El Partido tiene que ser, ante todo, el destacamento de vanguardia de
la clase obrera. El Partido tiene que incorporar a sus filas a todos
los mejores elementos de la clase obrera, asimilar su experiencia, su
espíritu revolucionario, su devoción infinita a la causa del
proletariado. Ahora bien, para ser un verdadero destacamento de
vanguardia, el Partido tiene que estar pertrechado con una teoría
revolucionaria, con el conocimiento de las leyes del movimiento, con el
conocimiento de las leyes de la revolución. De otra manera, no puede
dirigir la lucha del proletariado, no puede llevar al proletariado tras
de sí. El Partido no puede ser un verdadero partido si se limita
simplemente a registrar lo que siente y piensa la masa de la clase
obrera, si se arrastra a la zaga del movimiento espontáneo de ésta, si
no sabe vencer la inercia y la indiferencia política del movimiento
espontáneo, si no sabe situarse por encima de los intereses momentáneos
del proletariado, si no sabe elevar a las masas hasta la comprensión de
los intereses de clase del proletariado. El Partido tiene que marchar al
frente de la clase obrera, tiene que ver más lejos que la clase obrera,
tiene que conducir tras de sí al proletariado y no arrastrarse a la
zaga del movimiento espontáneo. Esos partidos de la II Internacional,
que predican el “seguidismo”, son vehículos de la política burguesa, que
condena al proletariado al papel de instrumento de la burguesía. Sólo
un partido que se sitúe en el punto de vista del destacamento de
vanguardia del proletariado y sea capaz de elevar a las masas hasta la
comprensión de los intereses de clase del proletariado, sólo un partido
así es capaz de apartar a la clase obrera de la senda del tradeunionismo
y hacer de ella una fuerza política independiente. El Partido es el
jefe político de la clase obrera.
He hablado más arriba de las dificultades de la lucha de la
complejidad de las condiciones de la lucha, de la estrategia y de la
táctica, de las reservas y de las maniobras, de la ofensiva y de la
retirada. Estas condiciones son tan complejas, si no más, que las de la
guerra. ¿Quién puede orientarse en estas condiciones?, ¿quién puede dar
una orientación acertada a las masas de millones y millones de
proletarios? Ningún ejército en guerra puede prescindir de un Estado
Mayor experto, si no quiere verse condenado a la derrota. ¿Acaso no está
claro que el proletariado tampoco puede, con mayor razón, prescindir de
este Estado Mayor, si no quiere entregarse a merced de sus enemigos
jurados? Pero ¿dónde encontrar ese Estado Mayor? Sólo el Partido
revolucionario del proletariado puede ser ese Estado Mayor. Sin un
partido revolucionario, la clase obrera es como un ejército sin Estado
Mayor. El Partido es el Estado Mayor de combate del proletariado.
Pero el Partido no puede ser tan sólo un destacamento de vanguardia,
sino que tiene que ser, al mismo tiempo, un destacamento de la clase,
una parte de la clase, íntimamente vinculada a ésta con todas las raíces
de su existencia. La diferencia entre el destacamento de vanguardia y
el resto de la masa de la clase obrera, entre los afiliados al Partido y
los sin-partido, no puede desaparecer mientras no desaparezcan las
clases, mientras el proletariado vea engrosar sus filas con elementos
procedentes de otras clases, mientras la clase obrera, en su conjunto,
no pueda elevarse hasta el nivel del destacamento de vanguardia. Pero el
Partido dejaría de ser el Partido si esta diferencia se convirtiera en
divorcio, si el Partido se encerrara en sí mismo y se apartase de las
masas sin-partido. El Partido no puede dirigir a la clase si no está
ligado a las masas sin-partido, si no hay vínculos entre el Partido y
las masas sin-partido, si estas masas no aceptan su dirección, si el
Partido no goza de crédito moral y político entre las masas.
Hace poco se dio ingreso en nuestro Partido a doscientos mil obreros.
