En este mes de octubre el proletariado internacional y los pueblos
del mundo celebran el 102 Aniversario de la Revolución Socialista de
Octubre en Rusia y el 70 Aniversario de la Revolución de Nueva
Democracia en China.
Y no podía ser de otra forma por cuanto la Revolución de Octubre
cambió el curso de la historia e inauguró la Era de la Revolución
Proletaria Mundial. Así mismo, la Revolución en China despejó el camino
de la lucha revolucionaria de los pueblos de los países oprimidos y
atrasados para sacudirse de la dominación colonial/semicolonial y la
semifeudalidad.
Rusia y China abrieron la brecha en la construcción del socialismo y
dejaron lecciones trascendentales para conseguir el triunfo definitivo
sobre la burguesía y avanzar en la lucha para alcanzar el comunismo.
Especialmente, la Gran Revolución Cultural Proletaria en China
desarrolló aún más la teoría del proletariado sobre la construcción del
socialismo y resolvió como continuar la revolución bajo la dictadura del
proletariado para impedir la restauración capitalista.
Sin embargo, tanto en Rusia como en China el proletariado fue
derrotado y la nueva burguesía no solo retomó el poder del Estado sino
que restauró las relaciones capitalistas, convirtiendo estos, en países
imperialistas que hoy luchan desesperadamente con sus competidores
estadounidenses, europeos y japoneses por un nuevo reparto del mundo.
Comprender las causas de las derrotas del proletariado en los países
socialistas constituye en la actualidad una de las grandes
responsabilidades de los comunistas revolucionarios para no cometer los
mismos errores en la próxima toma del cielo por asalto.
Por tal motivo y como parte de la celebración del Octubre Revolucionario publicamos el Capítulo III, de la Propuesta de Formulación de una Línea Para la Unidad del Movimiento Comunista Internacional, referida a la Dictadura del Proletariado y a la síntesis de la valiosa experiencia histórica del proletariado internacional.
Este es además un asunto de vital importancia para la unidad de los
Marxistas Leninistas Maoístas en una nueva Internacional Comunista, pues
según Lenin:
“Quien reconoce solamente la lucha de clases no es aún marxista, puede mantenerse todavía dentro del marco del pensamiento burgués y de la política burguesa. Limitar el marxismo a la doctrina de la lucha de clases significa cercenar el marxismo, tergiversarlo, reducirlo a algo aceptable para la burguesía. Sólo es marxista quien hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado. En ello estriba la más profunda diferencia entre un marxista y un pequeño (o gran) burgués ordinario. Esta es la piedra de toque en la que deben comprobarse la comprensión y el reconocimiento reales del marxismo”. (El Estado y la revolución).
1. LA LUCHA DE CLASES Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
La lucha de clases ha sido el motor del desarrollo social desde que la sociedad se dividió en clases antagónicas. Esclavistas y esclavos, señores feudales y campesinos siervos, explotadores y explotados se han enfrentado a lo largo del proceso histórico, haciendo avanzar la sociedad hasta la época actual en donde se enfrentan burgueses y proletarios. Esta lucha de clases conduce inevitablemente a la conquista del poder político por el proletariado, al derrumbamiento violento del poder burgués, a la destrucción del aparato estatal de los capitalistas (ejército, policía, burocracia, tribunales de justicia, parlamento, etc.), para sustituirlos por los órganos de poder del nuevo Estado de Dictadura del Proletariado.
La conquista del poder por el proletariado no es una conquista
“pacífica”, facilitada por la máquina estatal burguesa mediante la
obtención de la mayoría parlamentaria. La burguesía emplea todos los
medios de violencia y de terror para conservar y consolidar su propiedad
y su dominación política —como en otro tiempo la nobleza feudal—, no
puede ceder a una nueva clase el sitio histórico que ocupa sin una lucha
encarnizada y desesperada; por eso la violencia burguesa organizada
como poder estatal, sólo puede ser destruida mediante la violencia
revolucionaria del proletariado y las masas populares.
Contra la alharaca burguesa, socialdemócrata y oportunista en defensa
de la “democracia en general”, la experiencia histórica de la lucha de
clases ha demostrado que toda democracia tiene carácter de clase. El
desarrollo y el perfeccionamiento del Estado —surgido como necesidad de
la sociedad para amortiguar el enfrentamiento entre las clases, pero
sobre todo, para garantizar los privilegios de los explotadores y
limitar los procedimientos revolucionarios de lucha de los explotados—
ha trasegado del absolutismo esclavista con democracia para los
esclavistas, a la autocracia feudal con democracia para los señores
feudales, luego a la dictadura burguesa con democracia para los
capitalistas, y de ésta, a la Dictadura del Proletariado con democracia
para el pueblo, siendo esta última una forma de dominación que ya no es
propiamente un Estado, por cuanto solo se necesita para ejercer la
dominación sobre la minoría anteriormente privilegiada, y sus funciones
se concentran cada vez más en la planificación y administración de la
nueva sociedad.
