El pueblo de Chile se levanta con violencia revolucionaria en todas las principales ciudades
“No es por 30 pesos, es por 30 años”. Esta consigna escrita en
las calles resume el sentir de las masas en la segunda jornada de
protesta. El nuevo aumento de $30 en el costo del transporte sólo fue la
chispa que terminó por incendiar la pradera seca.
Desde la salida de Pinochet y la Junta Militar fascista, hace ya 30 años, los sucesivos gobiernos reaccionarios han seguido profundizando sistemáticamente las medidas del Consenso de Washington y sus resultados están a la vista de todos. La crisis sistemática en la salud pública, en vivienda, educación, las pensiones de hambre y el aumento sostenido del costo de vida fuerzan al endeudamiento y son una carga enorme sobre los hombros del 99% de la población. En el campo, el saqueo del agua en beneficio de empresas imperialistas y terratenientes mantiene a los pequeños y medianos campesinos en una situación crítica.
Durante estos 30 años el movimiento popular no ha dejado de luchar ni de hacer esfuerzos por reorganizarse, destacando en ello el movimiento mapuche por autonomía y recuperación de tierras. Pero el peso de las dirigencias oportunistas y revisionistas ha sido también una gran carga que sistemáticamente desvía el camino del pueblo hacia el pacifismo y la participación en este viejo Estado, aún cuando todas las instituciones del gobierno, parlamento, poder judicial, fuerzas armadas, carabineros y hasta la iglesia han caído en completo descrédito a ojos de las masas.
Hoy, el tercer día de protestas masivas de carácter nacional, el pueblo de Chile se levanta con violencia revolucionaria en todas las principales ciudades.
Resultados de la segunda jornada de protesta
Millones de personas se alzaron en protesta en todas las principales ciudades del país durante la jornada del 19 de octubre. En cada calle importante, en cada población de Santiago, Valparaíso, Concepción, Temuco, La Serena y Coquimbo, las masas se lanzaron a las calles en grupos de varios cientos de personas. También en pueblos y ciudades pequeñas de la Región de O’Higgins, Aysén, Valdivia y en las principales carreteras se hicieron manifestaciones mediante cortes de rutas.
Aun cuando el gobierno había dispuesto estado de emergencia y toque de queda, las masas se mantuvieron en las calles enfrentando con valentía y violencia revolucionaria a la cobardía del gobierno y su violencia reaccionaria. Se registraron centenares de asaltos a tiendas del capital monopólico. Los locales de la empresa imperialista Wallmart junto a otras cadenas monopolistas del retail y las farmacias fueron el principal blanco en esta segunda jornada. Los productos de las estanterías fueron recuperados y repartidos entre la población y decenas de locales resultaron quemados. Tres personas murieron como resultado de los incendios y se ha confirmado dos personas heridas de gravedad por los fusiles de guerra de los militares destinados a la protección de uno de los supermercados.
El estado de emergencia se ha aplicado hasta ahora en toda la Región Metropolitana de Santiago y se ha extendido a las regiones de Valparaíso, Biobío, Coquimbo, Antofagasta, O’Higging y Valdivia. Los ministros de Gobierno insisten en tildar a las masas de delincuentes y vándalos, para justificar con ello el estado de emergencia, el toque de queda y el aumento del contingente militar hasta 9000 efectivos, los cuales se suman a toda las fuerzas policiales y de gendarmería en su intento de establecer el control de la población.
Junto con eso, se comienza a aplicar la política de masas contra masas, algunos dirigentes vecinales denuncian que «se aprovechan que en la población hay elementos desclasados, que siguen acciones impulsadas por civiles o mandados por civiles y actúan como fuerzas paramilitares atentando contra otros vecinos.» Además buscan aplacar la protesta llamando a oponerse a la protesta violenta, al mismo tiempo que se despliega el cerco de las informaciones, mediante el bloqueo de las cuentas de redes sociales de algunas agrupaciones de la prensa alternativa.
Se ha informado oficialmente de más de mil detenidos en lo que va de las protestas, pero esto no aplaca el ímpetu de las masas, que se enfrentan con valentía a policías y militares, gritándoles en la cara su papel de asesinos del pueblo y continúan desafiándolos para reunirse a protestar. Incluso en los sectores más acomodados de Santiago, como es Lo Barnechea, se han desarrollado marchas de los pobres para enfrentar a la indignante riqueza de los ricos.
