Sobre la
cuestión nacional en el Estado español, refutando las tesis de los hotxistas de
RC.
Miguel Alonso.
El
imperialismo es la época de la opresión de las naciones del mundo entero, por
un puñado de ‘grandes’ potencias, razón por la cual la lucha por la revolución
socialista internacional contra el imperialismo es imposible sin el
reconocimiento del derecho de las naciones a la autodeterminación. ‘Un pueblo
que oprime a otros pueblos no puede ser libre’ (Marx y Engels). Un proletariado
que acepte que su nación ejerza la menor violencia sobre otras naciones no
puede ser socialista.”
Lenin
Esta cita
del camarada Lenin, la hemos tomado del reciente documento de la revista De Acero del PML (rc) dedicado monográficamente a la cuestión nacional y al Estado
español.
El texto,
que tiene la virtud (negativa) de estar bien argumentado, desde lo formal, con
citas de Marx, Lenin y Stalin, les lleva a concluir que el Estado español es
una nación, cuestión esta, que afirman ha sido ocultada, históricamente, por
los revisionistas carrillistas del P”C”E.
La Cuestión
Nacional, es sin duda, una de las tareas pendientes de la revolución democrática-burguesa
en el Estado español y su solución, postergada o reprimida, no ha impedido, su
reiterada aparición en escena.
RC en su
documento reivindica el derecho a la autodeterminación de los pueblos, pero
toma posición contra la independencia de los mismos, aduciendo que son
movimientos hegemonizados por la burguesía de esos pueblos. Y es cierto, camaradas,
que están dirigidos por la burguesía, al menos en Catalunya y Euskal Herria y
por la pequeña burguesía en el caso de Galiza. También es cierto que la “nación
española” es un estado burgués coronado por Franco y que su crisis y su ruptura
solo pueden beneficiar a la revolución proletaria, de forma objetiva.
La posición
de los comunistas es, aprovechando la crisis del Estado burgués, hacer
la revolución. Algo que hicieron Lenin o Mao. No nos imaginamos a Lenin, como
un social-patriota, defendiendo la unidad del imperio ruso. Y Mao Tse-tung, el
artífice del Frente Único anti-japonés, no abandonó la senda de la revolución
de Nueva Democracia por el patriotismo de “Gran Han” de la burguesía
reaccionaria del Kuomintang.
El análisis
concreto de la situación concreta nos indica que la ruptura del actual estado
español, puede representar un avance importante de las fuerzas revolucionarias
y que cualquier proyecto de unidad de las naciones ibéricas tendrá que ser
desde estados soberanos.
Los
comunistas trabajaremos siempre por la unidad del proletariado pero también desde la máxima “ningún pueblo que
oprime a otro, puede ser libre”. El internacionalismo proletario se basa en la
unidad de la clase y el respeto a los pueblos y naciones que conforman el
mundo.
Es correcto
el recelo ante la dirección burguesa de los movimientos de liberación nacional,
ya que esta dirección, suele traficar con los legítimos sentimientos del pueblo,
para traicionar la lucha, si esta pone en peligro la hegemonía de la burguesía
o a la fracción de la misma que representan.
Así vemos hoy
a los partidos burgueses catalanes retroceder frente a la declaración de
independencia o como en su mayoría escapan al “exilio” incluida la radical Anna
Gabriel de las CUP.
El
proletariado y su Partido son los únicos capaces, por medios revolucionarios,
de llevar a cabo esta tarea de la revolución democrática, hoy íntimamente unida
a la lucha revolucionaria por el
Socialismo.
El problema
del dogmato-revisionismo es su incapacidad para ver los hechos. Anclados en su
defensa de una nación española, la de la 2ª República o del periodo de la
Guerra Civil Revolucionaria. Cuyo balance se basa en la línea derechista de negar
y ocultar la revolución, por una supuesta “guerra de independencia” frente a la
agresión nazi-fascista dándose así la mano, con los renegados liquidadores del
P”C”E.
Otro
problema que no analizan, solo plantean la formula de Lenin “un estado, un partido”
como un deber para organizarse los comunistas.
El análisis
concreto de la situación concreta, el análisis de las contradicciones, no se
basa en formulas rituales, esa es la concepción dogmatica que convierte en
letra muerta el marxismo.
Lenin y Mao
que analizaron la situación en sus países, consideraron la formula “1Estado1Partido”
como la necesaria para el proceso revolucionario en Rusia y China.
Mas será, la
III IC quien lo convierta en formula obligatoria, durante un largo periodo, hasta
que esta, sea puesta en cuestión, con la admisión del Partido Socialista
Unificado de Catalunya (PSUC) en 1939.
La práctica
de la forma obligatoria de la III comunista internacional nos llevo a ver, como
el PC francés pretendía ser dirigente de las revoluciones en el imperio
colonial o imponer formulas como el Partido
Comunista de Indochina a pueblos tan diferentes como el de Kampuchea,
Vietnam o Laos. Lo que permitió que los vietnamitas hegemonizaran el éxito en
la guerra contra Francia, en detrimento de Kampuchea o de Laos, en las
conversaciones de Ginebra. Por no citar el caso de Argelia, que en su empeño de
“legitimidad comunista”, dejo en manos del FLN la dirección del proceso
revolucionario. Algo semejante a lo que ocurrió en las colonias africanas de
Portugal.
De esas experiencias
negativas, debemos de sacar lecciones y aprender. Dando por sentado que los
comunistas deben dirigir los procesos de liberación nacional, partiendo de su
propio Partido. Es por esto, que defendemos la creación de partidos propios en
las nacionalidades. Partidos comunistas, de nuevo tipo, coordinados con los otros del territorio que conforma el
Estado burgués.
Esto lo
aplica, hoy, el gran Partido Comunista de la India (maoísta) en el caso de
Manipur, colaborando codo con codo con los camaradas del Partido Comunista
maoísta de Manipur, no como un “partido padre” sino en plena igualdad entre
camaradas.
Así vemos,
como urgente, la necesidad para el proletariado en las nacionalidades en el
Estado español Euskadi, Galiza, Catalunya la construcción de sus propios partidos
comunistas, partidos de nuevo tipo, armados con el marxismo-leninismo-maoísmo,
principalmente maoísmo y cuya aplicación de forma creativa, a las condiciones
concretas de cada proceso revolucionario, es la clave y no defender el falso patriotismo
reaccionario del Estado imperialista burgués.
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