El carácter internacional de la Revolución de Octubre
.
Por STALIN
Conmemorando el X Aniversario de la Revolución de Octubre, Stalin escribió el siguiente texto que fue publicado en “Pravda“(nº255) el 6 y 7 de noviembre de 1927 e incluido en “Fundamentos del Leninismo“.
La Revolución de Octubre no se puede considerar sólo una revolución
circunscrita “a un marco nacional”. Es, ante todo, una revolución de
carácter internacional, de carácter mundial, pues representa un viraje
radical en la historia de la humanidad, un viraje del viejo mundo, del
mundo capitalista, al mun do nuevo, al mundo socialista.
En el pasado, las revoluciones acababan, generalmente, con la
sustitución de un grupo de explotadores por otro grupo de explotadores
en el timón del gobierno. Cambiaban los explotadores, pero la
explotación continuaba. Así ocurrió en la época de los movimientos
libertadores de los esclavos. Así ocurrió en el período de las
sublevaciones de los siervos. Así ocurrió en el período de las conocidas
“grandes” revoluciones de Inglaterra, de Francia y de Alemania. No me
refiero a la Comuna de París, que fue el primer intento del proletariado
-glorioso y heroico, pero, con todo, un intento fallido- de volver la
historia contra el capitalismo.
La Revolución de Octubre se distingue por principio de estas
revoluciones. Se propone como objetivo, no el que una forma de
explotación sustituya a otra forma de explotación, que un grupo de
explotadores reemplace a otro grupo de explotadores, sino la supresión
de toda clase de explotación del hombre por el hombre, la supresión de
todos y cada uno de los grupos de explotadores, la instauración de la
dictadura del proletariado, la instauración del Poder de la clase más
revolucionaria entre todas las clases oprimidas que han existido hasta
hoy, la organización de una nueva sociedad, de la sociedad socialista
sin clases.
Precisamente por eso, el triunfo de la Revolución de Octubre marca un
cambio radical en la historia de la humanidad, un cambio radical en los
destinos históricos del capitalismo mundial, un cambio radical en el
movimiento de liberación del proletariado mundial, un cambio radical en
los métodos de lucha y en las formas de organización, en el modo de vida
y en las tradiciones, en la cultura y en la ideología de las masas
explotadas del mundo entero.
En esto reside la razón fundamental de que la Revolución de Octubre sea
una revolución de carácter internacional, de carácter mundial.
Y en esto radica también la profunda simpatía que sienten las clases
oprimidas de todos los países por la Revolución de Octubre, en la cual
ven la garantía de su liberación.
Podrían señalarse varias cuestiones fundamentales en las que la
Revolución de Octubre influye sobre el desarrollo del movimiento
revolucionario del mundo entero.
1. La Revolución de Octubre se caracteriza, ante todo, por haber roto el
frente del imperialismo mundial, por haber derribado la burguesía
imperialista en uno de los mayores países capitalistas y haber colocado
en el Poder al proletariado socialista.
La clase de los asalariados, la clase de los perseguidos, la clase de
los oprimidos y de los explotados se elevó por vez primera en la
historia de la humanidad a la posición de clase dominante, contagiando
con su ejemplo a los proletarios de todos los países.
Esto significa que la Revolución de Octubre inició una nueva época, la
época de las revoluciones proletarias en los países del imperialismo.
Esta revolución desposeyó a los terratenientes y capitalistas de los
instrumentos y medios de producción, convirtiéndolos en propiedad social
y contraponiendo, de este modo, la propiedad socialista a la propiedad
burguesa. De esta manera, puso en evidencia la mentira de los
capitalistas de que la propiedad burguesa es inviolable, sagrada y
eterna.
Esta revolución arrancó el Poder a la burguesía, despojó de los derechos
políticos a la burguesía, destruyó la máquina del Estado burgués y
entregó el Poder a los Soviets, contraponiendo, de este modo, al
parlamentarismo burgués, como democracia capitalista, el Poder
socialista de los Soviets, como democracia proletaria. Tenía razón
Lafargue al decir, ya en 1887, que, al día siguiente de la revolución, “todos los antiguos capitalistas serían privados de los derechos electorales“.
De esta manera, la Revolución de Octubre puso en evidencia la mentira de
los socialdemócratas de que hoy es posible el tránsito pacífico al
socialismo por la senda del parlamentarismo burgues.
