A los pueblos de Chiapas y el Istmo de Tehuantepec.
A los pueblos hermanos de Morelos, Tlaxcala, Puebla, Guerrero, Estado de México y Ciudad de México.
El
dolor y el temor invaden millones de pechos proletarios y populares en
el centro y sur del país; un temor angustiante que va en aumento ante la
inusitada serie de catástrofes que han azotado esta parte del
territorio nacional en una temporada demasiado breve.
El
recuento de al menos cuatro huracanes que azotaron en esta época de
lluvias, dejando a su paso decenas de muertos e incalculables daños
materiales en viviendas e infraestructura comunitaria, particularmente
en el sur y sureste mexicano.
Así
mismo, el sismo del pasado 7 de Septiembre de 8.2 grados sobre la escala
de Richter que devastó comunidades y localidades enteras en municipios
de Chiapas y la región del Istmo de Tehuantepec en Oaxaca, dejando hasta
el momento 98 muertos, además cientos, tal vez miles, de viviendas
afectadas con daño total, daño significativo o daño parcial, así como
daños en infraestructura comunitaria como centros y casas de salud,
escuelas, caminos y carreteras, bibliotecas, etc. aunado a la falta de
servicios como agua, luz y drenaje que ha dejado ya miles y miles de
damnificados, evidenciando la total incapacidad del aparato del viejo y
corrupto estado burgués-terrateniente para enfrentar estos desastres que
no solamente son “naturales”, como justifica la clase en el poder, sino
también de planeación, de desarrollo y atención a los asentamientos
humanos, donde las localidades más precarizadas, donde viven los más
pobres de entre los pobres, son las que más sufren en estos casos.
Hoy, 19
de Septiembre, justamente a 32 años de aquel sismo que azotó el centro
del país en 1985, nuevamente un temblor con un movimiento de 7.1 grados
sobre la escala de Richter ha generado derrumbes de edificios,
viviendas, centros comerciales, fábricas y escuelas en estados como
Morelos, Puebla, Estado de México, Guerrero y la Ciudad de México, lo
que ya ha provocado un número aún indeterminado, y desafortunadamente
creciente, de decesos en zonas proletarias y populares de estas
ciudades.
Las
escenas en los medios de comunicación hoy 19 de Septiembre en el centro
del país, son las mismas de hace tan sólo doce días en el Istmo y
Chiapas, o hace un mes, o hace mes y medio, o hace dos meses en el Sur y
Sureste de México…
Son las mismas escenas de hace treinta y dos años en la Ciudad de México…
Es el
pueblo trabajador salvando al pueblo trabajador; ayudando en las labores
de rescate, solidarizándose en la tragedia, movilizándose desde sus
organizaciones barriales, vecinales, comunitarias, gremiales y sociales
para auxiliar a sus hermanos de clase. Para auxiliar también a la
pequeña y mediana burguesía que de igual forma ha sido golpeada por esta
tragedia.
Pero
estas escenas tienen otra cara, la de la opacidad, la de la ausencia, la
de la indiferencia total o el proselitismo vulgar de las clases
parasitarias y sus partidos electoreros. La de una burguesía burocrática
insensible ante el dolor y más preocupada por salir en la foto para
promocionarse o mantener el orden social en donde la rabia se desborda,
haciendo ejercicios de militarización de zonas devastadas previniendo
brotes de insurrección como ocurre actualmente en algunos municipios del
Istmo Rebelde. La de una burguesía compradora que se dedica a expoliar a
las masas populares con especulación, acaparamiento, organización de
rapiña con una logística impresionantemente eficaz, etc. La de los
latifundios que preparan las condiciones para vender su “apoyo” a cambio
de trabajo gratuito y la esclavización de nuevas generaciones de
trabajadores, en colusión con grandes empresas inmobiliarias y el propio
estado, para los “créditos hipotecarios” que pretenden imponerle a los
pobres del campo y las pequeñas ciudades. Otra parte de esto son las
mafias que en las grandes ciudades explotan el dolor aprovechándose de
la solidaridad de la gente pobre para lucrar con fines diversos. En fin,
el rostro nauseabundo y explotador de la clase burguesa en el poder y
sus distintas facciones que viven y se regodean en medio del dolor, la
sangre y la miseria del pueblo trabajador.
En
estos momentos es imperativo que las masas populares y la clase obrera
mantengamos desde nuestras organizaciones la solidaridad de clase y los
mecanismos de auto-organización como son los grupos de rescate, las
brigadas de asistencia médica, los núcleos de apoyo en tareas de
evacuación, los centros de acopio respaldados por las diversas
organizaciones sociales, sindicales, ONGs, etc. pertenecientes al
movimiento popular y que cuentan con honorabilidad dentro del
movimiento, los albergues y cocinas-comedores comunitarios, etc. para
tratar de atender la emergencia, establecer la calma y salud del pueblo,
atender el duelo que legítimamente afecta a grandes sectores del pueblo
trabajador y hacer la cuantificación de los daños que nos ha generado
no la naturaleza en sí; sino la política de desarrollo urbano y social
de la burguesía, que genera hacinamiento, falta de planeación, falta de
cultura ante contingencias, falta de servicios de emergencia y falta
total de sensibilidad humana. Todas ellas como parte de este odioso
régimen que padecemos.
Es
importante atender entonces este momento sin dejar de observar el
siguiente: el de la organización de la inconformidad, la de la
potencialización de la rabia y la de la direccionalidad del dolor, para
transformar todo ese caos en una propuesta tendiente a resolver de fondo
toda esta situación, por lo que desde ya nuestra organización, que
tiene al menos trece comunidades afectadas en la Región del Istmo de
Tehuantepec, propone la formación de Asambleas Barriales, Locales,
Sectoriales, Municipales, Regionales y Estatales de Damnificados, así
como una gran Asamblea Nacional de Damnificados capaz de organizar y
dirigir la lucha y la fuerza de todos aquellos y aquellas que estamos
atravesando esta difícil situación.
Hoy
como en 1985 es momento de que el pueblo trabajador, en medio de la
tragedia, asuma la tarea de ser una clase en sí, para convertirse en una
clase para sí.
CORRIENTE
DEL PUEBLO SOL ROJO mantendrá sus Centros de Acopio en el Zócalo de
Oaxaca y la Agencia Comunitaria de Santa Rosa Panzacola, así como el
apoyo médico con las Brigadas de Salud por parte de nuestros compañeros
sindicalistas de la Sección 9 del Sindicato Independiente Nacional de
Trabajadores de Salud y la de Coordinadora de Bases del Seguro Social,
pertenecientes a la Sección 28 del SNTSS.
Externamos
nuestro respeto y condolencias a las familias del pueblo que han
resentido la pérdida de algún ser querido. Nuestra solidaridad sincera y
material con aquellas familias trabajadoras que han perdido lo poco que
tenían tras una vida de trabajo.
¡Solidaridad y organización de clase ante el dolor y la tragedia!
CORRIENTE DEL PUEBLO SOL ROJO
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