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Nota del periódico El Pueblo:Traducimos de AND (Brasil) la segunda
parte de la serie de artículos correspondientes a la estructura agraria
de América Latina, la que está dividida en 5 partes que serán
publicadas todos los jueves. Estos tienen la intención de ofrecer a los
lectores una visión integral de la cuestión agraria campesina en los
países que componen América Latina. El autor es Vinicius Alves.
El presente texto es la segunda
parte del artículo Panorama de la Estructura Agraria en América Latina,
la que hace un breve análisis de la distribución de tierra en la región
y de la relación entre la misma distribución y las desigualdades
existentes en los países latinoamericanos.
Concentración de tierra
América Latina es la región del mundo con
la peor distribución de las tierras. Esta extrema concentración de la
tierra en América Latina ha afectado el desarrollo económico y social de
sus países, no limitándose sólo a las áreas rurales.
Oxfam destaca que “la extrema desigualdad
en el acceso y control de la tierra es uno de los grandes problemas no
resueltos en América Latina”, siendo “al mismo tiempo causa y
consecuencia de estructuras sociales polarizadas y con niveles
intolerables de pobreza y desigualdad”. Este problema contribuye a la
limitación de los empleos, expulsión de la población del campo (éxodo
rural), ampliación de la pobreza y miseria en las ciudades, además de la
pérdida de la soberanía alimentaria.
Antes de pasar el análisis de los datos
estadísticos sobre la distribución de la tierra en la región, cabe
señalar cuatro importantes aspectos metodológicos utilizados en el
estudio aquí discutido. En primer lugar, Oxfam se basó en los censos
agropecuarios de 15 países de América Latina. Los censos se basan en
explotaciones agropecuarias y no en propietarios. Así, una persona puede
poseer o administrar más de una explotación, lo que hace que el grado
de concentración de la tierra sea mayor que el aquí presentado.
En segundo lugar, los campesinos sin
tierra no se contabilizan, pues en muchos países no se sabe cuántos son.
Si éstos se contabilizaban, el grado de concentración de tierra sería
aún mayor.
Tercero, los censos no se realizan con la
frecuencia necesaria. La Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO) recomienda actualizar el censo
agropecuario al menos cada diez años. En la práctica, pocos países
realizan esa recomendación, incluso Brasil, que realizará su Censo
Agropecuario este año. En ese sentido, los datos aquí utilizados no se
refieren al mismo año, pero posibilitan una visión general de la
estructura agraria de América Latina.
Cuarto, el tamaño de los territorios de
los países latinoamericanos varía bastante, desde países con extensión
continental como Brasil, a países como El Salvador, menor que muchas
ciudades brasileñas, lo que lleva a diferencias en la definición de lo
que son grandes y pequeñas explotaciones agrícolas.
A partir del análisis de los datos de los
15 censos agropecuarios de países latinoamericanos, la Oxfam concluyó
que el 1% de las explotaciones agropecuarias tenían más tierras que el
99% restante. El 1% de las propiedades de mayor tamaño concentraban más
de la mitad de la superficie agrícola: el 1% de las explotaciones
agropecuarias realizadas en latifundios concentraban el 51,19% de las
tierras; El 99% de las explotaciones ocupaban el 48,81%. En promedio,
las grandes propiedades presentan un tamaño de 2 mil hectáreas,
equivalente a 4 mil campos de fútbol.
Porcentaje de tierra controlada por el 1% de las grandes explotaciones agropecuarias frente al 99% restante. |
La proporción de tierras concentradas de
las explotaciones agropecuarias practicadas en latifundios varía en los
15 países. Los casos más extremos son en Colombia, Chile, Perú, Paraguay
y Bolivia. Los países menos desiguales son Uruguay, Ecuador y
Nicaragua.
En Colombia, el 0,4% del total de las
explotaciones agropecuarias en latifundios concentraban el 68,6% de la
tierra productiva. En Chile, el 0,89% de las grandes explotaciones
ocupaban el 74,49% de las tierras, el restante ocupaba el 25,51%. En el
Perú, el 1,06% de las grandes explotaciones ocupaban el 77,03% de las
tierras, mientras que el resto poseía el 22,97%. En Paraguay, el 1%
concentraba el 71,30% de las tierras, el 99% restante ocupaba el 28,70%.