Contrario a lo que pregonan burgueses y revisionistas, toda la
experiencia del movimiento obrero mundial ha demostrado que el Estado
burgués no puede ser tomado por el proletariado con miras a utilizarlo
para sus propios fines; sino que debe ser destruido con la violencia
revolucionaria de las masas, y solo sobre las ruinas del Estado burgués,
puede el movimiento obrero construir su nuevo Estado de Dictadura del
Proletariado, última forma de Estado, necesaria para el tránsito hacia
la abolición de todas las clases, hacia la sociedad sin clases, hacia la
extinción de toda forma de Estado. Ya lo decía Marx:
Entre la sociedad capitalista y la
sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria
de la primera en la segunda, el socialismo. A este período corresponde
también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro
que la dictadura revolucionaria del proletariado. (Crítica al Programa de Gotha, Marx – 1875).
La Dictadura del Proletariado es punto necesario de transición para:
La superación de las diferencias de
clase en general, para la superación de todas las relaciones de
producción en que éstas descansan, para la superación de todas las
relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción,
para la subversión de todas las ideas que brotan de estas relaciones
sociales. (La Lucha de Clases en Francia del 1848 a 1850, Marx – 1850).
Como dominación de la clase obrera en la sociedad, la Dictadura del
Proletariado, es un nuevo tipo de Estado y a la vez el último, necesario
para eliminar las clases sociales, acabar con la explotación del hombre
por el hombre y dirigir el tránsito de la humanidad hacia el Comunismo:
la nueva sociedad sin clases. De ahí que el problema de la Dictadura
del Proletariado sea la esencia más profunda de la teoría marxista del
Estado, lacuestión fundamental en la Revolución Proletaria y la piedra de toque para diferenciar entre marxismo y oportunismo.
Dado el desarrollo desigual de la
evolución económica y política en la época del imperialismo, la
revolución proletaria mundial no puede ser considerada como un acto
único; por consiguiente, la transición de la dictadura mundial del
imperialismo a la dictadura mundial del proletariado comprende una etapa
prolongada de lucha, de derrotas y victorias del proletariado. (Programa de la Internacional Comunista, VI Congreso – 1929).
La transición de la dictadura de la burguesía a la Dictadura del
Proletariado, es un período de guerras y de insurrecciones, tanto en los
países opresores como en los países oprimidos; un periodo que comprende
la existencia simultánea en la economía mundial de los sistemas
socioeconómicos: capitalista y socialista, de relaciones “pacíficas” y
lucha armada entre ellos; un período de fundación de uniones de estados
socialistas, de guerras contra estos últimos por parte de los estados
imperialistas y de lazos cada vez más estrechos entre los pueblos.
Las derrotas de la Dictadura del Proletariado en Rusia y China, la
desaparición temporal del campo socialista por la restauración del
capitalismo en los países socialistas, no demuestran el fracaso del
comunismo, como pregonan los reaccionarios y sus acólitos, sino la
confirmación de que un nuevo sistema social sólo puede imponerse
definitivamente a través de una lucha prolongada, como lo enseña la
experiencia histórica de la humanidad. Únicamente después de la victoria
completa del proletariado en todos los países y del afianzamiento de su
poder mundial, se dará una época de edificación de la economía
socialista mundial y de acercamiento a la sociedad comunista.
2. EL NUEVO TIPO DE ESTADO DE DICTADURA DEL PROLETARIADO (forma y contenido)
La esencia de la Dictadura del Proletariado, como nuevo tipo de Estado, consiste en:
[La] fuente del poder procede de la
iniciativa directa de las masas desde abajo; en la sustitución de la
policía y el ejército –instituciones hasta ahora apartadas de las masas y
contrapuestas a ellas–, por el armamento general del pueblo; en la
sustitución de la burocracia por funcionarios elegibles y removibles por
las masas, y remunerados con salarios de obrero. (Programa para la Revolución en Colombia, UOC (MLM) – 4ª Edición, 2014).
Este nuevo tipo de Estado es un aparato de dominación sobre los
explotadores; ejercida por el pueblo en armas, cuya base organizada la
constituyen las milicias obreras y campesinas, y el ejército de obreros y
campesinos.
Pero la esencia de la Dictadura del
Proletariado no reside sólo en la violencia, ni principalmente en la
violencia. Su esencia fundamental reside en la organización y disciplina
del destacamento avanzado de los trabajadores, de su vanguardia, de su
único dirigente: el proletariado. (Saludo a los obreros Húngaros, Lenin – 27 de mayo 1919).
A diferencia de la democracia burguesa, la democracia proletaria no
tiene su centro de gravedad en la proclamación formal de los derechos y
libertades del pueblo, sino en la participación real de las masas
trabajadoras en la administración del Estado. La democracia proletaria
nada tiene que ver con el parlamentarismo burgués —sujeto y a merced de
los magnates del capital y de la bolsa—, ni con la farsa electoral de
los capitalistas a la cual son convocados los trabajadores de cuando en
cuando, para darle la apariencia democrática a la dictadura de los
explotadores.