La violencia expresa su fuerza transformadora
El sentir de las masas es ahora claro: en Chile no hay democracia y la policía y el ejército sólo está para defender la gran propiedad. El Estado y todas sus instituciones han profundizado su bancarrota, demostrando que son completamente inútiles para resolver las necesidades de la amplia mayoría de la población.
El sentir de un amplio sector es que el pueblo ha levantado su dignidad. Ya en la calle no se habla de “la gente”, ni “la ciudadanía” como lo hace la reacción. Se ha vuelto a llamar a sí mismo pueblo, con toda el magnífico significado de la palabra.
Y este pueblo ha vuelto a reconocer el potencial de su propia fuerza, tal como ha ocurrido recientemente en Perú, Brasil y Ecuador.
En sólo dos días de protestas populares la violencia revolucionaria de las masas expresa su fuerza transformadora.
Tras el primer día de protesta el gobierno ya anunciaba que se revertiría inmediatamente el alza del transporte, pero ya era demasiado tarde y, en lugar de aplacar la protesta ésta aumentó al quedar en claro que habrían podido hacerlo mucho antes y que se quiere mucho más que eso.
Asimismo en el sector de Putaendo, región de Valparaíso, donde el acaparamiento de agua por parte de los terratenientes y la gran minería ha arruinado a los pequeños campesinos, el río Aconcagua que estaba completamente seco hasta el viernes, amaneció el sábado con abundante agua luego de que la empresa Codelco abriera las compuertas. Los campesinos y organizaciones que vienen denunciando su situación con la consigna “no es sequía, es saqueo”, atribuyen a las protestas urbanas el sorpresivo mejoramiento de su situación.
Con estos y otros inmumerables ejemplos las masas han comenzado a vivenciar la fuerza transformadora de la lucha popular violenta, y el podrido pacifismo promovido por la reacción, el oportunismo y el revisionismo suenan ahora como palabras vacías, por más que sean promovidas en todos los medios de la prensa reaccionaria y traten éstos de aparentar ser los defensores del descontento popular.
Para hoy y los días siguientes se prevén nuevas protestas de masas. Organizaciones de estudiantes, trabajadores y pobladores se han visto empujadas por sus bases a convocar a jornadas de movilización para mañana lunes y puede esperarse que estas marchas sobrepasen la legalidad y el toque de queda para seguir desarrollando la protesta popular.
Desde la salida de Pinochet y la Junta Militar fascista, hace ya 30 años, los sucesivos gobiernos reaccionarios han seguido profundizando sistemáticamente las medidas del Consenso de Washington y sus resultados están a la vista de todos. La crisis sistemática en la salud pública, en vivienda, educación, las pensiones de hambre y el aumento sostenido del costo de vida fuerzan al endeudamiento y son una carga enorme sobre los hombros del 99% de la población. En el campo, el saqueo del agua en beneficio de empresas imperialistas y terratenientes mantiene a los pequeños y medianos campesinos en una situación crítica.
Durante estos 30 años el movimiento popular no ha dejado de luchar ni de hacer esfuerzos por reorganizarse, destacando en ello el movimiento mapuche por autonomía y recuperación de tierras. Pero el peso de las dirigencias oportunistas y revisionistas ha sido también una gran carga que sistemáticamente desvía el camino del pueblo hacia el pacifismo y la participación en este viejo Estado, aún cuando todas las instituciones del gobierno, parlamento, poder judicial, fuerzas armadas, carabineros y hasta la iglesia han caído en completo descrédito a ojos de las masas.
Hoy, el tercer día de protestas masivas de carácter nacional, el pueblo de Chile se levanta con violencia revolucionaria en todas las principales ciudades.
Resultados de la segunda jornada de protesta
Millones de personas se alzaron en protesta en todas las principales ciudades del país durante la jornada del 19 de octubre. En cada calle importante, en cada población de Santiago, Valparaíso, Concepción, Temuco, La Serena y Coquimbo, las masas se lanzaron a las calles en grupos de varios cientos de personas. También en pueblos y ciudades pequeñas de la Región de O’Higgins, Aysén, Valdivia y en las principales carreteras se hicieron manifestaciones mediante cortes de rutas.