Lo notable aquí es la circunstancia de que estos obreros, más bien que
venir ellos mismos al Partido, han sido enviados a él por toda la masa
de los sin-partido, que ha intervenido activamente en la admisión de los
nuevos afiliados, que no eran admitidos sin su aprobación. Este hecho
demuestra que las grandes masas de obreros sin-partido ven en nuestro
Partido su partido, un partido entrañable y querido, en cuyo desarrollo y
fortalecimiento se hallan profundamente interesados y a cuya dirección
confían de buen grado su suerte. No creo que sea necesario demostrar que
sin estos hilos morales imperceptibles que lo unen con las masas
sin-partido, el Partido no habría podido llegar a ser la fuerza decisiva
de su clase. El Partido es parte inseparable de la clase obrera.
“Nosotros -dice Lenin- somos el Partido de la clase, y,
por ello, casi toda la clase (y en tiempo de guerra, en época de guerra
civil, la clase entera) debe actuar bajo la dirección de nuestro
Partido, debe tener con nuestro Partido la ligazón más estrecha posible;
pero sería manilovismo y “seguidismo” creer que casi toda la clase o la
clase entera pueda algún día, bajo el capitalismo, elevarse hasta el
punto de alcanzar el grado de conciencia y de actividad de su
destacamento de vanguardia, de su partido socialdemócrata. Ningún
socialdemócrata juicioso ha puesto nunca en duda que, bajo el
capitalismo, ni aun la organización sindical (más rudimentaria, más
asequible al grado de conciencia de las capas menos desarrolladas) esté
en condiciones de englobar a toda o a casi toda la clase obrera. Olvidar
la diferencia que existe entre el destacamento de vanguardia y toda la
masa que gravita hacia él, olvidar el deber constante que tiene el
destacamento de vanguardia de elevar a capas cada vez más amplias a su
avanzado nivel, sería únicamente engañarse a sí mismo, cerrar los ojos
ante la inmensidad de nuestras tareas, restringir nuestras tareas“. (Lenin, “Un paso adelante, dos pasos atrás“).
Extraído del libro “Fundamentos del Leninismo”de Iosif Stalin
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Hola!
ResponderBorrarQue bien haber publicado este articulo del maestro Stalin, aun así con esta claridad que describe este gran lider leninista y un poderoso estratega hijo de la revolución bolchevique y discípulo del gran maestro Lenin, nos enseña como es que es un comunista y que papel cumple como hombre de partido y este como partido tiene la responsabilidad de organizar y dirigir la revolucion comunista desde el mismo momento en que se funda debe ser toda una vida práctica y jamas debe convertirse en tertuliadero como se esta dando con una cantidad de partidos que se hacen llamar comunistas hasta maoístas y que no construyen la revolución sino que se dedican al oportunismo y al revisionismo en concreto estan al servicio del capitalismo e imperialismo. El partido es una máquina de guerra para aplastar y destruir y construir sobre las cenizas de la destruccion del sistema capitalista. El partido MLM principalmente maoista pensamiento Gonzalo es un partido para la guerra y debe llevarla hasta el fin del comunismo ejerciendo siempre la lucha de clases y la dictadura del proletariado.
ResponderBorrarTantas tareas por delante, todas tan urgentes. El mundo gira, el tiempo apremia. Diez mil años es demasiado, hay que aprehender el día, aprehender el instante. Mao " NO HAY NINGUNA REVOLUCION QUE SEA POSIBLE SIN EL TERROR " Lenin.
¨ Hoy viene el proletariado, la única hoguera que jamás se agotará, un pedazo de su chispas somos nosotros. Somos parte de esa inmensa hoguera; somos humildes chispas pero nos corresponde sino encenderlas, con tormentas las chispas se concentran... dejen al proletariado lo que la historia le mando hacer, la clase obrera definirá ¨.Presidente Gonzalo.