En el socialismo la libertad consiste en que los trabajadores son
liberados de sus tradicionales opresores y explotadores: terratenientes,
burgueses e imperialistas. Los proclamados derechos de expresión y
reunión de la “democracia en general” dejan de ser una farsa, cuando se
expropia a los explotadores todas las existencias de papel y toda la
infraestructura editorial de la prensa escrita, hablada y visual, así
como los mejores edificios e instituciones, y se colocan al servicio de
las masas trabajadoras para expresarse, reunirse y celebrar sus
congresos, para educar a quienes el capitalismo embrutecía y sumía en la
ignorancia; esa es la democracia proletaria, la que también asegura a
las masas de obreros y campesinos la posibilidad efectiva de irse
liberando de manera gradual de los prejuicios religiosos, al hacer
realmente accesible para todos los trabajadores, los progresos de la
ciencia, la cultura y la civilización.
La igualdad para el proletariado consiste en acabar con las
diferencias de clase, aboliendo las clases mismas. Por tanto, mientras
haya clases, la democracia significa desigualdad, y cuando el
proletariado logre la igualdad de hecho —sin clases—, la igualdad de
todos los miembros de la sociedad frente a la posesión de los medios de
producción, entonces, se habrá extinguido la democracia.
En la búsqueda de la libertad y la igualdad, la Dictadura del
Proletariado priva de los derechos políticos a los explotadores y sus
representantes, impidiéndoles participar en las decisiones de la
sociedad. La Dictadura del Proletariado consiste, a este respecto, en
que las clases parásitas y sus representantes intelectuales y políticos
—antes privilegiados— no gozarán de privilegio alguno, no tendrán
derecho a organizar partidos políticos, ni podrán participar en la
dirección del Estado y en el ejercicio del poder; no podrán utilizar los
medios de comunicación y no tendrán siquiera “derecho a disentir” como
lo exigen los nuevos revisionistas, defensores de la libertad burguesa y
sus privilegios. La democracia proletaria es dictadura abierta sobre la
burguesía, los terratenientes e imperialistas; es la dominación
violenta de la mayoría trabajadora sobre la minoría explotadora y
democracia real para las masas trabajadoras sin distingos de sexo, raza,
religión o nacionalidad; haciendo realidad la igualdad que bajo la
dictadura de la burguesía es ficción y engaño.
Incluso en los países oprimidos semifeudales, donde la Revolución de
Nueva Democracia destruye violentamente la vieja máquina estatal y
construye el nuevo Estado dirigido por el proletariado, el poder no pasa
a manos de la burguesía, ni conserva el viejo aparato estatal. Este
nuevo tipo de Estado no es una forma de la dictadura de la burguesía
sino una forma de la Dictadura del Proletariado. En tales
países, la Dictadura del Proletariado no sólo es posible, sino
inevitable y necesaria para que la sociedad pueda transitar del
semifeudalismo al socialismo, sin tener que recorrer una etapa de
desarrollo capitalista con dictadura burguesa. Igualmente, en los países
oprimidos semifeudales, es necesario que en el mismo transcurso de la
guerra popular se destruya el viejo poder y se empiece la construcción
del nuevo Estado, estableciendo un régimen revolucionario en las Bases
de Apoyo, antes de conquistar el poder a escala nacional; las masas
deben familiarizarse con el ejercicio del poder y el gobierno en estas
regiones, para lo cual se requiere apoyarse en ellas y movilizarlas,
pues son ellas la fuerza fundamental del poder revolucionario. Esto
ayudará a crear las bases para la continuación de la lucha en el dominio
económico después de la victoria de la primera etapa de la revolución
en el país entero, y a llevar el triunfo del sector socialista sobre el
capitalista. El factor esencial aquí, es que el poder del Estado esté en manos de las masas populares dirigidas por el proletariado y su partido.
Aun cuando en los distintos países el nuevo aparato del Estado
revestirá distintas formas, es necesario que esté sustentado en la
fuerza armada de los obreros y campesinos, fuerza que no deberá estar
apartada del pueblo, como lo está en el viejo ejército permanente, sino
ligada a las masas del modo más estrecho, pues “en el sentido
militar, esta fuerza es incomparablemente más poderosa que las
anteriores y, en el sentido revolucionario, no puede ser remplazada por
ninguna otra”. (El Programa Militar de la Revolución Proletaria, Lenin – septiembre 1916).
Un Estado así es miles de veces más democrático que los aparatos anteriores pues “proporciona
una ligazón estrecha e indisoluble con las masas, con la mayoría del
pueblo, una ligazón fácil de controlar y renovar sin formalidades
burocráticas, ya que los hombres que lo integran son elegibles y
revocables a voluntad del pueblo”. (Ibídem).
Como representante de la inmensa mayoría trabajadora, el Estado de la
Dictadura del Proletariado proporciona una sólida ligazón con los
sectores más diversos del pueblo, facilitando de este modo —sin
burocracia— las más distintas y más profundas reformas y
transformaciones. Como expresión de la alianza fundamental dirigida por
el proletariado, el Estado
Proporciona una forma de organización de
la vanguardia, de la parte más consciente, más enérgica y más avanzada
de los obreros y de los campesinos, constituyendo, de este modo, un
aparato por medio del cual la vanguardia de las clases oprimidas puede
elevar, educar, instruir y guiar a toda la gigantesca masa de estas
clases, que hasta hoy ha permanecido completamente al margen de la vida
política, al margen de la historia. (Ibídem).
