicar el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente aplicarlo, para imponer el maoísmo como mando y guía de la revolución proletaria mundial, y que pase a comandar cada vez más la nueva gran ola de la revolución proletaria mundial.
El Presidente Mao nos indicó una y otra vez que, como comunistas, tenemos el deber de utilizar la concepción marxista, el punto de vista marxista y el método marxista para estudiar el mundo objetivo, con el único propósito de transformarlo. Y que al estudiar la realidad objetiva debemos esforzarnos por asir la contradicción principal en cada momento, que debemos centrarnos principalmente en torno a la lucha de clases y la lucha de dos líneas, para lo cual debemos analizar las relaciones de clases fundamentales y la correlación de fuerzas de clase.
Nos reafirmamos en que únicamente sostenidos en el marxismo-leninismo-maoísmo y los aportes de validez universal del pensamiento Gonzalo podremos orientarnos en la comprensión del desenvolvimiento de las contradicciones fundamentales, asir la contradicción principal del mundo actual para definir correctamente la política y las tareas que se desprenden de la situación objetiva, cuidándonos del subjetivismo, la superficialidad y la unilateralidad, y distinguiendo las contradicciones entre nosotros y el enemigo de las contradicciones en el seno del pueblo.
Las contradicciones fundamentales del mundo actual
Primera contradicción: entre naciones oprimidas, por una parte, y superpotencias y potencias imperialistas, por otra.
Esta es la contradicción principal en el mundo actual. Existe, por una parte, un gran número de naciones oprimidas, que son países coloniales o semicoloniales, sometidos económica, política y culturalmente al imperialismo, aunque estos últimos cuenten con una soberanía o independencia formal; por otra parte, está un puñado de potencias imperialistas, ya sean éstas superpotencias o potencias, en cualquier caso naciones opresoras.
En el campo de las potencias imperialistas, el imperialismo yanqui es la superpotencia hegemónica única, Rusia es aún superpotencia atómica y existe un puñado de potencias imperialistas de segundo orden.
Al imperialismo yanqui, más que a los otros imperialistas, su propia condición hegemónica lo hunde más. Por su propia naturaleza imperialista, y para mantener su hegemonía, está obligado a llevar varias guerras al mismo tiempo, además de mantener presencia militar en todos los continentes. Esto le genera un costo económico inmenso, que incluye el sostenimiento de su maquinaria militar y de espionaje, costos por los créditos de guerras ya hechas y las actuales, asistencia a los veteranos, sin contar el costo social que le ocasionan en su propio suelo el desprecio a la vida y la dignidad de las masas, el genocidio que aplican para sojuzgarlas, con lo cual se granjea el odio de todos los pueblos del mundo.
El imperialismo yanqui es el mayor exportador de capitales a nivel mundial, lo que se expresa en enormes desbalances en su economía. El imperialismo yanqui es un gigante con pies de barro, con una inmensa deuda externa, de los hogares y de las empresas y un gran déficit comercial. Es el más monopolista, más parasitario y que atraviesa mayor descomposición que los demás países imperialistas.
Por su parte, en los países oprimidos se concentra la mayor parte de la población del planeta y la más pobre, sometidos a la opresión del imperialismo, el capitalismo burocrático y la semifeudalidad, viviendo en condiciones que no se condicen con el nivel de desarrollo alcanzado por la humanidad, que sufren la degradación de sus condiciones de vida, del medio natural yson golpeados por sistemáticas guerras de rapiña del imperialismo y sus lacayos locales
En los países oprimidos, sobre una base semifeudal, colonial o semicolonial, se desenvuelve un capitalismo burocrático que genera modalidades políticas e ideológicas correspondientes e impide sistemáticamente el desarrollo nacional, explota al proletariado, al campesinado y a la pequeña burguesía y constriñe a la burguesía media. La crisis mundial seguirá descargándose sobre los países oprimidos mientras mantengan esta condición y seguiremos siendo botín de cada reparto.
