viernes, 13 de enero de 2017

Las enseñanzas de la crisis

lenin1917

Lenin, 22 de abril (5 de mayo) de 1917. Publicado el 6 de mayo (23 de abril) de 1917 en el nº 39 del diario “Pravda”. T. 31, págs. 324-327.

 Petrogrado y toda Rusia han vivido una seria crisis política, la primera crisis política desde la revolución.
El 18 de abril, el Gobierno Provisional aprobó su nota, tristemente célebre, confirmando los rapaces objetivos anexionistas de la guerra con claridad suficiente para provocar la indignación de las amplias masas, que habían creído honradamente en los deseos (y la capacidad) de los capitalistas de “renunciar a las anexiones”. El 20 y 21 de abril Petrogrado era un hervidero. Las calles estaban llenas de gente; día y noche se formaban por doquier pequeños y grandes grupos y se celebraban mítines de variadas proporciones; no cesaban las manifestaciones y demostraciones de masas. Según parece, la crisis, o al menos su primera etapa, ha terminado ayer, el 21 de abril, por la noche. El Comité Ejecutivo del Soviet de diputados obreros y soldados, y a continuación el propio Soviet, han declarado satisfactorias las “explicaciones”, las enmiendas a la nota, las “aclaraciones” del gobierno (que se reducen a frases quo no dicen absolutamente nada, ni cambian nada, ni obligan a nada) y han dado por “terminado el incidente”.
El futuro mostrará si las amplias masas del pueblo consideran “terminado el incidente”. Nuestra misión consiste ahora en estudiar atentamente qué fuerzas, qué clases se han revelado en la crisis y sacar de ello enseñanzas para el partido del proletariado. Porque la gran importancia de toda crisis consiste en que pone al descubierto lo oculto, deja a un lado lo convencional, lo superficial y mezquino, barre la escoria política y revela los verdaderos resortes de la lucha de clases que se libra en realidad.
Con su nota del 18 de abril, el gobierno de los capitalistas no hizo más, en rigor, que reiterar sus notas anteriores, en las que recubría la guerra imperialista con salvedades diplomáticas. Las masas de soldados se indignaron, pues creían honradamente en la sinceridad y en el deseo de paz de los capitalistas. Las manifestaciones empezaron como manifestaciones de soldados con una consigna contradictoria, inconsciente e incapaz de conducir a parte alguna: “¡Abajo Miliukov!” (¡como si un cambio de personas o de grupos pudiera cambiar la esencia de la política!).
Esto significa que la gran masa inestable y vacilante, la más próxima al campesinado y pequeñoburguesa en un sentido científico clasista, se apartó de los capitalistas y se puso de lado de los obreros revolucionarios. Esta fluctuación o movimiento de las masas, capaces por su fuerza de decidirlo todo, es precisamente lo que produjo la crisis.
Inmediatamente comenzaron a ponerse en movimiento, a actuar en la calle y a organizarse no los elementos intermedios, sino los extremos, no la masa pequeñoburguesa intermedia, sino la burguesía y el proletariado.
La burguesía ocupa la Avenida Nevski (la avenida “Miliukov”, como dijo un periódico) y los barrios adyacentes del Petrogrado rico, del Petrogrado de los capitalistas y los funcionarios. Oficiales, estudiantes y “clases medias” se manifiestan a favor del Gobierno Provisional, y entre las consignas se encuentra con frecuencia en las banderas una inscripción: “¡Abajo Lenin!”
El proletariado se lanza a la calle desde sus centros, desde los suburbios obreros, organizado en torno a los llamamientos y las consignas del Comité Central de nuestro partido. El 20 y 21, el Comité Central adopta resoluciones que el aparato de la organización hace llegar inmediatamente a las masas del proletariado. Las manifestaciones obreras inundan los barrios no ricos y menos céntricos de la ciudad; y, después, penetran por partes en la Nevski. Las manifestaciones de los proletarios se distinguen a todas luces de las de la burguesía porque abarcan a mayores masas y están más unidas. En sus banderas se lee entre otras inscripciones: “¡Todo el poder al Soviet de diputados obreros y soldados!”
En la Nevski se producen choques. Las banderas de las manifestaciones “contrarias” son desgarradas.  Desde distintos lugares se comunica por teléfono al Comité Ejecutivo que ambos bandos han disparado y hay muertos y heridos; las noticias, no comprobadas, son contradictorias en extremo.
