El Día Internacional de la Tierra o el Día de la Tierra, tuvo su origen en las gigantescas manifestaciones en Estados Unidos el 22 de abril de 1970, que obligaron al gobierno de ese país a crear la Agencia de Protección Ambiental. Posteriormente, la fecha fue acogida por la imperialista Organización de Naciones Unidas – ONU. Desde entonces, la causa porSalvar el Planeta y la conciencia de los daños causados a la naturaleza por la acción de los hombres ha crecido en el mundo, y con ellos, otro motivo para alentar la rebelión contra el orden social existente, sobre todo en el último decenio.
Todos los esfuerzos de los activistas y científicos por hacer “entrar en razón” a los gobernantes, especialmente de los países imperialistas han sido en vano. Ha quedado claro hasta para los más obstinados en negar la lucha de clases, que las declaraciones de los imperialistas y gobernantes no pasan de ser demagogia, de firmar pactos que no han cumplido ni cumplirán, de aplazar las decisiones pertinentes para impedir la catástrofe que se cierne sobre el planeta, porque su voracidad no tiene límites. Ha quedado claro que no es posible separar la lucha por salvar el planeta de la revolución social y política.
La misma agencia del imperialismo ONU en su Programa para el medio ambiente del 2021: Hacer las paces con la naturaleza, describe los graves problemas que enfrenta la sociedad mundial y las terribles consecuencias para los pobres y los países oprimidos —en el recuadro adjunto, se extractan algunos apartes que ayudan a dar una idea de la magnitud del problema en sus propias palabras—, pero silencia que los principales causantes de la destrucción del medio ambiente, no son los humanos en general, sino el sistema mundial imperialista.
Es una aberrante realidad que muestra en carne viva la sentencia de Carlos Marx hace ya más de 150 años, según la cual el capitalismo solo puede sobrevivir a cuenta de depredar las dos únicas fuentes de riqueza: la fuerza de trabajo y la naturaleza. No es entonces un problema creado por todos como afirman las agencias imperialistas y los medios a su servicio, no es un problema que puedan resolver ricos y pobres juntos. Es un problema creado por el capitalismo imperialista y su solución solo es posible aboliendo la propiedad privada sobre los medios de producción y la división de la sociedad en clases.
Hoy 22 de abril, se celebra el Día de la Tierra en medio de la peor crisis ambiental que haya conocido la humanidad, sumándose y reforzando las crisis económica, social, humanitaria, sanitaria y política que indican el avanzado estado de descomposición y agonía del capitalismo imperialista. Es una crisis que se presenta en todos los ámbitos y los imperialistas no pueden resolverla porque no están dispuestos a renunciar a la ganancia, única motivación de su existencia, cuya voracidad ha conducido en las últimas semanas al frenesí de los preparativos de una nueva guerra mundial imperialista, una guerra nuclear que amenaza la vida en el planeta.
Y si el capitalismo imperialista es un régimen económico social cuya esperanza de vida depende de estrangular la sociedad y destruir la naturaleza, entonces transformar las relaciones de los hombres con la naturaleza, sólo es posible transformando las actuales relaciones sociales de explotación en relaciones sociales de colaboración que corresponden a un nuevo sistema socialista.
Por consiguiente, la aspiración de salvar la naturaleza sin tocar el poder del capital es inservible reformismo burgués, como demuestra la historia desde 1970 y las teorías insulsas de la “Economía Ecológica”, la “Ecología Política”, la “Bio-política”, el “Desarrollo Sostenible” y los proyectos de miles de ONG’s al servicio del capitalismo imperialista y sus planes de seguir esquilmando, de manera “ecológica” la fuerza de trabajo y la naturaleza, “ecología” considerada ahora como otra parte del capital, “protegida”, medida y comercializada en “bonos de carbono”. Todas son teorías y “soluciones” que resultan a estas alturas, anacrónicas y peligrosas para el futuro de la humanidad.
Por el contrario, el Socialismo Científico resulta ser la única teoría en la cual apoyarse para salvar el Planeta y con ella, a la humanidad de la catástrofe a que está siendo conducida por el capitalismo imperialista y las clases parásitas explotadoras dominantes. Salvar el Planeta se ha convertido en una tarea urgente del proletariado y los pueblos del mundo, causa a la que están llamados a sumarse los verdaderos amantes de la Tierra.
Frenar la destrucción de la naturaleza e impedir la guerra mundial imperialista que acabaría con la vida en el Planeta solo es posible con la lucha revolucionaria de los trabajadores de todos los países, con el triunfo de la Revolución Proletaria Mundial y el establecimiento del Socialismo y el Comunismo en toda la tierra.
En Colombia, las tragedias del hambre, los salarios miserables, la falta de atención en salud, la muerte de niños por enfermedades curables y falta de agua, la destrucción de la selva y las fuentes hídricas, van acompañadas de la guerra contra el pueblo y la entrega a las compañías imperialistas y grandes capitalistas nativos de los territorios para la extracción minera y petrolera, para la siembra de coca y marihuana, y para la agroindustria, una parte importante de la cual está destinada a la producción de biocombustibles y no de alimentos, completando el cuadro macabro, los incendios forestales, las tormentas e inundaciones que azotan a los más pobres.
De ahí, que la Unión Obrera Comunista (mlm) en el Programa para la Revolución en Colombia dedique un aparte especial al cómo salvar la naturaleza de la depredación capitalista —reproducido en recuadro adjunto—, y en lo táctico, en su propuesta dePrograma Inmediato incluya este problema en las exigencias para solventar los terribles sufrimientos del pueblo colombiano, donde dice:
¡No más destrucción de la naturaleza! Freno a las explotaciones devastadoras de la naturaleza y los ecosistemas. No al fracking en la extracción de gas y petróleo.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Abril 22 de 2022
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