Contrariamente a lo que digan los representantes del imperialismo y sus lacayos revisionistas, la llamada “liberalización económica”, la “globalización” la “nueva distribución mundial del trabajo”, etc., todo lo que los imperialistas han impulsado junto con las clases dominantes de estos países, no ha cambiado el carácter de los mismos, sino más bien lo ha preservado y evolucionado. Lo que sostienen los embellecedores del imperialismo -de que la inversión extranjera (imperialista) en sectores donde habría ciertas supuestas “ventajas comparativas” conduciría al progreso y desarrollo- no es más que una mascarada para encubrir el saqueo. El resultado de varias décadas de “apertura a la inversión extranjera” es que no ha habido ningún verdadero desarrollo nacional en los países oprimidos. La promesa de que el aumento de los precios de las materias primas generaría grandes beneficios para los países donde están ubicadas, ha quedado absolutamente desmentida por la realidad. Los hechos prueban que la mayor parte de los beneficios, de las ganancias obtenidas en el período de altos precios delas materias primas, fueron a parar a las llamadas “multinacionales”, es decir, a los países imperialistas.
Por medio de su llamada “inversión extranjera” se produce la exportación de capitales imperialistas, la competencia entre monopolios por el dominio de los mercados y países. Aquella potencia que adquiere ventaja en esta carrera incrementa su posición monopolista, su poder y, con ello, su parasitismo, el vivir del “recorte del cupón”, con lo cual también profundiza su propia podredumbre, su hundimiento.
Lejos de impulsar el desarrollo económico en los países oprimidos, la inversión imperialista genera un desarrollo deformado, una economía estrangulada por el capital financiero, mayor concentración del capital en los grandes monopolios y el sometimiento de toda la producción, las finanzas y el consumo nacional a los intereses de éstos. En estas condiciones el proletariado por medio de su partido comunista, en alianza con el campesinado como fuerza principal, tiene la misión de dirigir a todas las fuerzas revolucionarias en la revolución democrática contra el imperialismo, el capitalismo burocrático y la semifeudalidad.
La política del imperialismo de EE.UU. hacia las semicolonias es el mayor sometimiento y la mayor subyugación nacional o la guerra. El plan de los imperialistas es la partición de los países y nuevo reparto, basado en la fuerza militar y el despliegue en posiciones de combate. Lo que buscan no es paz, sino subyugar a los pueblos a través de la capitulación mediante “acuerdos de paz”, con los que sólo formalizan lo ganado en el campo de batalla.
Sin reconocer el carácter semifeudal de nuestros países y, por tanto, la necesidad de la guerra agraria para resolverlo, se termina negando la necesidad de la revolución democrática en los países oprimidos, la necesidad de desarrollar la guerra popular como guerra unitaria-con campo principal y ciudad complemento necesario- para acabar con el imperialismo, el capitalismo burocrático y la semifeudalidad. Así también, sin reconocer el carácter semicolonial y semifeudal, sobre el cual se desenvuelve un capitalismo burocrático en el así llamado Oriente Medio, no es posible entender el carácter de lucha de liberación nacional de sus pueblos contra las distintas potencias imperialistas, su carácter de guerra de resistencia, de guerra justa, principalmente contra el imperialismo yanqui pero sin descuidar a la superpotencia atómica, Rusia, independientemente de las fuerzas de clase que actualmente dirigen estas luchas armadas ante la falta de dirección comunista.
Segunda contradicción: entre proletariado y burguesía.
La inmensa riqueza producida socialmente crece sin cesar, pero esta riqueza es apropiada de forma privada por un puñado de imperialistas y por los grandes burgueses y terratenientes en los países del tercer mundo. El resultado de todo esto son crisis más agudas y con ciclos más cortos dentro de la crisis general y última del imperialismo, que empujan a los estados imperialistas a enredarse en guerras de rapiña por el nuevo reparto del mundo. Todo esto atiza la contradicción entre proletariado y burguesía en las propias naciones imperialistas.
Por una parte, la crisis económica sostenida desde 2008 -que se inició como crisis financiera en EE.UU.- ha sido descargada sobre las masas, golpeado también al proletariado de los países imperialistas, particularmente en Europa, atizando agudas luchas por la defensa de las conquistas obtenidas a lo largo de todo el siglo XX.
