Artículo publicado en la edición impresa n° 53 de Periódico El Pueblo.
Imagen tomada de Frente Fotográfico.
Imagen tomada de Frente Fotográfico.
En estos días, la violencia contra
las mujeres de nuestro pueblo ha sido un tema que no ha dejado a nadie
indiferente. El caso de la lamngen Lorenza Cayuhan, prisionera política
mapuche que dio a luz a su hija prematura, engrillada y con tres
gendarmes presentes al momento del parto; Nábila Riffo, golpeada hasta
perder sus ojos y el de Lucía Pérez, joven de 16 años, violada,
torturada y asesinada, son algunos de los nombres que han estremecido a
las masas por ser reflejo de la podrida ideología de opresión social,
feudal y patriarcal.
La idea de mujer, reflejo de la política y la economía
En toda sociedad, las ideas que
predominan son reflejo de la base económica y política de ella y se
transmiten, principalmente, a través de la educación y los medios de
comunicación. Por tanto, la concepción acerca de la mujer responde a
esa base y como en nuestro país el capitalismo es atrasado y tiene
cimientos semifeudales, la ideología y la concepción del papel de la
mujer es atrasada y feudal. Es decir, históricamente retrograda y
patriarcal.
De allí entendemos que la idea de que la
mujer es inferior al hombre no cayó del cielo, sino que nació producto
del surgimiento de la sociedad de clases y la propiedad privada hace
siglos atrás.
Aunque nos quieran pintar un país
“moderno”, las mujeres somos subvaloradas política, económica y
culturalmente. Y en nuestro caso, las condiciones de vida miserables
que impone el capitalismo burocrático (atrasado y sometido al capital
extranjero), hace caer su peso de forma más dura sobre las mujeres
populares.
Las mujeres no combaten juntas la misma batalla
El feminismo proletario explica que la
mujer popular es explotada y oprimida, en primer lugar, por ser parte
del pueblo y, en segundo lugar, por ser mujer. Es decir, sufre la
opresión de clase y de sexo. Por ello, no todas las mujeres se
encuentran en la misma trinchera, pues también existen mujeres que
explotan al pueblo, pertenecientes a las clases monopólicas y usureras
de nuestro país.
Y, por otro lado, existen las mujeres
populares, que constituyen la inmensa mayoría: obreras, campesinas,
temporeras, empleadas domésticas, pequeñas comerciantes, estudiantes,
intelectuales y profesionales, etc. Todas ellas, además de trabajar en
las labores productivas remuneradas, trabajan en el hogar criando a los
hijos y sacando la familia adelante sin remuneración. Son también estas
mujeres populares, las que con más fuerza enfrentan la adversidad
cuando se trata de luchar por la vivienda, por el salario en la huelga
y, como han demostrado, las jóvenes estudiantes han estado en la punta
de lanza en la lucha por el derecho a la educación. El más alto
ejemplo de valentía y arrojo son las mujeres mapuche en su lucha por la
tierra y su pueblo.
Las ideas no proletarias sobre la mujer dividen al pueblo
El feminismo burgués y pequeño-burgués
enfoca el problema principalmente desde un punto de vista cultural,
desligándolo de su base económica y política. Dentro de esta visión, las
más recalcitrantes afirman que el problema es que los hombres “son
malos” y otras que la liberación de la mujer estaría asociada casi
exclusivamente a una libertad sexual e incluso de ascenso social,
centrando en competir con los hombres. Por lo mismo, al no comprender
la base material y de clase, el feminismo pequeño burgués busca la
solución al problema de la doble opresión en una liberación individual:
“yo elijo sobre mi cuerpo”, “yo me libero”, y no en la lucha colectiva
contra la opresión de clase y sexo de las mujeres populares junto a sus
compañeros.
La idea de que a través de la liberación
individual podemos barrer con el machismo es una ilusión, ya que la
raíz del problema se encuentra en la base económica y política de
nuestra sociedad. Solo cambiando esta podremos barrer con el machismo
propio del patriarcado. Por lo mismo, todas las medidas para sumar a la
mujer a la lucha y combatiendo el machismo al mismo tiempo son un
avance en este sentido. A su vez, son los hombres del pueblo que se
suman activamente a la lucha los que van combatiendo las ideas machistas
en las cuales han sido educados, avanzando junto a sus compañeras.
#niunamenos, la consigna que le sirve a Bachelet
El viejo Estado en total descrédito buscó
lavar su rostro, colocando en la presidencia a una mujer. Hoy, Bachelet
intenta colgarse de las demandas justas del pueblo, lloriqueando
hipócritamente por #niunamenos, mientras día a día reprime a mujeres
mapuche, pobladoras, obreras y estudiantes.
Si bien es justo oponerse a la violencia
contra la mujer sólo por el hecho de ser mujer. Este llamado general a
combatir la violencia encierra la idea de negar el derecho del pueblo a
rebelarse con violencia contra sus opresores, sean estos hombres o
mujeres. Siendo mujer, Bachelet legitima y dirige la violencia
reaccionaria contra el pueblo y lo hace con toda conciencia, como
integrante de los sectores dirigentes del PS y parte de la “familia
militar”. Ella es una fiel representante de las clases explotadoras y
opresoras de nuestro país, como muchas otras mujeres que forman parte
del “Partido Único” (Nueva Mayoría y Chile Vamos) y sus fuerzas
auxiliares, que se presentan como independientes y/o progresistas.
Saludamos a las mujeres populares que se
organizan, las que se atreven a marchar, debatir y buscar el camino de
liberación. Saludamos su vigoroso ímpetu, demostrado en las últimas
jornadas de movilización y en las luchas que dan día a día. Valiosas
mujeres populares que hacen crecer su posición de clase, oponiéndose a
toda forma de opresión y explotación, levantando cabeza para luchar
frente a los abusos y la violencia ejercida sobre ellas, al igual que un
creciente número de compañeros.
¡A DESATAR LA FURIA REVOLUCIONARIA DE LA MUJER!
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