Lenin, 22 de abril (5 de mayo) de 1917. Publicado el 6 de mayo (23 de abril) de 1917 en el nº 39 del diario “Pravda”. T. 31, págs. 324-327.
Petrogrado y toda Rusia han vivido una seria crisis política, la primera crisis política desde la revolución.
El 18 de abril, el Gobierno Provisional aprobó su nota, tristemente
célebre, confirmando los rapaces objetivos anexionistas de la guerra con
claridad suficiente para provocar la indignación de las amplias masas,
que habían creído honradamente en los deseos (y la capacidad) de los
capitalistas de “renunciar a las anexiones”. El 20 y 21 de abril
Petrogrado era un hervidero. Las calles estaban llenas de gente; día y
noche se formaban por doquier pequeños y grandes grupos y se celebraban
mítines de variadas proporciones; no cesaban las manifestaciones y
demostraciones de masas. Según parece, la crisis, o al menos su primera
etapa, ha terminado ayer, el 21 de abril, por la noche. El Comité
Ejecutivo del Soviet de diputados obreros y soldados, y a continuación
el propio Soviet, han declarado satisfactorias las “explicaciones”, las
enmiendas a la nota, las “aclaraciones” del gobierno (que se reducen a
frases quo no dicen absolutamente nada, ni cambian nada, ni obligan a
nada) y han dado por “terminado el incidente”.
El futuro mostrará si las amplias masas del pueblo consideran
“terminado el incidente”. Nuestra misión consiste ahora en estudiar
atentamente qué fuerzas, qué clases se han revelado en la crisis y sacar
de ello enseñanzas para el partido del proletariado. Porque la gran
importancia de toda crisis consiste en que pone al descubierto lo
oculto, deja a un lado lo convencional, lo superficial y mezquino, barre
la escoria política y revela los verdaderos resortes de la lucha de
clases que se libra en realidad.
Con su nota del 18 de abril, el gobierno de los capitalistas no hizo
más, en rigor, que reiterar sus notas anteriores, en las que recubría la
guerra imperialista con salvedades diplomáticas. Las masas de soldados
se indignaron, pues creían honradamente en la sinceridad y en el deseo
de paz de los capitalistas. Las manifestaciones empezaron como
manifestaciones de soldados con una consigna contradictoria,
inconsciente e incapaz de conducir a parte alguna: “¡Abajo Miliukov!”
(¡como si un cambio de personas o de grupos pudiera cambiar la esencia
de la política!).
Esto significa que la gran masa inestable y vacilante, la más próxima
al campesinado y pequeñoburguesa en un sentido científico clasista, se
apartó de los capitalistas y se puso de lado de los obreros
revolucionarios. Esta fluctuación o movimiento de las masas, capaces por
su fuerza de decidirlo todo, es precisamente lo que produjo la crisis.
Inmediatamente comenzaron a ponerse en movimiento, a actuar en la
calle y a organizarse no los elementos intermedios, sino los extremos,
no la masa pequeñoburguesa intermedia, sino la burguesía y el
proletariado.
La burguesía ocupa la Avenida Nevski (la avenida “Miliukov”, como
dijo un periódico) y los barrios adyacentes del Petrogrado rico, del
Petrogrado de los capitalistas y los funcionarios. Oficiales,
estudiantes y “clases medias” se manifiestan a favor del Gobierno
Provisional, y entre las consignas se encuentra con frecuencia en las
banderas una inscripción: “¡Abajo Lenin!”
El proletariado se lanza a la calle desde sus centros, desde los
suburbios obreros, organizado en torno a los llamamientos y las
consignas del Comité Central de nuestro partido. El 20 y 21, el Comité
Central adopta resoluciones que el aparato de la organización hace
llegar inmediatamente a las masas del proletariado. Las manifestaciones
obreras inundan los barrios no ricos y menos céntricos de la ciudad; y,
después, penetran por partes en la Nevski. Las manifestaciones de los
proletarios se distinguen a todas luces de las de la burguesía porque
abarcan a mayores masas y están más unidas. En sus banderas se lee entre
otras inscripciones: “¡Todo el poder al Soviet de diputados obreros y
soldados!”