Por otra parte, las contradicciones entre burguesía y proletariado se atizan también como resultado de las olas migratorias de miles de refugiados de guerra y pobres en general que, huyendo de la guerra imperialista y de la feroz explotación y opresión de las semicolonias, pasan a engrosar las filas de proletarios en estos países. La ola migratoria y la “tragedia humanitaria” que conlleva son también una necesidad de los monopolios en los propios países imperialistas, que requieren bajar los costos de producción bajando los niveles de salario -por ejemplo, la reacción del imperialismo alemán estima que requiere engrosar la fuerza de trabajo con 500.000 inmigrantes por año- pero al mismo tiempo propalan a través de los medios el peligro del “terrorismo” y promueven la histeria chovinista, alentando el racismo y el nacionalismo. Se promueve la política reaccionaria de dividir a la clase entre trabajadores nativos y trabajadores inmigrantes para conjurar la acción unificada clasista del proletariado, para que éste no se organice como clase única, con intereses únicos e ideología, política y partido comunista. Aquí la contradicción es también entre revolución y contrarrevolución y no entre fascismo y democracia de “izquierda” o de “derecha”. No se trata de tal o cual régimen político o forma de gobierno de la dictadura burguesa, sino de acabar con esta dictadura de la burguesía sobre el proletariado y el pueblo en estos países imperialistas mediante la revolución socialista, que tiene que hacerse mediante guerra popular.
Esta contradicción al interior de las naciones imperialistas se agudiza además-y esto es característico de la actual fase de su descomposición-porque las infamias de todo tipo que cometen los estados imperialistas contra las naciones oprimidas, particularmente el imperialismo de EE.UU., vienen repercutiendo cada vez más al interior de los propios países imperialistas. Los inmisericordes asesinatos en masa mediante bombardeos aéreos, el uso de drones contra la población civil, el estigma de “terrorista” colocado a toda fuerza beligerante que se opone al sometimiento nacional, se han convertido en cosa común como parte de la guerra imperialista. Esto lo hacen en países donde han declarado la guerra y a cuyas fuerzas armadas se les niega tal condición y el derecho a la guerra, pero también lo hacen en países donde llevan a cabo guerra no declarada o secreta como Yemen y Pakistán. Y lo hacen con plena impunidad, porque contra ellos no hay ni jueces ni tribunales internacionales que valgan. Esta guerra imperialista necesariamente tiene que regresar a casa.
Además, en su propio país, el asesinato sistemático y continuo de miembros de las masas más pobres por parte de las fuerzas represivas del Estado yanqui es parte de la guerra contra el proletariado y el pueblo norteamericano, particularmente contra la población negra e inmigrantes del Tercer Mundo. Ante la opresión, las masas se levantan en rebelión y las armas que se les dieron para masacrar a las masas en las naciones oprimidas las están volviendo contra sus propios opresores.
En resumen, lo principal es que el movimiento contra la guerra imperialista irá en aumento, sumado a la rebelión contra la explotación y opresión de la clase y la miseria creciente de las masas. Así está sucediendo en todos los países imperialistas, especialmente en China, Francia, pero también en los Estados Unidos, donde la masa explotada y oprimida del proletariado está conformada por cerca de 50 millones de proletarios procedentes de los países de América Latina. A través de esta masa pobre, el desarrollo de la lucha de clases con guerra popular en América Latina impactará también en el desarrollo de la lucha de clases del proletariado por la conquista del Poder en los Estados Unidos.
Tercera contradicción: entre potencias y superpotencias imperialistas.
Como ya enseñara Lenin, el imperialismo no es uno sólo, sino que hay diferentes países imperialistas. Esto es, potencias y superpotencias imperialistas que se dividen el mundo según sus relaciones de fuerza, económica, política y militar, relación de fuerza que está cambiando a cada momento y que se desenvuelve en colusión y pugna.
Estados Unidos es actualmente la superpotencia hegemónica única. Con la desintegración de la URSS socialimperialista en 1991, el peso económico de la Rusia imperialista quedó reducido a un nivel comparable al de la Italia imperialista, aunque mantiene su carácter de superpotencia atómica. También están las restantes potencias imperialistas como Alemania, Gran Bretaña, Francia, Japón, China, Holanda, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Italia, España, etc., que en total son un puñado de países opresores. Desde la década de 1990 están en un nuevo reparto de los países oprimidos que estuvieron sometidos a la Unión Soviética socialimperialista. Todos los acontecimientos de alguna importancia acaecidos desde ese entonces en el este de Europa, bélicos o no bélicos, enel así llamado Oriente Medio, el Golfo Pérsico y Afganistán se enmarcan en este nuevo reparto.