Pero la Revolución de Octubre no se detuvo ni podía detenerse aquí.
Después de destruir lo viejo, lo burgués, emprendió la edificación de lo
nuevo, de lo socialista. Los diez años de la Revolución de Octubre son
diez años de edificación del Partido, de los sindicatos, de los Soviets,
de las cooperativas, de las organizaciones culturales del transporte,
de la industria y del Ejército Rojo. Los éxitos indiscutibles,
alcanzados por el socialismo en la U.R.S.S. en el frente de la
edificación, han demostrado claramente que el proletariado puede
gobernar con éxito el país sin burguesía y en contra de la burguesía,
puede levantar con éxito la industria sin burguesía y en contra de la
burguesía, puede dirigir con éxito toda la economía nacional sin
burguesía y en contra de la burguesía, puede edificar con éxito el
socialismo, a pesar del cerco capitalista.
La vieja “teoría” de que los explotados no pueden arreglárselas sin los
explotadores, al igual que la cabeza y las otras partes del cuerpo no
pueden arreglárselas sin el estómago, no es patrimonio exclusivo de
Menenio Agripa, célebre senador romano en la historia antigua. Esta
“teoría” es hoy la piedra angular de la “filosofía” política de la
socialdemocracia, en general, y de la política socialdemócrata de
coalición con la burguesía imperialista, en particular. Esta “teoría”,
que ha adquirido el carácter de prejuicio, es actualmente uno de los
obstáculos más graves para el desarrollo revolucionario del proletariado
de los países capitalistas. Uno de los resultados más importantes de la
Revolución de Octubre consiste en que ha asestado el golpe de gracia a
esta falsa “teoría”.
¿Acaso es necesario todavía demostrar que estos resultados, y otros
semejantes, de la Revolución de Octubre no han podido ni pueden dejar de
ejercer gran influencia sobre el movimiento revolucionario de la clase
obrera de los países capitalistas?
Hechos tan notorios para todo el mundo como los progresos del comunismo
en los países capitalistas, como la creciente simpatía de los
proletarios de todos los países hacia la clase obrera de la U.R.S.S. y,
por último, la afluencia de delegaciones obreras al País de los Soviets,
indican de un modo indiscutible que la semilla lanzada por la
Revolución de Octubre empieza ya a dar sus frutos.
2. La Revolución de Octubre hizo cuartearse al imperialismo, no sólo en
los centros de su dominación, no sólo en las “metrópolis”. Fue también
un golpe contra la retaguardia del imperialismo, contra su periferia,
minando la dominación del imperialismo en las colonias y en los países
dependientes.
Al derrocar a los terratenientes y a los capitalistas, la Revolución de
Octubre rompió las cadenas de la opresión nacional y colonial y liberó
de ellas a todos los pueblos oprimidos de un vasto Estado, sin
excepción. El proletariado no puede liberarse sin liberar a los pueblos
oprimidos. Rasgo característico de la Revolución de Octubre es el haber
llevado a cabo, en la U.R.S.S., estas revoluciones nacionales y
coloniales, no bajo la bandera de la hostilidad nacional y de los
choques entre las naciones, sino bajo la bandera de la confianza mutua y
de la amistad fraternal entre los obreros y los campesinos de los
pueblos de la U.R.S.S., no en nombre del nacionalismo, sino en nombre
del internacionalismo.
Precisamente por esto, porque en nuestro país las revoluciones
nacionales y coloniales transcurrieron bajo la dirección del
proletariado y bajo la bandera del internacionalismo, precisamente por
esto, los pueblos parias, los pueblos esclavos, se han elevado por vez
primera en la historia de la humanidad a la condición de pueblos
verdaderamente libres y verdaderamente iguales, contagiando con su
ejemplo a los pueblos oprimidos del mundo entero.
Esto significa que la Revolución de Octubre inició una nueva época, una
época de revoluciones coloniales, que se llevan a efecto en los países
oprimidos del mundo en alianza con el proletariado, bajo la dirección
del proletariado.
Antes, “se admitía” que el mundo estaba dividido, desde tiempos
inmemoriales, en razas inferiores y superiores, en negros y blancos, de
los cuales los primeros no son aptos para la civilización y están
condenados a ser objeto de explotación, mientras que los segundos son
los únicos exponentes de la civilización, llamados a explotar a los
primeros.