Como ejecutor de la voluntad del pueblo armado, el Estado
Proporciona la posibilidad de conjugar
las ventajas del parlamentarismo con las ventajas de la democracia
inmediata y directa, es decir, reúne en la persona de los representantes
elegidos por el pueblo la función legislativa y la ejecución de las
leyes que, comparado con el parlamentarismo burgués, es un avance de
trascendencia histórica mundial en el desarrollo de la democracia. (Ibídem).
El derecho de elección de los delegados y de retirarles el mandato,
la unión de los poderes ejecutivos y legislativos, las elecciones según
el principio de producción —de las fábricas, talleres, cooperativas,
etc.— y no según el principio territorial, garantiza a la clase obrera y
a las grandes masas —que marchan bajo la hegemonía de aquélla— la
participación sistemática, constante y activa en la vida económica,
política, militar y cultural, y, como consecuencia, establece una
diferencia esencial entre la república parlamentaria burguesa y la
Dictadura del Proletariado.
La principal misión histórica de la Dictadura del Proletariado es
avanzar en la supresión total de la necesidad del Estado, para lo cual:
primero, cada miembro de un Soviet, Consejo, Comuna o Asamblea
Debe realizar, sin falta, cierto trabajo
de administración del Estado; segundo, este trabajo debe variar
permanentemente, de modo tal que abarque todas las actividades de
gobierno, todas sus ramas; y, tercero, por medio de una serie de medidas
graduales, cuidadosamente elegidas, pero puestas en práctica de modo
indefectible, toda la población trabajadora sin excepción debe ser
atraída para participar con iniciativa propia en la administración del
Estado. (Borrador del Proyecto de Programa del PC(B) de Rusia, Lenin – 23 de febrero 1919).
El proletariado sólo puede lograr su definitiva emancipación
liberando a toda la humanidad. Por consiguiente, la tarea histórica de
la Dictadura del Proletariado comprende dos aspectos: la tarea interna y
la tarea externa, internacional.
La tarea interna consiste principalmente
en abolir por completo todas las clases explotadoras, desarrollar al
máximo la economía socialista, elevar la conciencia comunista de las
masas populares, eliminar las diferencias entre la propiedad de todo el
pueblo y la propiedad colectiva, entre los obreros y los campesinos,
entre la ciudad y el campo, y entre el trabajo intelectual y el manual,
eliminar toda posibilidad de resurgimiento de las clases y de
restauración del capitalismo, y crear las condiciones para hacer
realidad la sociedad comunista, en la que se aplicará el principio de
“de cada uno, según su capacidad; a cada uno, según sus necesidades.
La tarea internacional consiste
principalmente en conjurar los ataques (incluidas la intervención armada
y la descomposición pacífica) del imperialismo internacional y apoyar
la revolución mundial, hasta que los pueblos acaben definitivamente con
el imperialismo, el capitalismo y el sistema de explotación del hombre
por el hombre. La Dictadura del Proletariado seguirá siendo
absolutamente necesaria mientras no sean cumplidas estas tareas y no se
entre en la completa sociedad comunista. (Comentario Sobre la Carta Abierta del CC del PCUS, La Sociedad Socialista y la Dictadura del Proletariado, Redacción deRenmin Ribao – 1964).
3. LAS LEYES DE LA LUCHA DE CLASES EN EL SOCIALISMO
La Dictadura del Proletariado, no es el
fin de la lucha de clases sino la prolongación de esa lucha en nuevas
condiciones. Es una lucha tenaz, sangrienta e incruenta, violenta y
pacífica, guerrera y económica, pedagógica y administrativa contra las
fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad, contra los enemigos
capitalistas exteriores, contra los restos de las clases explotadoras en
el interior del país, contra los gérmenes de una nueva burguesía
surgida sobre la base de la producción mercantil que no es posible
eliminar de un solo golpe, contra los funcionarios del Estado que
degeneran y tienden a convertirse en la nueva burguesía burocrática. (La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, Lenin – 1920).
La Dictadura del Proletariado es una lucha contra los explotadores derrocados que tratarán siempre, y en mil formas, de recobrar el “paraíso” que les ha sido arrebatado. Es una lucha contra la atmósfera pequeñoburguesa, en donde se engendran constante y espontáneamente, nuevos elementos capitalistas. Es igualmente una lucha contra la influencia burguesa interna y externa que promueve el surgimiento de elementos degenerados, o nuevos burgueses, en las filas de la clase obrera, entre los funcionarios de las instituciones del Estado y en el seno del propio Partido del proletariado.
En la sociedad socialista, subsisten las
diferencias entre los obreros y los campesinos, entre la ciudad y el
campo y entre el trabajo manual y el intelectual; todavía no se ha
abolido por completo el derecho burgués, ni se está todavía en
condiciones de destruir de golpe la otra injusticia, consistente en la
distribución de los artículos de consumo “según el trabajo” (y no según
las necesidades); por consiguiente, aún existen diferencias de riqueza.
Estas diferencias, esta injusticia y el derecho burgués sólo
desaparecerán paso a paso y, necesariamente, en el curso de un largo
período… Sólo será posible hacer realidad el completo comunismo, en el
que regirá el principio: “de cada uno, según su capacidad; a cada uno,
según sus necesidades”, cuando estas diferencias hayan desaparecido y
cuando se haya abolido por completo el derecho burgués. (Comentario Sobre la Carta Abierta del CC del PCUS, La Sociedad Socialista y la Dictadura del Proletariado, Renmin Ribao – 1964).