La antigua pugna entre las dos superpotencias, EE.UU. y la URSS social imperialista se ha transformado. La actual situación mundial está marcada por el plan del imperialismo yanqui de desarrollar a sangre y fuego su guerra de agresión con un objetivo inmediato –Siria– otro a mediano plazo –Irán– y un objetivo estratégico que es arrebatar a Rusia su condición de superpotencia atómica que aún mantiene, para lo cual utiliza alianzas, según convenga, con los otros imperialismos como Alemania, Francia, Inglaterra, etc., a fin de subvertir el orden en las zonas de influencia que tienen gran valor estratégico para Rusia. Por su parte, Rusia pugna por conservar estas zonas, especialmente en Ucrania, Siria e Irán.
El punto más candente está actualmente ubicado en el así llamado Oriente Medio, porque el control de esta zona, particularmente sobre Siria e Irán, tiene gran importancia para el imperialismo yanqui, no sólo porque significa arrebatar las esferas de influencia de Rusia, sino también porque le permitiría asegurar su condición hegemónica al acceder al control estratégico de una de las regiones clave del mundo para el abastecimiento de petróleo a casi todas las demás potencias imperialistas, asegurándole así una ventaja definitiva en la competencia interimperialista. Es precisamente este aspecto el que dificulta que pueda alinear a todas las demás potencias contra Rusia.
Cuando los imperialistas, solos o coaligados, van contra un país oprimido o contra varios de estos países del Tercer Mundo, en ese momento no sólo se expresa la contradicción principal, sino también la tercera contradicción, entre países imperialistas. Y en esto violan cuando quieren sus propios acuerdos, su propio derecho internacional, el principio de no agresión, pues la ley es para que la cumplan los otros. Por ello la paz, la armonía entre los imperialistas son viejas historias vueltas a contar, como la del “superimperialismo”, “ultraimperialismo”, “neoimperialismo”, “neoliberalismo”, “neocolonialismo”, viejas teorías que apuntan contra la revolución democrática y contra las luchas de liberación nacional.
La rebatiña imperialista por llevarse la mayor tajada de la torta es absoluta y la colusión de unos con otros es relativa, esto determina el carácter circunstancial y pasajero de las alianzas imperialistas; no hay “bloques imperialistas”. Las potencias imperialistas de segundo orden bregan por convertirse en nuevas superpotencias y así pugnar por la hegemonía mundial para poder ocupar el lugar que hoy ostenta el imperialismo yanqui e imponer a través de una nueva guerra mundial un nuevo orden y un nuevo reparto. La Unión Europea no es un “imperialismo europeo”, sino que es alianza de los países de Europa Occidental bajo dirección de Alemania para pugnar por el reparto del mundo.
Tampoco hay tal “bloque Rusia-China”, entre éstos también existen disputas. Más aún, la China socialimperialista aún no tiene un lugar muy importante en el nuevo reparto, debido a que tiene baja capacidad ofensiva en relación con las demás potencias imperialistas. Con China aún aplica la contención y prima la colusión, pues tiene su lugar como manufacturera de los productos de consumo y para la colocación de capitales de diferentes potencias imperialistas como EE.UU., Japón, Alemania y otros.
En relación con la contradicción entre socialismo y capitalismo, que corresponde a toda la era de la revolución proletaria mundial, en la situación actual ésta se desenvuelve en el terreno ideológico e histórico. Desde el campo de la reacción, esta contradicción se manifiesta en la ofensiva contrarrevolucionaria general, que entra en declive y actualmente apunta contra las guerras de liberación nacional por medio de la denominada “guerra contra el terrorismo”, a la cual oponemos la contraofensiva revolucionaria que se desarrolla con guerra popular. En el campo de la revolución, la contradicción entre socialismo y capitalismo se expresa en que el socialismo vive como idea en las luchas del proletariado y los pueblos del mundo. El clamor de las masas por reconquistar el Poder se levanta especialmente en los países donde ha habido socialismo, perspectiva que se expresa cuando los veteranos de la URSS que combatieron en la II Guerra Mundial marchan con carteles del camarada Stalin y cuando los obreros y los campesinos en China se levantan en nombre del Presidente Mao. Todas estas luchas son parte del complejo proceso de restauración y contrarrestauración. El socialismo se establecerá ahí de todas maneras y será con guerra popular, para continuar con la construcción del socialismo y la dictadura del proletariado.