Aun cuando el gobierno había dispuesto estado de emergencia y toque de queda, las masas se mantuvieron en las calles enfrentando con valentía y violencia revolucionaria a la cobardía del gobierno y su violencia reaccionaria. Se registraron centenares de asaltos a tiendas del capital monopólico. Los locales de la empresa imperialista Wallmart junto a otras cadenas monopolistas del retail y las farmacias fueron el principal blanco en esta segunda jornada. Los productos de las estanterías fueron recuperados y repartidos entre la población y decenas de locales resultaron quemados. Tres personas murieron como resultado de los incendios y se ha confirmado dos personas heridas de gravedad por los fusiles de guerra de los militares destinados a la protección de uno de los supermercados.
El estado de emergencia se ha aplicado hasta ahora en toda la Región Metropolitana de Santiago y se ha extendido a las regiones de Valparaíso, Biobío, Coquimbo, Antofagasta, O’Higging y Valdivia. Los ministros de Gobierno insisten en tildar a las masas de delincuentes y vándalos, para justificar con ello el estado de emergencia, el toque de queda y el aumento del contingente militar hasta 9000 efectivos, los cuales se suman a toda las fuerzas policiales y de gendarmería en su intento de establecer el control de la población.
Junto con eso, se comienza a aplicar la política de masas contra masas, algunos dirigentes vecinales denuncian que «se aprovechan que en la población hay elementos desclasados, que siguen acciones impulsadas por civiles o mandados por civiles y actúan como fuerzas paramilitares atentando contra otros vecinos.» Además buscan aplacar la protesta llamando a oponerse a la protesta violenta, al mismo tiempo que se despliega el cerco de las informaciones, mediante el bloqueo de las cuentas de redes sociales de algunas agrupaciones de la prensa alternativa.
Se ha informado oficialmente de más de mil detenidos en lo que va de las protestas, pero esto no aplaca el ímpetu de las masas, que se enfrentan con valentía a policías y militares, gritándoles en la cara su papel de asesinos del pueblo y continúan desafiándolos para reunirse a protestar. Incluso en los sectores más acomodados de Santiago, como es Lo Barnechea, se han desarrollado marchas de los pobres para enfrentar a la indignante riqueza de los ricos.
La violencia expresa su fuerza transformadora
El sentir de las masas es ahora claro: en Chile no hay democracia y la policía y el ejército sólo está para defender la gran propiedad. El Estado y todas sus instituciones han profundizado su bancarrota, demostrando que son completamente inútiles para resolver las necesidades de la amplia mayoría de la población.
El sentir de un amplio sector es que el pueblo ha levantado su dignidad. Ya en la calle no se habla de “la gente”, ni “la ciudadanía” como lo hace la reacción. Se ha vuelto a llamar a sí mismo pueblo, con toda el magnífico significado de la palabra.
Y este pueblo ha vuelto a reconocer el potencial de su propia fuerza, tal como ha ocurrido recientemente en Perú, Brasil y Ecuador.
En sólo dos días de protestas populares la violencia revolucionaria de las masas expresa su fuerza transformadora.
Tras el primer día de protesta el gobierno ya anunciaba que se revertiría inmediatamente el alza del transporte, pero ya era demasiado tarde y, en lugar de aplacar la protesta ésta aumentó al quedar en claro que habrían podido hacerlo mucho antes y que se quiere mucho más que eso.
Asimismo en el sector de Putaendo, región de Valparaíso, donde el acaparamiento de agua por parte de los terratenientes y la gran minería ha arruinado a los pequeños campesinos, el río Aconcagua que estaba completamente seco hasta el viernes, amaneció el sábado con abundante agua luego de que la empresa Codelco abriera las compuertas. Los campesinos y organizaciones que vienen denunciando su situación con la consigna “no es sequía, es saqueo”, atribuyen a las protestas urbanas el sorpresivo mejoramiento de su situación.
Con estos y otros inmumerables ejemplos las masas han comenzado a vivenciar la fuerza transformadora de la lucha popular violenta, y el podrido pacifismo promovido por la reacción, el oportunismo y el revisionismo suenan ahora como palabras vacías, por más que sean promovidas en todos los medios de la prensa reaccionaria y traten éstos de aparentar ser los defensores del descontento popular.
Para hoy y los días siguientes se prevén nuevas protestas de masas. Organizaciones de estudiantes, trabajadores y pobladores se han visto empujadas por sus bases a convocar a jornadas de movilización para mañana lunes y puede esperarse que estas marchas sobrepasen la legalidad y el toque de queda para seguir desarrollando la protesta popular.
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