En la Nevski se producen choques. Las banderas de las manifestaciones
“contrarias” son desgarradas. Desde distintos lugares se comunica por
teléfono al Comité Ejecutivo que ambos bandos han disparado y hay
muertos y heridos; las noticias, no comprobadas, son contradictorias en
extremo.
La burguesía expresa con gritos sobre “el espectro de la guerra
civil” su temor a que las verdaderas masas, la verdadera mayoría del
pueblo, tomen el poder en sus manos. Los líderes pequeñoburgueses del
Soviet, los mencheviques y los populistas, que ni después de la
revolución, en general, ni durante los días de la crisis, en particular,
han tenido una línea de partido bien definida, se dejan amedrentar. En
el Comité Ejecutivo, donde la víspera había votado casi la mitad contra
el Gobierno Provisional, se reúnen 34 votos (frente a 19) a favor del
retorno a la política de confianza en los capitalistas y de conciliación
con ellos.
Se da por “terminado” el “incidente”.
¿Cuál es el fondo de la lucha de clases? Los capitalistas están a
favor de la prolongación de la guerra, quieren en cubrirlo con frases y
promesas; están presos en las redes del capital bancario ruso,
anglo-francés y norteamericano. El proletariado, representado por su
vanguardia consciente, está a favor de que el poder pase a la clase
revolucionaria, a la clase obrera y los semiproletarios; a favor del
desarrollo de la revolución obrera mundial, que crece evidentemente
también en Alemania, a favor de la terminación de la guerra por medio de
esa revolución.
La gran masa, principalmente pequeñoburguesa, que presta crédito aún a
los líderes mencheviques y populistas, que está asustada hasta la
médula por la burguesía y sigue, con algunas reservas, la línea de ésta,
oscila tan pronto a la derecha como a la izquierda.
La guerra es espantosa. Las amplias masas son precisamente las que
más lo sienten; es en sus filas donde cunde la conciencia todavía no
clara, ni mucho menos, de que esta guerra es criminal, de que su causa
son las rivalidades y discordias de los capitalistas por el reparto de
su botín. La situación mundial se embrolla más y más. <o hay otra
salida que la revolución obrera mundial, que en Rusia ha adelantado
actualmente a otros países, pero que también en Alemania hace avances
visibles (huelgas, confraternización en el frente). Y las masas vacilan
entre la confianza en sus antiguos señores, los capitalistas, y la
cólera contra ellos; entre la confianza en la clase nueva, que abre el
camino de un porvenir luminoso para todos los trabajadores, en la única
clase consecuentemente revolucionaria, el proletariado, y la comprensión
confusa de su papel histórico-mundial.
¡No es ésta la primera ni tampoco la última vacilación de la masa pequeñoburguesa y semiproletaria!
¡La enseñanza es clara, camaradas obreros! El tiempo no espera. Tras
la primera crisis vendrán otras. ¡Consagrad todas las fuerzas a ilustrar
a los rezagados, a estrechar en masa las relaciones fraternales y
directas (no sólo en los mítines) con cada regimiento, con cada grupo de
las capas trabajadoras que no ven todavía claro! ¡Consagrad todas las
fuerzas a vuestra propia cohesión, a organizar a los obreros de abajo
arriba, hasta el último distrito, hasta la última fábrica, hasta la
última barriada de la capital y sus suburbios! ¡No os dejéis
desorientar por los “conciliadores” pequeñoburgueses, dispuestos a
pactar con los capitalistas, por los defensistas, por los partidarios de
la “política de apoyo”, ni por individuos aislados, inclinados a
apresurarse y a exclamar, antes de haber logrado una sólida cohesión de
la mayoría del pueblo: “¡Abajo el Gobierno Provisional!” La crisis no
puede ser superada por la violencia de algunas personas aisladas sobre
otras, mediante acciones parciales de pequeños grupos armados, mediante
intentonas blanquistas de “conquista del poder”, “detención” del
Gobierno Provisional, etc.
La consigna del momento es: explicar con mayor exactitud, claridad y
amplitud la línea del proletariado, su camino para poner fin a la
guerra. ¡Formad por doquier más firme y ampliamente las filas y columnas
proletarias! ¡Cerrad filas alrededor de vuestros Soviets y, dentro de
ellos, tratad de unir en torno vuestro a la mayoría mediante la
persuasión fraternal y la renovación de algunos de sus miembros!
Extraído del blog Cultura Proletaria
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