El Presidente Mao, analizando el desarrollo de la lucha de clases a nivel mundial, comprendió que el imperialismo había entrado en una fase de agravamiento de su crisis general y que se había abierto la época de su barrimiento completo por la revolución proletaria, destacando que esto ocurriría en el periodo de los “próximos 50 a 100 años”. El Presidente Gonzalo desarrolló esta comprensión, indicando que alrededor de 1980 entramos en la ofensiva estratégica de la revolución proletaria mundial, en que la tarea estratégica retrasada es la constitución o reconstitución de los partidos comunistas, según sea el caso, sobre la base del marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente el maoísmo, para iniciar y desarrollar las guerras populares en todos los países del mundo como guerra popular mundial. Debemos reafirmarnos en todas estas importantes tesis y combatir resueltamente todas las tentativas de la reacción y el revisionismo que siembran confusión, sirven a la dispersión del movimiento comunista y a separar el movimiento comunista de las luchas de liberación nacional.
Se despeja el campo para la revolución y la guerra popular. En América Latina, los gobiernos de Venezuela, Brasil, Bolivia, Ecuador, etc. han entrado en descomposición, arrastrando a toda laya de oportunistas y revisionistas que los han sustentado y defendido como supuestos gobiernos “antiimperialistas”, “progresistas”, “revolucionarios”, etc. Este descalabro alcanza también al revisionismo cubano, que ha respaldado y usado de soporte a todos estos gobiernos, que lejos de ser de “izquierda” -como lo propala el oportunismo, el revisionismo y demás reaccionarios- son gobiernos que, en cada país, encabeza la facción burocrática de la gran burguesía al servicio del imperialismo, principalmente yanqui. Es también expresión de esta descomposición definitiva el acuerdo de “paz” entre el revisionismo armado y el gobierno de Colombia para tratar de deslegitimar el camino democrático, la Guerra Popular, con el cretinismo parlamentario y seguir sosteniendo el camino burocrático de la reacción y el imperialismo.
El enfrentamiento bélico entre revolución y contrarrevolución en el mundo nos impone la tarea irrenunciable de combatir el imperialismo y la reacción combatiendo al mismo tiempo en forma implacable al nuevo revisionismo, rechazando el oportunismo y el cretinismo parlamentario, y educando a las masas en la violencia revolucionaria y en distinguir a los amigos de los enemigos, para que así puedan liberar sus poderosas energías en la lucha revolucionaria. Para esto es necesario adquirir cabal comprensión del maoísmo como ideología universal y, en medio de la lucha de dos líneas, asumirla, encarnarla y aplicarla a la revolución en cada país, generando el pensamiento guía y la jefatura de cada revolución, todo esto en medio de la forma más alta de la lucha de clases, la guerra popular.
Es una necesidad la lucha contra el nuevo revisionismo que ataca el marxismo, el partido, la violencia revolucionaria, el socialismo y la dictadura del proletariado, cuya forma más sistematizada se estructuró en el Perú como línea oportunista de derecha, revisionista y capitulacionista, rabiosamente negadora de la jefatura, del pensamiento gonzalo, de la guerra popular y de la revolución democrática. Hay que combatirlo implacablemente en cualquier forma que se presente, como son sus variantes que representan los revisionistas Avakian, Prachanda y otros. 