La instauración del nuevo Estado de los obreros y campesinos no es
más que el comienzo de la revolución, y no su coronamiento. La necesidad
de llevar hasta el fin la revolución socialista en los frentes
económico, político e ideológico exigecontinuar la revolución bajo la Dictadura del Proletariado a través de revoluciones culturales.
La experiencia de la construcción del socialismo en la Unión
Soviética, China y los demás países socialistas, enseña que la sociedad
socialista cubre una etapa histórica muy larga, y que en ésta, se
desarrolla desde el principio hasta el fin la lucha de clases entre la
burguesía y el proletariado; existe el problema de“quién vencerá a quién”: el camino capitalista o el socialista, existe el peligro de restauración del capitalismo: “Mientras
esta época histórica no finalice, los explotadores siguen
inevitablemente abrigando esperanzas de restauración, esperanzas que se
convierten en tentativas de restauración”. (La revolución proletaria y
el renegado Kautsky, Lenin – 1918).
En tal sentido, la experiencia de la Gran Revolución Cultural
Proletaria en China representa un movimiento revolucionario sin
precedentes bajo el socialismo, cuyo objetivo era llevar la construcción
del socialismo hasta el final, impedir la conquista del poder por los
revisionistas y la restauración capitalista.
La Gran Revolución Cultural ha sido la
Experiencia más avanzada de la Dictadura
del Proletariado y de la revolucionarización de la sociedad. Por
primera vez, los obreros y otros elementos revolucionarios estaban
armados con una clara comprensión del carácter de la lucha de clases
bajo el socialismo, de la necesidad de levantarse y derrocar a los
seguidores del camino capitalista que inevitablemente surgen de dentro
de la sociedad socialista, y que se concentran especialmente en los más
altos niveles del partido, de luchar para hacer avanzar la
transformación socialista y minar el terreno que da origen a estos
elementos capitalistas. (Declaración del Movimiento Revolucionario Internacionalista —MRI— 1984).
Durante la Gran Revolución Cultural se criticó la idea mecanicista que se impuso entre los comunistas rusos según la cual, bastaba con avanzar en las relaciones de propiedad y en la producción socialista para garantizar el carácter socialista de la sociedad, rebatiendo esa tesis con el grito de combate ¡empeñarse en la revolución, promover la producción!. Tal comprensión le permitió al Partido Comunista de China desatar la fuerza revolucionaria de millones de obreros y campesinos, no solo en la esfera política sino además en el mismo proceso de la producción y la construcción socialista, ganando estupendas batallas que impidieron, durante una década, que los revisionistas restauraran el capitalismo en China.
Además, la
Revolución Cultural se libró como parte
de la lucha internacional del proletariado y sirvió de terreno de
entrenamiento del internacionalismo proletario, manifestado no solamente
por el apoyo dado a las luchas revolucionarias por todo el mundo, sino
también por los inmensos sacrificios del pueblo chino para prestar ese
apoyo. (Ibídem).
4. LAS DERROTAS DEL NUEVO ESTADO DE DICTADURA DEL PROLETARIADO (la experiencia histórica)
La experiencia histórica de las derrotas de la Dictadura del Proletariado en Rusia y en China, enseñó al proletariado mundial y al Movimiento Comunista Internacional que:
La clave del problema de si puede vencer
o no a la burguesía, de si avanza o permite la restauración
capitalista, reside en si puede o no persistir en el ejercicio de la
dictadura omnímoda sobre la burguesía en todos los terrenos y durante
todas las etapas del desarrollo de la revolución.
(Acerca de la Dictadura omnímoda sobre la burguesía, Chang Chun-Chiao).
El análisis crítico de la experiencia del proletariado en el poder, debe buscar la causa más profunda de su derrota temporal, en la cuestión de la forma política del nuevo tipo de Estado para ejercer la dictadura omnímoda sobre la nueva burguesía en el socialismo. Ya Marx había puntualizado su importancia: “La Comuna era, esencialmente, un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo”. (La Guerra Civil en Francia, Marx – 1871).
Y esa forma política esencial del nuevo Estado no es otra
que: el pueblo armado y funcionarios elegibles y removibles por las
masas en cualquier momento, un nuevo poder que tiene su fuente en la
iniciativa directa de las masas desde abajo, suprime el parasitismo del
viejo Estado —policía y ejército permanentes con el monopolio de las
armas, y el ejército de funcionarios burócratas— y es incompatible con
cualquier otro poder superior al suyo.
Las medidas respecto a la forma del nuevo Estado,
descubiertas por La Comuna de París, fueron llevadas a cabo por los
Soviets en Rusia y puestas en práctica durante la Gran Revolución
Cultural en China, en particular, en la Comuna de Shanghai:funcionarios
elegibles y removibles por las masas directamente y con salarios
iguales al de un obrero común; poder estatal que descanse y se apoye en
las organizaciones de las masas obreras y campesinas armadas, ejecutivas
y legislativas al mismo tiempo. Pretender ejercer la
Dictadura del Proletariado, la democracia de los obreros y campesinos
sin que éstos estén armados, sin el armamento general del pueblo, es una
ilusión. Tal es el significado de la sencilla pero profundamente sabia
afirmación del Presidente Mao: ¡El poder nace del fusil!