Hoy, esta leyenda hay que considerarla destruida y desechada. Uno de los
resultados más importantes de la Revolución de Octubre consiste en que
ha asestado el golpe de gracia a esta leyenda, demostrando en la
práctica que los pueblos no europeos liberados, incorporados al cauce
del desarrollo soviético, son tan capaces como los pueblos europeos de
impulsar una cultura realmente avanzada y una civilización realmente
avanzada.
Antes, “se admitía” que el único método para liberar a los pueblos
oprimidos era el método del nacionalismo burgués, el método de
separación de las naciones unas de otras, el método de desunirlas, el
método de acentuar la hostilidad nacional entre las masas trabajadoras
de distintas naciones.
Hoy, esta leyenda hay que considerarla refutada. Uno de los resultados
más importantes de la Revolución de Octubre consiste en que ha asestado
el golpe de gracia a esta leyenda, demostrando en la práctica la
posibilidad y la conveniencia del método proletario, internacionalista,
de liberación de los pueblos oprimidos, como el único método acertado,
demostrando en la práctica la posibilidad y la conveniencia de una
alianza fraternal entre los obreros y campesinos de los más diversos
pueblos sobre los principios de voluntariedad y de internacionalismo. La
existencia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, prototipo
de la futura unificación de los trabajadores de todos los países en una
sola economía mundial, no puede por menos de servir de prueba inmediata
de esto.
Huelga decir que estos resultados, y otros semejantes, de la Revolución
de Octubre no podían ni pueden dejar de ejercer una gran influencia
sobre el movimiento revolucionario de las colonias y los países
dependientes. Hechos como el incremento del movimiento revolucionario de
los pueblos oprimidos en China, en Indonesia, en la India, etc. y la
creciente simpatia de estos pueblos hacia la U.R.S.S. lo evidencian de
modo indiscutible.
Ha pasado la era en que se podía explotar y oprimir con toda tranquilidad a las colonias y a los países dependientes.
Ha comenzado la era de las revoluciones libertadoras en las colonias y
en los países dependientes, la era del despertar del proletariado de
estos países, la era de su hegemonía en la revolución.
3. Al arrojar la semilla de la revolución tanto en los centros del
imperialismo como en su retaguardia, al debilitar la potencia del
imperialismo en las “metrópolis” y al hacer vacilar su dominación en las
colonias, la Revolución de Octubre ha puesto en tela de juicio la
existencia misma del capitalismo mundial en su conjunto.
Si, bajo las condiciones del imperialismo, el desarrollo espontáneo del
capitalismo se ha transformado -en virtud de su desigualdad, en virtud
del carácter inevitable de los conflictos y de los choques armados y,
por último, en virtud de la carnicería imperialista sin precedentes- en
un proceso de descomposición y agonía del capitalismo, la Revolución de
Octubre y, como resultado de ella, el desprendimiento de un país enorme
del sistema mundial del capitalismo, no podían por menos de acelerar
este proceso, socavando, paso a paso, las bases mismas del imperialismo
mundial.
Más aún. La Revolución de Octubre, al hacer cuartearse el imperialismo,
creó, al mismo tiempo, con la primera dictadura proletaria, una base
potente y abierta para el movimiento revolucionario mundial, base que
este movimiento no había tenido jamás antes y en la que ahora puede
apoyarse. Creó un centro potente y abierto del movimiento revolucionario
mundial, centro que no había tenido jamás antes y en torno al cual ese
movimiento puede ahora adquirir cohesión, organizando el frente único
revolucionario de los proletarios y de los pueblos oprimidos de todos
los países contra el imperialismo.
Esto significa, en primer lugar, que la Revolución de Octubre infirió
una herida de muerte al capitalismo mundial, de la que éste no se
repondrá jamás. Y por eso precisamente, el capitalismo jamás recobrará
el “equilibrio” y la “estabilidad” que tenía antes de Octubre.
El capitalismo podrá estabilizarse parcialmente, podrá racionalizar su
producción, entregar el gobierno del país al fascismo, reprimir
temporalmente a la clase obrera, pero no volverá jamás a disfrutar de la
“tranquilidad” y la “seguridad”, del “equilibrio” y la “estabilidad” de
que hacía gala antes, pues la crisis del capitalismo mundial ha
alcanzado un grado tal de desarrollo, que la hoguera de la revolución se
encenderá inevitablemente, ya en los centros del imperialismo, ya en la
periferia, haciendo trizas los remiendos capitalistas y aproximando,
día tras día, la caída del capitalismo. Punto por punto como en la
conocida fábula: “si saca el rabo, se le hunde el hocico; si saca el hocico, se le hunde el rabo“.
