Publicamos a continuación el presente documento de Red Roja en el que se posiciona frente al feminismo interclasista burgues.
En
este 8 de marzo de 2018 dos hechos llaman poderosamente la atención: de
un lado la intensificación de la explotación laboral, el deterioro de
las condiciones de vida y la opresión de las mujeres trabajadoras, y de
otro, la ofensiva mediática que intenta soterrar su carácter de clase.
Ante tanto alarde pseudofeminista lanzado por los medios de comunicación, tan de moda en la cultura pop actual, se alza, clamoroso, el silencio acerca del origen de la conmemoración del 8 de marzo como “Día de la mujer trabajadora”: el asesinato por parte de la patronal de 129 obreras de la industria textil, la mayoría inmigrantes de entre 17 y 24 años, en Nueva York. Ocuparon la fábrica en el transcurso de una huelga y el patrón las encerró y quemó. Todas murieron. Denunciaban las insoportables condiciones de trabajo y reivindicaban, junto con el resto de las luchas obreras, la jornada de 10 horas.
Red Roja, en este contexto, de devaluar premeditadamente la conciencia de clase de las mujeres trabajadoras, lanza la pregunta: ¿Qué diferencia habría si la empresa hubiese estado en manos de una mujer en vez de en las de un hombre? ¿Esa supuesta empresaria hubiera detenido el ataque contra las obreras por el hecho de ser mujeres? Es evidente que no habría habido ninguna diferencia.
Uno de los objetivos fundamentales de las clases dominantes es intentar conseguir que los oprimidos, y principalmente las mujeres trabajadoras no sepamos quiénes somos, ni identifiquemos con claridad a nuestro enemigos.
En este 8 de marzo, en el que datos demoledores dan cuenta de la intolerable situación de las mujeres trabajadoras, que empeora cada vez más, lo que aparece en primer plano son eslóganes baratos y titulares descafeinados de mujeres privilegiadas que ahondan más en la estética que en el contenido. Todo ello para, con apariencia muy radical, evitar identificar la dominación de clase ejercida por mujeres y hombres de la burguesía contra quiénes producimos y reproducimos la vida todos los días.
El patriarcado se afianza y se reproduce en el capitalismo. La mayor intransigencia debe ser la respuesta a todo tipo de violencia y actitudes machistas, incluso con mayor firmeza si se dan en la clase obrera por cuanto reproducen estructuras de dominación que es preciso desterrar de cuajo. Pero esta firme denuncia no puede servir para enmascarar que las mujeres burguesas – al igual que los hombres burgueses – son nuestras enemigas de clase y los hombres trabajadores - a los que hay que arrancar cualquier vestigio de patriarcado – son nuestros aliados para el combate esencial: la destrucción de las relaciones sociales capitalistas. Teniendo en mente esta cuestión, Red Roja presenta su campaña “NO EN MI TRINCHERA”, para poner cara y palabras a las mujeres que desde su posición social han actuado como auténticas enemigas de clase, en muchos casos directamente contra las mujeres.
Presentaremos la contraparte “SÍ EN MI TRINCHERA” que muestra verdaderos ejemplos de lucha y dignidad protagonizados por mujeres trabajadoras, dirigentes políticas y símbolos de la resistencia anti-imperialista.
Nos quieren sumisas reproductoras del miedo y la dominación, de clase y patriarcal, pero estaremos en las primeras trincheras de la lucha para destruir el capitalismo, construir el socialismo y conquistar nuestra plena libertad.
Ante tanto alarde pseudofeminista lanzado por los medios de comunicación, tan de moda en la cultura pop actual, se alza, clamoroso, el silencio acerca del origen de la conmemoración del 8 de marzo como “Día de la mujer trabajadora”: el asesinato por parte de la patronal de 129 obreras de la industria textil, la mayoría inmigrantes de entre 17 y 24 años, en Nueva York. Ocuparon la fábrica en el transcurso de una huelga y el patrón las encerró y quemó. Todas murieron. Denunciaban las insoportables condiciones de trabajo y reivindicaban, junto con el resto de las luchas obreras, la jornada de 10 horas.
Red Roja, en este contexto, de devaluar premeditadamente la conciencia de clase de las mujeres trabajadoras, lanza la pregunta: ¿Qué diferencia habría si la empresa hubiese estado en manos de una mujer en vez de en las de un hombre? ¿Esa supuesta empresaria hubiera detenido el ataque contra las obreras por el hecho de ser mujeres? Es evidente que no habría habido ninguna diferencia.
Uno de los objetivos fundamentales de las clases dominantes es intentar conseguir que los oprimidos, y principalmente las mujeres trabajadoras no sepamos quiénes somos, ni identifiquemos con claridad a nuestro enemigos.
En este 8 de marzo, en el que datos demoledores dan cuenta de la intolerable situación de las mujeres trabajadoras, que empeora cada vez más, lo que aparece en primer plano son eslóganes baratos y titulares descafeinados de mujeres privilegiadas que ahondan más en la estética que en el contenido. Todo ello para, con apariencia muy radical, evitar identificar la dominación de clase ejercida por mujeres y hombres de la burguesía contra quiénes producimos y reproducimos la vida todos los días.
El patriarcado se afianza y se reproduce en el capitalismo. La mayor intransigencia debe ser la respuesta a todo tipo de violencia y actitudes machistas, incluso con mayor firmeza si se dan en la clase obrera por cuanto reproducen estructuras de dominación que es preciso desterrar de cuajo. Pero esta firme denuncia no puede servir para enmascarar que las mujeres burguesas – al igual que los hombres burgueses – son nuestras enemigas de clase y los hombres trabajadores - a los que hay que arrancar cualquier vestigio de patriarcado – son nuestros aliados para el combate esencial: la destrucción de las relaciones sociales capitalistas. Teniendo en mente esta cuestión, Red Roja presenta su campaña “NO EN MI TRINCHERA”, para poner cara y palabras a las mujeres que desde su posición social han actuado como auténticas enemigas de clase, en muchos casos directamente contra las mujeres.
Presentaremos la contraparte “SÍ EN MI TRINCHERA” que muestra verdaderos ejemplos de lucha y dignidad protagonizados por mujeres trabajadoras, dirigentes políticas y símbolos de la resistencia anti-imperialista.
Nos quieren sumisas reproductoras del miedo y la dominación, de clase y patriarcal, pero estaremos en las primeras trincheras de la lucha para destruir el capitalismo, construir el socialismo y conquistar nuestra plena libertad.
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