Los
escándalos de corrupción desatados en América Latina desde que se hizo público
el acuerdo Cr. No. 16-643 (RJD), firmado por Estados Unidos y Odebrecht en la
corte del distrito este de Nueva York el 21 de diciembre del 2016, en el que se
hacía mención a pagos realizados a altos funcionarios de diversos gobiernos de
los Estados terrateniente-burocráticos, al servicio del imperialismno
principalmente yanqui, expresa bajo esta forma escandalosa y corrupta la unión
personal entre las grandes empresas y los representantes de las diferentes facciones
burguesas, con el Poder del Estado. Es decir la fusión de intereses entre los
grandes monopolistas del capital financiero, y del capitalismo burocrático, a
su servicio en los países de América Latina, con el Poder del Estado
(capitalismo monopolista de Estado, las dos facciones en colusión y pugna, que
actúan como miembros de diferentes oficinas de la misma empresa).
Este hecho
es el que ha estallado en el Perú con gran fuerza y los mismos
escritorzuelos de la reacción tinen que reconocerlo:
“Hoy, las
ondas sísmicas de la corrupción, con epicentro en Brasil, están dejando en
escombros a la clase política en su conjunto y a sectores emblemáticos del
sector privado. Lo declarado por Barata confirma una vez más que la corrupción
en el Perú no es episódica; es histórica, estructural y sistémica. Todos
jugamos a la ronda menospreciando al lobo” (Diario El Comercio, Del ‘juguemos a la ronda’ al ‘ampay me salvo’,
por José Ugaz, en política, 5 de marzo 2018).
Pero el
miserable abogaducho metido a plumífero aboga por la impunidad, cuando repite
el viejo dicho “todos culpables nadie culpable” con otras palabras:
“A estas
alturas, señalar a un político o a un partido como responsable de la corrupción
peruana es no entender el problema y distorsionar la realidad. La corrupción es
extendida y no distingue género, raza, estatus social, ni ideología, no es
culpa de caviares o capitalistas salvajes (…) Como explicar no es justificar,
hay que decir que así funcionaban las cosas, había un conocimiento general, se
sabía y, salvo aisladas voces, fue tolerado y aceptado por la mayoría.
Obviamente no se trata de exonerar a nadie, por el contrario, es indispensable
un mea culpa colectivo. No más el ampay me salvo. A muy pocos les daba asco que
la política se “financiara” con aportes de fuentes lícitas o ilícitas que
“invertían” en los dos o tres candidatos con opción para asegurar su influencia
en el gobierno. No eran aportes altruistas, eran depósitos de renta a plazo
fijo que se empezaban a cobrar tan pronto se definía el ganador”.
Habla “de
complicidad de actores relevantes del sector privado con las prácticas
extorsivas de un Estado corrupto” para ocultar la fusion de intereses del
capital bancario, comprador y feudal y el inmenso Poder del Estado (capitalismo
monopolista de Estado según la definición del Presidente Mao). Y este plumífero
aboga por “un acuerdo nacional de punto fijo”, es decir que no haya sanciones
contra los gobernantes y los grandes burgueses.
Luego este abogado
plumífero nos revela solo en parte el botín que se parte y reparten entre sus
patrones: “Las diversas aristas estructurales de la corrupción en el Perú:
el financiamiento de la política, …, sistemas de compras públicas e inversiones".
Otro
escritorzuelo de este periodicucho reaccionario en la misma sección de Opinión,
trata de distribuir culpas y bendiciones según los montos recibidos, diciendo
que Humala, Toledo y Villarán serían casos penales “según los jueces” y los de
Kucsynski, García y Fujimorí tendrían el carácter de contribuciones
empresariales, pero reconoce que no es ninguna novedad, escribió:
“Las
elecciones del 2011 podrían ser conocidas como las de Odebrecht vs. Odebrecht,
pues todo indica que fue la mayor aportante de los principales candidatos (...)
Según los
montos aportados y su naturaleza, se puede clasificar el grado de infección de
los involucrados. El caso más grave es, sin duda, el de Alejandro Toledo (…).De
acuerdo a los montos recibidos, después de Toledo siguen Ollanta Humala y
Susana Villarán(...)
No es
novedad que los grupos empresariales apoyen candidatos en el Perú y en todas
partes.
Tampoco es novedad que a veces aporten a más de un candidato. Lo hacen
como un seguro, temen ser castigados si gana un candidato al que no apoyaron.
Lo novedoso es que por primera vez se conocen detalles de estas colaboraciones
y que la escandalosa magnitud de los aportes de Odebrecht supera largamente los
montos que solían poner los grupos nacionales. Naturalmente, la ciudadanía
piensa que se trataba de “inversiones” que rendirían un alto retorno en cuanto
los candidatos auspiciados ganasen las elecciones. Dicho sea de paso, las
elecciones del 2011 podrían ser conocidas como las elecciones de Odebrecht vs.
Odebrecht, ya que todo indica que esta empresa fue la mayor aportante de los
dos principales candidatos.
Luego de
las declaraciones de Barata, las elecciones peruanas nunca serán las mismas.
Los políticos, que ya estaban desprestigiados, serán vistos con aun más
desconfianza. No solo los que recibieron aportes de Odebrecht, sino todos. La
ciudadanía verá a los candidatos con la crudeza con la que Víctor Andrés García
Belaunde los describió en una entrevista radial: “La candidatura presidencial
es un negocio. En los procesos electorales hay muchos candidatos, no solo por
el currículo o la vanidad personal sino porque siempre se recibe, a todos les
cae” (Los muertos vivientes, por Alfredo, Analista politico, El Comercio, 4 de
marzo de 2018) .
Todo lo que
escriben estos reaccionarios, muestra precisamente el hecho de la opresión más
monstruosa sobre las masas, heredada y acrecentada por todos los nuevos
gobiernos como un instrumento grato, esto es el crecimiento y centralización
del Poder del Estado en el Ejecutivo, que es empleado por éstos gobiernos también contra sus enemigos, mediante la
maquinaria burocrática de este Estado, de sus jueces y fiscales. Grandes
burócratas que según la correlación de
fuerzas en la arena política reaccionaria se pueden pasar a la oposición y servir
a tumbar o poner gobiernos y también como muestra el diferente tratamiento a los “infectados”.
Así pues
señores escritorzuelos reaccionarios, estamos en que es asunto del Sistema, del
Viejo orden y sus representantes e instituciones lo que corresponde es barrer con guerra popular a
esa vieja sociedad semifeudal y semicolonial donde se desenvuelve un capitalismo
burocrático sujeto principalmente al imperialismo yanqui.
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