Se necesitan más guerras populares para hacer la revolución y enfrentar la guerra imperialista
La situación objetiva a nivel mundial se desarrolla y en todas partes maduran las condiciones para la revolución. Tal como lo señaló el Presidente Mao en 1958, el imperialismo aún está vivo, y el imperialismo yanqui -como superpotencia hegemónica única y gendarme contrarrevolucionario mundial- es el enemigo principal de los pueblos del mundo; aún hace y deshace en África, Asia y América Latina; aún ocupa semicolonias por la fuerza, despliega bases militares e impone la guerra de rapiña; aún está oprimiendo a las masas populares en su propio país. Y todo esto es hoy aún más agudo que hace 60 años. Pero esta misma situación se hace también cada vez más insostenible y es inevitable el levantamiento de más del 90 por ciento de la población mundial contra el imperialismo y los reaccionarios, y esto, en dura brega y en desarrollo desigual, ya está en curso como una segunda gran ola de la revolución proletaria mundial.
Como maoístas, somos partidarios de la tesis del Presidente Mao de ‘tres mundos se delinean’, que concibe, por una parte, la distinción fundamental entre naciones imperialistas y naciones oprimidas por el imperialismo y, por otra, que entre los imperialistas existen contradicciones, que éstos se mueven en colusión y pugna, donde la pugna es absoluta y la colusión es transitoria, pues la pugna es por la repartija imperialista del botín que somos los países oprimidos.
Así, vemos cómo el primer mundo está en redefinición, que se expresa en cómo se va produciendo el hundimiento de la superpotencia hegemónica única, el imperialismo yanqui, en un largo proceso con florescencias pasajeras y recaídas. Vemos también cómo la superpotencia atómica, Rusia, busca recuperarse a largo plazo y cómo las demás potencias imperialistas de segundo orden le pisan los talones, dentro del proceso de barrimiento/hundimiento en que se encuentra el imperialismo por la revolución mundial, cuya base son los países del Tercer Mundo.
La situación actual confirma lo señalado por el Presidente Mao respecto a que Asia, África y América Latina son zonas de tempestades revolucionarias y base de la revolución proletaria mundial, y confirma también lo que indica el Presidente Gonzalo respecto a que el Tercer Mundo se extiende actualmente hasta Europa.
La disputa entre los imperialistas se va a intensificar mucho más y nuestros países son el botín de disputa. Habrá lucha cada vez más encarnizada entre los monopolios del capital financiero, a veces violenta y a veces no violenta, pero principalmente violenta, pues el imperialismo es guerra y reacción política en toda la línea. Es lucha por mercados para exportación de capitales y extracción de materias primas y otros recursos naturales y por fuerza de trabajo más barata, ese es el interés de los monopolios imperialistas y ese es el interés de sus Estados. Esta es la base económica de las guerras de agresión del imperialismo contra los países oprimidos, su verdadero carácter es el de guerras de rapiña por un nuevo reparto en un amplio escenario que-entre otros escenarios-abarca desde el Asia Central al África Subsahariana y que se irá extendiendo más. Sólo entendiendo esto es posible reconocer el carácter de guerra de rapiña imperialista contra los pueblos y naciones oprimidas, como estamos viendo en Palestina, Irak, Afganistán, Mali, Siria, Libia, etc. Esta misma guerra de rapiña desata la ira de los pueblos, que se levantan en poderosa lucha armada y llevan al atolladero político, moral y por tanto militar de los imperialistas, los que, vistos en perspectiva, no son más que tigres de papel.
Todo esto genera mejores condiciones objetivas para la revolución mundial. Sólo los revisionistas y oportunistas encallecidos pueden pretender negar la mayor maduración de las condiciones objetivas en todos los países, particularmente en los países oprimidos, que son la base de la revolución mundial y el botín del nuevo reparto en marcha.
Todas las contradicciones fundamentales del mundo actual se agudizan, pero en particular se agudizan la contradicción históricamente principal, entre naciones oprimidas por un lado y naciones imperialistas por otro, y la tercera contradicción, inter imperialista. Pero también la guerra imperialista de agresión tiene que repercutir en los propios países imperialistas, como ya está ocurriendo con la agudización de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía. Así, se entiende que el centro de la tormenta se encuentra en las naciones oprimidas, pero que también se deben constituir o reconstituir partidos comunistas en los propios países imperialista se iniciar y desarrollar guerras populares.
Las masas se están levantando en rebelión en todo el mundo, hay mayor hundimiento del imperialismo y éste se enreda en una serie compleja de guerras en las que será barrido definitivamente por la revolución mundial en el periodo de los 50 a 100 años. Esta es la etapa de ofensiva estratégica de la revolución proletaria mundial, que avanza en una nueva gran ola conformada por guerras de resistencia y guerras populares, donde estas últimas son lo principal en perspectiva.
