Publicado en la edición impresa n° 55 de Periódico El Pueblo (enero 2017)
Este octubre-noviembre, los pueblos y trabajadores del mundo conmemoramos 100 años de la Revolución Rusa, gran hito que marca el fin de la época de las revoluciones burguesas y el inicio de la era de la Revolución Proletaria Mundial.
¿Por qué es tan importante la Revolución
Rusa de 1917? Porque sobre las ruinas del dominio capitalista, la clase
obrera tomó el control y el destino de su propio trabajo; poniendo fin
al latifundio, el campesinado conquistó la tierra, los animales que en
ella viven y los frutos que entrega; Jóvenes y niños, que antes eran
lanzados hacia el consumo de alcohol y a la delincuencia, se
convirtieron en una fuerza fresca y sana que impulsó la nueva sociedad.
Después de toda una vida de trabajo, los ancianos ya no tuvieron que
mendigar; la mujer fue reconocida en la práctica con las mismas
capacidades y derechos que el hombre; a los únicos que se les prohibió
actuar fue a los explotadores y contrarrevolucionarios.
La Revolución Rusa remeció la conciencia
de los pobres del mundo y, en todos los países, la clase obrera junto a
los campesinos pobres, se organizó en Partidos Comunistas, unidos y
coordinados como secciones de la Internacional Comunista.
En Chile, las masas venían luchando por
conquistar una vida feliz hace décadas. Luis Emilio Recabarren, jefe de
la clase obrera, recorrió todo el territorio, organizó Sinfónicas,
Sindicatos y Mancomunales, pero estas organizaciones, que lograban
conquistas parciales no eran capaces de derrotar al enemigo de clase.
Fue así como, viendo el ejemplo de los bolcheviques en Rusia, Recabarren
dirigió la fundación del Partido Comunista como Sección Chilena de la
Internacional Comunista, los días 1 y 2 de enero de 1922.
Hoy, un siglo después de la Revolución
Rusa, vemos que esta experiencia se encuentra completamente vigente y
que es más urgente que nunca retomar su camino. Retomar el camino de
Recabarren, el de organizar bajo un solo torrente las luchas del
proletariado y el pueblo. ¿Por qué? Porque los trabajadores y pueblos
oprimidos del mundo sufren cada vez más el peso del imperialismo, del
capitalismo burocrático y de la semifeudalidad.
Hoy, la cantidad de las masas oprimidas
es mucho mayor que en 1917 y la riqueza está en cada vez menos manos.
Pero estos 100 años no han pasado en vano, pues a la Revolución Rusa le
siguieron las Guerras Antifascistas, cuyo punto más alto fue la victoria
sobre los nazis; la Revolución China y las Guerras de Liberación
Nacional en todos los continentes. En lo ideológico y político, los
pueblos se han forjado en dura resistencia a los explotadores y a los
oportunistas que auxilian a los grandes magnates de la gran burguesía.
En Chile, estos 100 años de la Revolución
Rusa enseñan que lo más importante es que el proletariado y el pueblo
deben armarse política e ideológicamente en un auténtico Partido
Comunista, pues sin él no se puede conquistar el poder ni organizar la
construcción de una nueva sociedad que resista los ataques del
imperialismo y los reaccionarios locales. El camino de la “vía pacífica
al socialismo”, que en realidad es una vía sangrienta para que se
imponga el fascismo, no es una creación nacional, sino una política
internacional del revisionismo (falsificadores del marxismo) y el
oportunismo, por lo que debe romperse totalmente con ella.
Hoy vivimos tiempos magníficos. La
situación internacional nos muestra que la revolución se impone con el
ejemplo de las guerras populares en Perú, India, Filipinas y Turquía;
las guerras de liberación nacional en Asia y África y las protestas
populares en todos los países del mundo, ya sean imperialistas o
semicolonias.
La situación nacional nos muestra que la
lucha por la tierra del pueblo mapuche es punta de lanza de una nueva
alza de las luchas y protestas, donde se incluyen una oleada de huelgas y
luchas de la juventud popular, expresión de que se pierde el miedo a la
policía y los explotadores.
Es por esto que resulta totalmente
necesario retomar las rojas banderas de Lenin y Recabarren,
desarrollando la lucha de nuestros pueblos y comprendiendo que no
partimos de cero, sino que vamos a cada batalla con la fuerza de todos
los que nos han antecedido en la lucha.
Extraido del blog del periódico El Pueblo
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