En Bolivia, el 1% de las grandes explotaciones concentraban el 65,72%
de las tierras y el 99% concentraba el 34,28%.
En el Brasil, el 1% de las grandes
explotaciones concentraban el 44,42% de las tierras, mientras que el 99%
restante tenía el 55,58%.
A pesar de que la tierra está concentrada
en manos de terratenientes y empresas, en América Latina predominan las
explotaciones agropecuarias realizadas en pequeñas propiedades. Según
Oxfam, de cada cinco explotaciones agropecuarias, cuatro son pequeñas
propiedades. En América Latina, las pequeñas propiedades eran el 82,7%
de las explotaciones agropecuarias. Sin embargo, el 80% de las pequeñas
propiedades ocupaban menos del 13% de las tierras en la región.
En América del Sur, la pequeña propiedad
tiene en promedio 9 hectáreas, y en América Central 1,3 hectáreas. El
pequeño tamaño de la propiedad tiende a colocar a las familias
campesinas en estado de vulnerabilidad y de inviabilizar una producción
rentable, que garantice la supervivencia de las familias. Lo que puede
contribuir a la migración de la familia campesina hacia la ciudad (éxodo
rural), principalmente de sus miembros más jóvenes.
Superficie controlada por las pequeñas explotaciones agropecuarias en América Latina |
Los países que presentaban la mayor
participación de las pequeñas propiedades en el total de las
explotaciones agropecuarias fueron Paraguay, Guatemala, Brasil, El
Salvador y Colombia.
En Paraguay, las pequeñas propiedades
eran el 91,4% del total de las explotaciones agropecuarias; En Guatemala
eran el 86,5%; 86% en Brasil; En El Salvador eran 85,8% y en Colombia
eran el 84% del total de las explotaciones.
Los países en los que las pequeñas propiedades ocupaban menos tierras fueron Colombia, Chile, Perú, Paraguay y Costa Rica.
En Colombia, las pequeñas propiedades
manejaban el 3,8% de las tierras; En Chile el 3,9%; En Perú el 5,9%; En
Paraguay 6,3%; Y en Costa Rica el 7,7% de las tierras.
Relacionando la proporción de pequeñas
propiedades frente al total de las explotaciones agropecuarias y la
cantidad de tierras controladas por las pequeñas propiedades, se
verifica que en Paraguay las pequeñas propiedades, que eran el 91,4% de
todas las explotaciones, ocupaban apenas el 6,3% de las tierras. En
Colombia, las pequeñas propiedades eran el 84% de todas las
explotaciones, pero sólo tenían el 3,8% de las tierras. En Brasil, las
pequeñas propiedades eran el 86% de las explotaciones, sin embargo,
ocupaban sólo el 21,4% de las tierras.
En la mayoría de los países hubo una
ampliación del área de producción agropecuaria, normalmente, a costa de
las tierras campesinas e indígenas, además de la vegetación original.
En Paraguay, entre 1991 y 2008, fueron
incorporados siete millones de hectáreas, de las cuales seis millones
correspondían a latifundios. La pequeña producción perdió 16% de su
superficie productiva. En Colombia, el latifundio se expandió ocupando
77% del área agropecuaria en 2014, mientras las explotaciones con menos
de 10 hectáreas se redujeron, poseyendo apenas el 4% de las tierras.
Porcentaje de tierra en manos del 1% de las explotaciones agropecuarias de mayor tamaño. |
El análisis de los datos permite afirmar
que en América Latina predomina la pequeña propiedad, sin embargo, la
mayor parte de las tierras ha sido apropiada por el latifundio, mientras
que las pequeñas explotaciones se han limitado a diminutas extensiones
de tierras.
Las pequeñas propiedades, en su mayoría,
están compuestas de campesinos, que se basan en el trabajo familiar,
producen para la subsistencia y/o abastecen gran parte del mercado
interno, pero casi no reciben apoyo estatal o privado. En criterios
relativos, la pequeña propiedad es más productiva y eficiente
económicamente que los latifundios, sea de viejo o nuevo tipo
(agronegocio).
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