Únicamente partiendo de lo aportado por el Presidente Mao podemos comprender la situación actual de países del llamado Oriente Medio Ampliado como Siria, donde se agudizan dos contradicciones en las que actúan tres fuerzas. Las dos contradicciones son: 1) la contradicción entre naciones oprimidas y naciones imperialistas, contradicción principal y 2) la contradicción interimperialista, contradicción secundaria. Las tres fuerzas son: 1) El imperialismo de EE.UU., superpotencia hegemónica única, enemigo principal, y sus aliados temporales; 2) la superpotencia atómica, Rusia, y sus aliados temporales; 3) el país agredido, Siria, incluyendo todas sus clases y minorías nacionales, exceptuando un puñado de traidores partidarios de la teoría de la subyugación nacional. Aun cuando la justa lucha de resistencia es llevada por las masas en forma heroica y debe ser apoyada por todos los revolucionarios, ésta es aún la fuerza débil. Para hacerla fuerte y asegurar la perspectiva de efectiva liberación de las masas es imprescindible la dirección proletaria. Esto clama a los comunistas de Siria reconstituir su Partido Comunista en el crisol de la lucha armada, para construir un frente único de resistencia nacional contra la ocupación imperialista bajo la consigna “¡muerte al invasor!” y, luego de la expulsión del agresor extranjero, proseguir la revolución democrático nacional hasta su culminación, todo a través de la guerra popular. También para los comunistas del mundo la consigna “¡Abajo la guerra de agresión imperialista! ¡Muerte al invasor!” debe ser asumida firmemente y, a través de impulsar guerras populares para mostrar el camino, servir a desarrollar la revolución proletaria mundial.
Las gloriosas guerras populares en India, Perú, Filipinas y Turquía amenazan con prender fuego a toda la pradera. Las guerras populares, a pesar de mil dificultades, están demostrando que los bandidos imperialistas son los verdaderos terroristas, las masas populares son las verdaderas constructoras heroicas de un nuevo mundo. Las Guerras Populares en curso son parte del poderoso viento del este que continúa soplando para barrer al imperialismo de la tierra y deben ser firmemente apoyadas.
Para desarrollar la revolución proletaria mundial se necesitan más guerras populares, guerra popular para enfrentar la guerra imperialista, para hacer la revolución democrática y para hacer la revolución socialista. Para esto deben constituirse o reconstituirse partidos comunistas en cada país, según sea el caso, aplicando lo enseñado por Lenin acerca de ir a lo hondo y profundo de las masas, educarlas en la práctica de la violencia revolucionaria, en barrer el colosal montón de basura y en el combate implacable al oportunismo y al revisionismo.
Este es un proceso lleno de vicisitudes, de lucha a muerte entre marxismo y revisionismo, entre izquierda y derecha. Revisionistas, derechistas y todo tipo agentes de la reacción buscan negar el avance del maoísmo, la nueva gran ola de la revolución proletaria mundial y la actual etapa de ofensiva estratégica de la revolución mundial y, con esto, sirven a intereses reaccionarios. Es necesario aplastar todas aquellas posiciones que tratan de negar la existencia y agudización de las tres contradicciones fundamentales a nivel internacional y, en particular, la contradicción principal, la existente entre las naciones oprimidas y las naciones imperialistas.
La guerra popular es necesaria en todos los países y continentes para llevar a cabo la revolución en cada país y como guerra popular mundial para barrer el imperialismo de la faz de la tierra y proseguir la marcha al comunismo. Y dado que la guerra popular es la guerra del pueblo dirigida omnímodamente por el Partido Comunista, se desprende la tarea central y principal que es constituir o reconstituir los partidos comunistas, según sea el caso, sobre sólidas bases marxista-leninista-maoístas allí donde aún no se ha iniciado la guerra popular y fortalecer las bases marxista-leninista-maoístas para desarrollar la guerra popular por la conquista del Poder allí donde éstas ya están iniciadas, como única garantía para superar las dificultades y llevar la revolución hasta el fin.