Esto significa, en segundo lugar, que la Revolución de Octubre elevó a
cierta altura la fuerza y la importancia, la valentía y la voluntad
combativa de las clases oprimidas del mundo entero, obligando a las
clases dominantes a tenerlas en cuenta como un factor nuevo e
importante. Hoy, ya no se puede ver en las masas trabajadoras del mundo
una “multitud ciega” que vaga en las tinieblas y carece de horizontes,
ya que la Revolución de Octubre encendió el faro que les alumbra el
camino y les brinda perspectivas. Si antes no había una tribuna
universal pública, desde la que se pudieran manifestar y plasmar los
anhelos y las aspiraciones de las clases oprimidas, hoy esta tribuna
existe y es la primera dictadura proletaria.
¿Acaso puede dudarse de que si esta tribuna fuese destruida, sobre la
vida politico-social de los “países adelantados” se abatirían para largo
tiempo las tinieblas de una negra y desenfrenada reacción? No puede
negarse que el simple hecho de la existencia del “Estado bolchevique”
pone un freno a las negras fuerzas de la reacción y facilita a las
clases oprimidas la lucha por su liberación. Y esto es precisamente lo
que explica ese odio bestial que los explotadores de todos los países
sienten hacia los bolcheviques.
La historia se repite, aunque sobre bases nuevas. Lo mismo que
antiguamente, en la época de la caída del feudalismo, la palabra
“jacobino” provocaba en los aristócratas de todos los países horror y
repugnancia, también hoy, en la época de la caída del capitalismo, la
palabra “bolchevique” provoca horror y repugnancia en la burguesía de
todos los países. Y a la inversa: así como antes el asilo y la escuela
de los representantes revolucionarios de la burguesía ascensional era
París, hoy el refugio y la escuela de los representantes revolucionarios
del proletariado ascensional es Moscú. El odio a los jacobinos no salvó
al feudalismo del derrumbamiento. ¿Acaso puede dudarse de que el odio a
los bolcheviques no salvará tampoco al capitalismo de su caída
inevitable?
Ha pasado la era de la “estabilidad” del capitalismo, arrastrando consigo la leyenda de la inamovilidad del orden burgués.
Ha comenzado la era del hundimiento del capitalismo.
4. No se debe considerar que la Revolución de Octubre es sólo una
revolución en el campo de las relaciones económicas y politico-sociales.
Es, al mismo tiempo, una revolución en los cerebros, una revolución en
la ideología de la clase obrera. La Revolución de Octubre surgió y se
consolidó bajo la bandera del marxismo, bajo la bandera de la idea de la
dictadura del proletariado, bajo la bandera del leninismo, que es el
marxismo de la época del imperialismo y de las revoluciones proletarias.
Representa, por tanto, el triunfo del marxismo sobre el reformismo, el
triunfo del leninismo sobre el socialdemocratismo, el triunfo de la III
Internacional sobre la II Internacional.
La Revolución de Octubre abrió un abismo infranqueable entre el marxismo
y la ideología socialdemócrata, entre la política del leninismo y la
política de la socialdemocracia.
Antes, hasta el triunfo de la dictadura del proletariado, la
socialdemocracia podía alardear con la bandera del marxismo, sin negar
abiertamente la idea de la dictadura del proletariado, pero sin hacer
tampoco nada, absolutamente nada, por acercar la realización de esta
idea; se comprende que esta actitud de la socialdemocracia no suponía
amenaza alguna para el capitalismo. Entonces, en aquel período, la
socialdemocracia se identificaba formalmente, o casi se identificaba,
con el marxismo.