La burguesía expresa con gritos sobre “el espectro de la guerra civil” su temor a que las verdaderas masas, la verdadera mayoría del pueblo, tomen el poder en sus manos. Los líderes pequeñoburgueses del Soviet, los mencheviques y los populistas, que ni después de la revolución, en general, ni durante los días de la crisis, en particular, han tenido una línea de partido bien definida, se dejan amedrentar. En el Comité Ejecutivo, donde la víspera había votado casi la mitad contra el Gobierno Provisional, se reúnen 34 votos (frente a 19) a favor del retorno a la política de confianza en los capitalistas y de conciliación con ellos.
Se da por “terminado” el “incidente”.
¿Cuál es el fondo de la lucha de clases? Los capitalistas están a favor de la prolongación de la guerra, quieren en cubrirlo con frases y promesas; están presos en las redes del capital bancario ruso, anglo-francés y norteamericano. El proletariado, representado por su vanguardia consciente, está a favor de que el poder pase a la clase revolucionaria, a la clase obrera y los semiproletarios; a favor del desarrollo de la revolución obrera mundial, que crece evidentemente también en Alemania, a favor de la terminación de la guerra por medio de esa revolución.
La gran masa, principalmente pequeñoburguesa, que presta crédito aún a los líderes mencheviques y populistas, que está asustada hasta la médula por la burguesía y sigue, con algunas reservas, la línea de ésta, oscila tan pronto a la derecha como a la izquierda.
La guerra es espantosa. Las amplias masas son precisamente las que más lo sienten; es en sus filas donde cunde la conciencia todavía no clara, ni mucho menos, de que esta guerra es criminal, de que su causa son las rivalidades y discordias de los capitalistas por el reparto de su botín. La situación mundial se embrolla más y más. <o hay otra salida que la revolución obrera mundial, que en Rusia ha adelantado actualmente a otros países, pero que también en Alemania hace avances visibles (huelgas, confraternización en el frente). Y las masas vacilan entre la confianza en sus antiguos señores, los capitalistas, y la cólera contra ellos; entre la confianza en la clase nueva, que abre el camino de un porvenir luminoso para todos los trabajadores, en la única clase consecuentemente revolucionaria, el proletariado, y la comprensión confusa de su papel histórico-mundial.
¡No es ésta la primera ni tampoco la última vacilación de la masa pequeñoburguesa y semiproletaria!
¡La enseñanza es clara, camaradas obreros! El tiempo no espera. Tras la primera crisis vendrán otras. ¡Consagrad todas las fuerzas a ilustrar a los rezagados, a estrechar en masa las relaciones fraternales y directas (no sólo en los mítines) con cada regimiento, con cada grupo de las capas trabajadoras que no ven todavía claro! ¡Consagrad todas las fuerzas a vuestra propia cohesión, a organizar a los obreros de abajo arriba, hasta el último distrito, hasta la última fábrica, hasta la última barriada de la capital y sus suburbios! ¡No os dejéis desorientar por los “conciliadores” pequeñoburgueses, dispuestos a pactar con los capitalistas, por los defensistas, por los partidarios de la “política de apoyo”, ni por individuos aislados, inclinados a apresurarse y a exclamar, antes de haber logrado una sólida cohesión de la mayoría del pueblo: “¡Abajo el Gobierno Provisional!” La crisis no puede ser superada por la violencia de algunas personas aisladas sobre otras, mediante acciones parciales de pequeños grupos armados, mediante intentonas blanquistas de “conquista del poder”, “detención” del Gobierno Provisional, etc.
La consigna del momento es: explicar con mayor exactitud, claridad y amplitud la línea del proletariado, su camino para poner fin a la guerra. ¡Formad por doquier más firme y ampliamente las filas y columnas proletarias! ¡Cerrad filas alrededor de vuestros Soviets y, dentro de ellos, tratad de unir en torno vuestro a la mayoría mediante la persuasión fraternal y la renovación de algunos de sus miembros!

Extraído del blog Cultura Proletaria

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