martes, 4 de julio de 2017

La paciencia del pueblo brasileño se acabó

Internacional
 LA PACIENCIA DEL PUEBLO BRASILEÑO SE ACABÓ

El pueblo de Brasil demuestra al mundo heroicas y combativas luchas en campo y ciudad, que estremecen en toda Latinoamérica. Este 24 de mayo incluso, las protestas en Brasilia se dirigieron hacia la destrucción de los edificios de ministerios y otros órganos del viejo Estado, hasta el punto que Temer y su cuadrilla tuvieron que enviar militares para reprimir.
La paciencia del pueblo de Brasil llegó a su fin, y manifiesta con gran violencia revolucionaria su disposición a barrer con los reaccionarios; con los gobernantes, cuyas contradicciones desenmascaran sus verdaderos rostros. Corruptos que entregan fondos públicos a monopolios industriales como lo fue Dilma Rousseff y ahora Michel Temer, muestran al pueblo brasileño el carácter de clase de su viejo Estado: servil a los monopolios y terratenientes.
Lo más escandaloso, ni siquiera es la corrupción, si no la situación de la gran concentración terrateniente que existe en el campo, que deja a los campesinos desamparados y en el hambre constante. Frente a esta situación hace tiempo el campesinado viene emprendiendo con justeza la toma de tierras, resolviendo así este problema fundamental y avanzando también en el camino de la Revolución de Nueva Democracia.

Las justas tomas de tierra, donde se establecen campamentos productivos o areas revolucionarias, desatan que la mano sanguinaria de los terratenientes, que ha venido asesinando sistemáticamente a campesinos, se torne más cruel.
La DECA (Departamento Especial de Conflictos Agrarios) perpetuó una grave masacre en Pará el mes pasado, donde asesinaron a 11 campesinos pobres y dejaron 14 heridos. Estos hechos harán estallar el ánimo de los campesinos. La revolución en Brasil se hace inevitable.
Los oportunistas y revisionistas, intentan mostrar estas grandes luchas del pueblo brasileño, como un conflicto que se soluciona con un cambio de gobierno. De ahí, que se ponga el énfasis en “Fora Temer”; pero cualquiera que se haga parte del corrupto Estado brasileño será igual de proimperialista y sucio.
El pueblo brasileño tiene dos grandes problemas: el problema de la tierra y el problema nacional. Sólo la Revolución democrática, agraria y antiimperialista tiene la solución para barrer estos problemas destruyendo por completo este viejo orden embellecido por los adoradores del imperialismo, traidores de la patria y los partidarios de este viejo Estado burocrático y genocida.
 

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