La experiencia histórica de la Dictadura del Proletariado representa
una lucha de clases a muerte, donde los comunistas lucharon por dirigir a
las masas en la construcción de un nuevo Estado de Dictadura del
Proletariado en Rusia y China con la forma política enseñada por La
Comuna de París, contra el oportunismo de derecha partidario de
perfeccionar o remodelar el viejo Estado —“Estado de todo el pueblo”—,
contra el oportunismo de “izquierda” defensor de la dictadura del
partido por sobre la Dictadura del Proletariado. Fue una lucha de clases
donde el proletariado y su vanguardia comunista estuvieron sometidos a
las vicisitudes de la inexperiencia en el ejercicio del poder y en la
construcción del socialismo; a la obligación de repeler las guerras
imperialistas o instigadas por los imperialistas contra el poder de los
obreros y campesinos; a enfrentar la poderosa fuerza de la costumbre en
la sociedad; y principalmente, a batirse contra el enemigo interno, el
más peligroso: el revisionismo cabecilla de la restauración capitalista.
Al final, fue derrotado el camino enseñado por La Comuna de París, y en
la práctica se impuso la concepción de Kautsky, Jrushchov y Teng
Siao-ping, cuya esencia común es separar al pueblo del poder, mantener
el Estado como si fuera un poder por encima de la sociedad, conservando
su administración en manos de los funcionarios burócratas y las armas
monopolizadas por fuerzas armadas profesionales y permanentes.
En el curso de esa lucha de clases se fue abandonando el camino de La
Comuna de París, como necesidad de la sociedad para continuar avanzando
en la abolición de todas las diferencias que ocasionan la división de
la sociedad en clases y la lucha entre ellas; se fue imponiendo el
perfeccionamiento del viejo Estado con su burocracia y su ejército
permanente como lo proponía el renegado Kautsky, cuyas ideas sobre la
democracia en general son revividas hoy por los nuevos revisionistas a
nombre de la “democracia multipartidista” y el “derecho a disentir”
esgrimidos tanto por el “Camino Prachanda” como por la “nueva síntesis”
de Avakian.
Las instituciones parásitas que protegen al capital y carcomen la sociedad burguesa fueron apuntaladas: la burocracia estatal y el ejército permanente,
forma estatal burguesa opuesta al contenido socialista de las
relaciones sociales de producción, y necesaria para la restauración del
capitalismo.
Pretender explicar las derrotas del proletariado en Rusia y China
atribuyéndoselas a los golpes palaciegos de la nueva burguesía o a que
“el maoísmo no funcionó”, es soslayar la crítica al kautskismo, que
habiendo sido derrotado teóricamente se impuso en la práctica; es evadir
el hecho de que la forma estatal burguesa terminó prevaleciendo en
estos países, y era cuestión de tiempo, que el aparato burocrático
militar se reprodujera a sí mismo, actuando como una fuerza objetiva del
capital y del capitalismo que aún subsistía y se generaba
espontáneamente en la sociedad socialista.
Las causas de la derrota del proletariado en los países socialistas
no son casualidades, ni pueden explicarse por los golpes de mano de la
burguesía o la falta de habilidad de los comunistas. El que esa forma de Estado burocrático-militar,
con funcionarios privilegiados —muchos nombrados por el Partido y
amparados por el ejército profesional— influyera determinantemente en la
marcha de la sociedad socialista hasta revertir sus relaciones sociales
de producción en capitalistas, y su propiedad socialista en propiedad
privada, era apenas la consecuencia de que los funcionarios se
corrompieran y se convirtieran en la materialización misma de la nueva
burguesía al frente de un Estado, cuya forma política ya no era
proletaria sino burguesa. Bastaron unos pocos años para que esa forma de
Estado se revelara como máquina de opresión de una minoría privilegiada
sobre la inmensa mayoría trabajadora.
5. LAS ORGANIZACIONES DE MASAS EN EL SISTEMA DE DICTADURA DEL PROLETARIADO
La base social y política de la Dictadura del Proletariado es la alianza obrero campesina, porque esta es la fuerza social para doblegar el poder del capital, vincular correctamente la agricultura y la industria en la economía socialista, y crear las condiciones que permitan acabar con la explotación del campo por la ciudad; de ahí que bajo la Dictadura del Proletariado los objetivos y las funciones de las organizaciones de masas sufren un cambio radical, empezando por las organizaciones obreras.
Los sindicatos obreros, que bajo el capitalismo se constituyen en el
arma principal en la lucha de resistencia contra la explotación
asalariada, los abusos de la burguesía y su Estado, escuelas de
socialismo y de preparación de la gran masa obrera para la revolución,
bajo la Dictadura del Proletariado se convierten en la palanca más
importante para atraer a las grandes masas proletarias a la dirección
socialista de la producción: organizaciones íntimamente ligadas al
aparato estatal, para influir en todas las ramas de la actividad,
salvaguardar los intereses de la clase obrera y luchar contra las
aberraciones burocráticas de los órganos del nuevo poder estatal. Como
lo señalaba el Programa de la Internacional Comunista:
Los sindicatos se convierten, por
consiguiente, en el armazón fundamental de las organizaciones económicas
y estatales del proletariado, por cuanto salen de su seno los cuadros
dirigentes para la labor constructiva, por cuanto atraen a esta labor a
las grandes masas proletarias y se asignan como misión especial la lucha
contra las desviaciones burocráticas que se producen inevitablemente
como consecuencia de la influencia de la burguesía en el proletariado. (Programa de la Internacional Comunista, VI Congreso – 1929).