La experiencia histórica del movimiento comunista internacional ha demostrado que cada vez que estalla una revolución en un país oprimido, la gran burguesía y los terratenientes de ese país no sólo se oponen desesperadamente, sino que se alían con el poder de las diversas potencias imperialistas y tratan de reprimir el movimiento revolucionario mediante la alianza de la reacción local y extranjera y el revisionismo. Esto exige poner en práctica firmemente el internacionalismo proletario, apoyando las luchas de los partidos hermanos y profundizando la lucha de dos líneas al interior del movimiento comunista internacional para, sobre la base de la crítica y la autocrítica y poniendo por delante el deseo de unidad, resguardar que prevalezca en todo momento la línea revolucionaria. Los pasos que se vienen dando por parte de los partidos y organizaciones participantes de este V Encuentro de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninista-Maoístas de América Latina son importantes en este sentido y son elementos concretos que aportan a la necesaria tarea de reconstituir la Internacional Comunista sobre la base del maoísmo y de la guerra popular.
Para esto necesitamos profundizar permanentemente nuestra comprensión y aplicación del maoísmo como nuestra única garantía de victoria, en medio de la lucha de clases y de la lucha de dos líneas, y a la luz de la experiencia histórica del movimiento comunista internacional. Únicamente así podremos dar la lucha contra desviaciones de derecha y de “izquierda”, orientar a los revolucionarios que las contradicciones fundamentales no están “entre democracia burguesa y fascismo” o “entre revolución y reformas”, sino reafirmarnos en la principal lección extraía por Marx de las gloriosas jornadas de la Comuna de Paris: que al pueblo no le sirven simples cambios de gobierno, que nada útil obtendrá de participar del viejo Estado, sino que únicamente obtendrá verdaderas victorias derribando la dictadura de la burguesía y sus aliados reaccionarios y estableciendo la dictadura del proletariado, lo que el Gran Lenin y el Presidente Mao resumieron magistralmente como: ‘salvo el Poder, todo es ilusión’ y ‘el Poder nace del fusil’.
Camaradas, en 1848 Marx y Engels emitieron este gran llamado: “Proletarios de todos los países, uníos”. Desde entonces esta consigna de combate ha inspirado las luchas del proletariado en todo el mundo y lo ha guiado por el camino de la emancipación.
Cuando se inició la etapa histórica del imperialismo, Lenin emitió este gran llamado para estas nuevas condiciones históricas: “¡Obreros de todos los países y naciones oprimidas, uníos!”, con la cual unió el movimiento proletario por la construcción del socialismo con las luchas de liberación nacional en los países coloniales y semicoloniales.
Hoy el imperialismo yanqui, el principal enemigo de los pueblos del mundo, sigue sembrando el caos en todo el planeta y sigue granjeándose el odio de los pueblos del mundo, los cuales desean su liberación y se levantan en resistencia. Como comunistas, tenemos el deber de cumplir más firmemente nuestra jornada para dirigir el poder latente de los pueblos del mundo contra ese gigante con pies de barro, uniendo a todas las fuerzas antiimperialistas con el llamado que hiciera el propio Presidente Mao Tsetung: “¡Pueblos de todo el mundo, uníos y derrotad a los agresores norteamericanos y a todos sus lacayos! Pueblos de todo el mundo, tened coraje, atreveos a luchar, desafiad las dificultades y avanzad en oleadas. Así el mundo entero pertenecerá a los pueblos. Los monstruos de toda especie serán liquidados.”
¡Viva la Nueva Gran Ola de la Revolución Proletaria Mundial!
¡Abajo el imperialismo y todos sus lacayos!¡Aplastar el revisionismo!
¡Vivan las guerras populares!
¡Honor y gloria a los héroes comunistas!
¡Defender la vida del Presidente Gonzalo! 
Partido Comunista del Brasil (Fracción Roja)
Partido Comunista de Ecuador - Sol Rojo
Movimiento Popular Perú (Comité de Reorganización)
Fracción Roja del Partido Comunista de Chile
Frente Revolucionario del Pueblo de Bolivia MLM
Organización Maoísta para la Reconstitución del Partido Comunista de Colombia
Comité Bandera Roja – Alemania
Adherentes:
Comités para la Fundación del Partido Comunista (Maoísta) de Austria

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