Hoy, después del triunfo de la dictadura del proletariado, cuando todo
el mundo ha visto con claridad meridiana a dónde conduce el marxismo y
qué puede significar su triunfo, la socialdemocracia ya no puede
alardear con la bandera del marxismo, ya no puede coquetear con la idea
de la dictadura del proletariado, sin crear cierto peligro para el
capitalismo. Después de haber roto hace ya mucho con el espíritu del
marxismo, se ha visto obligada a romper también con la bandera del
marxismo, enfrentándose abierta y francamente contra la obra del
marxismo, contra la Revolución de Octubre, contra la primera dictadura
del proletariado habida en el mundo.en
los cerebros, una revolución en la ideología de la clase obrera. La
Revolución de Octubre surgió y se consolidó bajo la bandera del
marxismo, bajo la bandera de la idea de la dictadura del proletariado,
bajo la bandera del leninismo, que es el marxismo de la época del
imperialismo y de las revoluciones proletarias. Representa, por tanto,
el triunfo del marxismo sobre el reformismo, el triunfo del leninismo
sobre el socialdemocratismo, el triunfo de la III Internacional sobre la
II Internacional.
La Revolución de Octubre abrió un abismo infranqueable entre el marxismo
y la ideología socialdemócrata, entre la política del leninismo y la
política de la socialdemocracia.
Antes, hasta el triunfo de la dictadura del proletariado, la
socialdemocracia podía alardear con la bandera del marxismo, sin negar
abiertamente la idea de la dictadura del proletariado, pero sin hacer
tampoco nada, absolutamente nada, por acercar la realización de esta
idea; se comprende que esta actitud de la socialdemocracia no suponía
amenaza alguna para el capitalismo. Entonces, en aquel período, la
socialdemocracia se identificaba formalmente, o casi se identificaba,
con el marxismo.
Hoy, después del triunfo de la dictadura del proletariado, cuando todo
el mundo ha visto con claridad meridiana a dónde conduce el marxismo y
qué puede significar su triunfo, la socialdemocracia ya no puede
alardear con la bandera del marxismo, ya no puede coquetear con la idea
de la dictadura del proletariado, sin crear cierto peligro para el
capitalismo. Después de haber roto hace ya mucho con el espíritu del
marxismo, se ha visto obligada a romper también con la bandera del
marxismo, enfrentándose abierta y francamente contra la obra del
marxismo, contra la Revolución de Octubre, contra la primera dictadura
del proletariado habida en el mundo.
Ahora tenía que desentenderse y se desentendió, en efecto, del marxismo,
ya que, en las condiciones actuales, no es posible llamarse marxista
sin apoyar abierta y abnegadamente la primera dictadura proletaria del
mundo, sin librar una lucha revolucionaria contra la propia burguesía,
sin crear las condiciones para el triunfo de la dictadura del
proletariado en el propio país.
Entre la socialdemocracia y el marxismo se ha abierto un abismo. Desde
ahora, el único portador y baluarte del marxismo es el leninismo, el
comunismo.
Pero las cosas no han parado aquí. Después de deslindar los campos entre
la socialdemocracia y el marxismo, la Revolución de Octubre fue más
allá, arrojando a la primera al campo de los defensores directos del
capitalismo contra la primera dictadura proletaria habida en el mundo.
Cuando señores como los Adler y Bauer, los Wels y Levi, los Longuet y
Blum difaman al “régimen soviético”, ensalzando la “democracia”
parlamentaria, quieren decir con ello que luchan y seguirán luchando en
pro de la restauración del orden capitalista en la U.R.S.S., en pro del
mantenimiento de la esclavitud capitalista en los Estados “civilizados”.
La actual ideología socialdemócrata es el puntal ideológico del
capitalismo. Lenin tenía mil veces razón al decir que los actuales
políticos socialdemócratas son “verdaderos agentes de la burguesía en el
seno del movimiento obrero, lugarte nientes obreros de la clase de los
capitalistas” y que, en “la guerra civil entre el proletariado y la
burguesía”, se colocarán inevitablemente “al lado de los ‘versalleses’
contra los ‘comuneros'”.
No se puede acabar con el capitalismo sin acabar con el
socialdemocratismo en el movimiento obrero. Por eso, la era de la agonía
del capitalismo es, al mismo tiempo, la era de la agonía del
socialdemocratismo en el movimiento obrero.
La gran importancia de la Revolución de Octubre reside, entre otras
cosas, en que anuncia el triunfo inevitable del leninismo sobre el
socialdemocratismo en el movimiento obrero mundial.
Ha terminado la era de la dominacion de la II Internacional del socialdemocratismo en el movimiento obrero.
Ha comenzado la era de la dominación del leninismo y de la III Internacional.
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