Las organizaciones cooperativas de la clase obrera, que en las
condiciones del capitalismo están condenadas a desempeñar un papel
relativamente modesto en la lucha de resistencia contra la explotación
capitalista y en la educación de los obreros en las ideas del
socialismo, bajo la Dictadura del Proletariado pueden y deben constituir
la principal parte integrante del aparato de distribución; estas, junto
con las cooperativas agrícolas de los semiproletarios y campesinos —de
comercio, de crédito y de producción—, pueden y deben convertirse en una
de las formas fundamentales de organización para estrechar la unión
entre los obreros y los campesinos, entre la ciudad y el campo.
En esta forma, con una política acertada
del proletariado, con una lucha sistemática contra los elementos
capitalistas del campo, tanto fuera como dentro de las organizaciones
cooperativas, y bajo la dirección de la industria socialista, la
cooperación agraria se convierte en una de las palancas más poderosas
para la transformación socialista del campo, para su colectivización. (Ibídem).
Y así como las organizaciones sindicales y cooperativas cumplen un papel fundamental en la organización de la producción, la distribución y la construcción socialista, el apoyo del nuevo sistema de Gobierno reside en que las masas estén organizadas además en asambleas, comités, asociaciones, consejos comunales, etc. Así se asegura una situación ventajosa al proletariado industrial, a quien corresponde el papel dirigente debido a su mejor organización, su mayor concentración y desarrollo político. Esta situación predominante del proletariado industrial debe ser desplegada para arrancar de la influencia de los terratenientes y la burguesía agraria a las masas desposeídas de la pequeña burguesía campesina, ganándolas para participar organizadamente en la construcción socialista.
Sólo en la medida en que el proletariado eleva a sus sectores de
vanguardia hacia los “puestos de dirección” en la edificación socialista
y en la cultura; sólo en la medida en que dichos sectores vayan siendo
más nutridos, incorporando cada vez más a nuevos miembros de la clase al
proceso de transformación revolucionaria y cultural, eliminando
paulatinamente la división interna de la clase en sectores “avanzados” y
“atrasados”, se crea al mismo tiempo la garantía de la edificación
victoriosa del socialismo y la garantía contra la corrupción burocrática
y la degeneración de la clase.
6. LA CONSTRUCCIÓN DEL SOCIALISMO
Contra la alharaca de los imperialistas y socialdemócratas sobre el supuesto fracaso del socialismo, la experiencia de la construcción del socialismo en Rusia y China se levanta incólume, demostrando que durante el período de la Dictadura del Proletariado —antes de la usurpación del poder por la nueva burguesía— la sociedad en cada uno de esos países avanzó en todos los terrenos: económico, político y social.
La superioridad del socialismo fue demostrada en el poderoso
crecimiento de la economía y el desarrollo incesante de la fuerzas
productivas que, liberadas de la propiedad privada, fueron utilizadas y
dirigidas bajo un solo plan en beneficio de toda la sociedad. La
planificación económica sustituyó la anarquía de la producción
capitalista erradicando las crisis de sobreproducción y garantizando
trabajo para todas las personas.
La Unión Soviética y la China socialistas dejaron de ser países
atrasados, azotados por las hambrunas y las calamidades naturales, y
lograron acabar con el hambre, erradicar el analfabetismo y electrificar
el campo; elevando el nivel de vida de las masas, principalmente
campesinas, sojuzgadas, embrutecidas y marginadas de los avances de la
civilización en el capitalismo.
Estos países socialistas fueron pioneros en la medicina preventiva,
lograron erradicar enfermedades consideradas endémicas, marchar al
frente en la campaña para aniquilar la viruela en el mundo, garantizar
salubridad pública universal y gratuita, aumentar la esperanza de vida y
reducir la mortalidad infantil.
La mujer, condenada bajo el capitalismo a la doble opresión y
explotación, adquirió en el socialismo los mismos derechos que el
hombre. La socialización de las labores domésticas y de la crianza de
los hijos le brindó, no la igualdad formal burguesa sino la igualdad
real en el acceso a la educación y al trabajo, igualdad de salarios e
igualdad en la participación en la vida social y política.
Así mismo, la experiencia de la edificación del socialismo demostró
que no basta con la socialización de los medios de producción y la
planificación económica; que no basta con tomar la agricultura como base
y la industria como el factor dirigente de esa planificación; que no
basta con desarrollar las fuerzas productivas; que no basta con que los
obreros y los campesinos reemplacen los científicos, académicos y
técnicos burgueses… para liberar a los trabajadores de la enajenación y
la alienación se hace necesario llevar la revolución a la producción
misma, vinculando a las masas conscientemente al plan unificado, a la
dirección del proceso productivo, al control de su ejecución, así como
al control de la distribución de los bienes producidos. Al fin y al
cabo, “el comunismo comienza cuando las masas dejan de trabajar
únicamente para sus parientes y se ponen a trabajar conscientemente para
hacer avanzar la sociedad entera y llegar al objetivo final de un mundo
comunista”. (Lenin, citado en Principios fundamentales para la unidad de los ML y para la Línea del MCI – 1980).
7. EL PARTIDO Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
Durante todo el período histórico de la edificación socialista, el Partido del Proletariado es indispensable;
sin tal partido, la Dictadura del Proletariado no está en condiciones
de llevar a cabo la lucha contra la burguesía y la reacción, reeducar a
los campesinos y demás pequeños productores, consolidar constantemente
las filas del proletariado y realizar la transición al comunismo.
El Partido del Proletariado es el único capaz de dirigir a todos los trabajadores porque
representa los intereses del proletariado y encarna sus ideas y su
voluntad, porque sólo el proletariado puede liberarse definitivamente a
sí mismo emancipando a toda la humanidad; porque, por su naturaleza de
clase, el Partido del Proletariado sabe enfocar los problemas desde este
punto de vista y en función de sus intereses presentes y futuros;
porque es infinitamente fiel al pueblo y está imbuido del espíritu de
auto-sacrificio, y porque, gracias a todo esto, puede establecerse en su
seno el centralismo democrático y la disciplina férrea, no basada en la
fuerza de las armas sino en la conciencia. Sin un partido de este tipo
es imposible mantener la Dictadura del Proletariado y conducir la
sociedad al comunismo.
El Partido debe conquistar la dirección de la lucha de masas y de la
revolución en la práctica, aplicando correctamente la línea de masas;
reforzando continuamente su rol dirigente haciendo que la clase obrera y
las masas populares eleven constantemente su nivel político y
organizativo y conscientemente se comprometan cada vez más en las tareas
de la revolución; de esta manera, el partido irá creando las
condiciones para la extinción de la Dictadura del Proletariado y la
extinción final del Partido, junto a la extinción de las clases en el
Comunismo.
La experiencia histórica de la Dictadura del Proletariado en el siglo
pasado deja en claro que el Movimiento Comunista Internacional debe
restablecer la misión del Partido: llevar la conciencia
socialista al movimiento obrero, organizar su lucha de clase y dirigirla
hacia el socialismo y el comunismo, su meta mundial y objetivo final.
El Partido no es el salvador de la clase obrera sino su destacamento
de vanguardia, su parte más consciente, quien debe organizarla y
movilizarla para que ella se libere a sí misma. La misión del Partido de
la clase obrera en el socialismo no cambia en esencia, sólo se
desarrolla con otras formas y por otros medios, por tanto, no es el Partido quien ejerce la dictadura sino la clase;
no es el Partido el que decide quién gobierna sino las masas armadas,
sus asambleas, consejos, comunas o soviets; son las masas quienes
deciden qué personas y qué funcionarios necesitan.
El partido no impone sus decisiones políticas sino que moviliza a las
masas para que éstas comprendan, en el curso del movimiento, sus
consignas y sus metas. El partido no reemplaza a las masas controlando
qué hace o deja de hacer el Estado, como pregonan los revisionistas
post-MLM; su misión es defender los intereses de los proletarios y
formular sus tareas, tanto inmediatas como futuras.
Como quiera que la lucha de clases en la sociedad socialista se
refleja inevitablemente en el seno del Partido Comunista, la burguesía y
el imperialismo comprendieron que para hacer degenerar a un país
socialista en país capitalista es necesario hacer degenerar primero al
partido comunista en partido revisionista. En ese sentido, es deber de
los comunistas luchar decididamente para salvaguardar y reforzar el
carácter proletario revolucionario y el rol de vanguardia del partido,
también deben actuar conforme a la ley objetiva en la sociedad
socialista, según la cual en el Partido se concentra la lucha entre las
dos líneas, el marxismo y el oportunismo; la lucha entre las dos vías,
el socialismo y el capitalismo; y numerosas veces, la lucha entre los
“estados mayores” proletarios y burgueses que se forman al interior del
Partido.
Para bloquear las tentativas de las fuerzas reaccionarias,
concentradas en las altas esferas del partido y la base social que
movilizan, es necesario revolucionar continuamente al partido mismo,
como parte de la revolucionarización de toda la sociedad. Esto debe
hacerse desencadenando la actividad consciente de las masas,
organizándolas y movilizándolas para la lucha ideológica y política en
todos los aspectos de la sociedad, dirigiendo el centro de la lucha
contra los dirigentes revisionistas que ocupan puestos de dirección.
Ya no basta admitir que la Dictadura del Proletariado es la piedra de
toque para diferenciar entre marxismo y oportunismo, se hace necesario
además admitir la necesidad de la continuación de la revolución bajo
la Dictadura del Proletariado en el socialismo a través de las
revoluciones culturales, y reafirmar la necesidad de sustituir la vieja
máquina burocrático militar de funcionarios privilegiados y ejército
permanente, por funcionarios elegibles y removibles en cualquier momento
por el pueblo armado: el poder de las masas sobre el cual no exista poder alguno, ni siquiera del mismo Partido Comunista del Proletariado.
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