EL
IMPERIALISMO NORTEAMERICANO ES
UN TIGRE DE PAPEL[*]
UN TIGRE DE PAPEL[*]
14
de julio de 1956
Los
Estados Unidos esgrimen por doquier la divisa de la lucha contra el
comunismo con el objeto de agredir a otros países.
Los
Estados Unidos han contraído deudas por todas partes. Se han
endeudado con los países de América Latina, de Asia y áfrica, así
como de Europa y Oceanía. Todos los países del mundo, incluida
Inglaterra, sienten aversión a los Estados Unidos. A las grandes
masas populares no les gustan los Estados Unidos. El Japón tampoco
los quiere, porque sufre su opresión. Ninguno de los países de
Oriente ha quedado a salvo de la agresión norteamericana. Los
Estados Unidos han invadido la provincia china de Taiwán. Japón,
Corea, Filipinas, Viet Nam y Pakistán son todos víctimas de su
agresión, y eso que algunos de ellos son sus aliados. Los pueblos
están descontentos, y lo están también las autoridades de algunos
países.
Todas
las naciones oprimidas quieren la independencia.
Todo
está sujeto a cambio. Las grandes fuerzas decadentes tendrán que
ceder el lugar a las pequeñas fuerzas nacientes. Las fuerzas
pequeñas se transformarán en grandes, porque la gran mayoría de la
gente exige el cambio. La fuerza del imperialismo norteamericano, que
es grande, pasará a ser pequeña, debido a que el pueblo
norteamericano también está descontento con el gobierno de su país.
A
lo largo de mi vida, yo mismo he vivido cambios de ese tipo. Algunos
de los aquí presentes nacieron bajo la dinastía Ching y otros en
tiempos de la República de China.
La
dinastía Ching fue derrocada hace mucho. ¿Quiénes la derrocaron?
El partido dirigido por el Dr. Sun Yat-sen y el pueblo. Como
Sun
Yat-sen disponía de una fuerza muy pequeña, los dignatarios de la
dinastía Ching lo miraban por encima del hombro. Fracasó en
numerosos levantamientos, pero a la postre logró echar abajo la
dinastía Ching. Lo grande no tiene nada de temible. Será derribado
por lo pequeño. Y lo pequeño se hará grande. Luego de derrocar la
dinastía Ching, el Dr. Sun Yat-sen fracasó. Esto se debió a que no
satisfizo las demandas del pueblo, tales como la reivindicación de
la tierra y la exigencia de luchar contra el imperialismo. Tampoco
comprendió la necesidad de reprimir a los contrarrevolucionarios,
quienes andaban sueltos por todas partes. Fue derrotado a manos de
Yuan Shi-kai, cabecilla de los caudillos militares del Norte. La
fuerza de Yuan Shi-kai era mayor que la de Sun Yat-sen. Pero también
aquí rigió esta ley: Fuerzas pequeñas pero vinculadas con el
pueblo se hacen poderosas, mientras que fuerzas grandes que se oponen
al pueblo se hacen débiles. Posteriormente, los revolucionarios
demócratas burguesas encabezados por Sun Yat-sen, en colaboración
con nosotros, los comunistas, echaron por tierra el régimen de los
caudillos militares dejado por Yuan Shi-kai.
La
dominación de Chiang Kai-shek en China, reconocida por los gobiernos
de todos los países del mundo, perduró veintidós años,
representando la mayor fuerza del país. Nuestra fuerza era pequeña;
aunque, en un tiempo, nuestro Partido llegó a tener unos cincuenta
mil militantes, sólo le quedaron unos miles luego de la represión
contrarrevolucionaria. El enemigo hacía estragos por todas partes.
Pero también esta vez rigió la misma ley: Los poderosos fracasaron,
pues se hallaban separados del pueblo, en tanto que los débiles
salieron victoriosos, porque estaban vinculados con el pueblo y
trabajaban por él. Este fue efectivamente el desenlace.
En
los tiempos de nuestra guerra contra el Japón, éste era muy
poderoso, las tropas kuomintanistas se encontraban arrinconadas en
regiones apartadas, y las fuerzas armadas dirigidas por el Partido
Comunista sólo podían hacer la guerra de guerrillas en las zonas
rurales detrás de las líneas enemigas. El Japón ocupó grandes
ciudades como Pekín, Tientsín, Shanghai, Nankín, Wuján y Cantón.
Sin embargo, igualmente en virtud de esta ley, el militarismo
japonés, así como la Alemania hitleriana, se vino abajo al cabo de
unos pocos años.
Nosotros
pasamos por numerosas dificultades: Fuimos expulsados del Sur y
obligados a ir al Norte, y el número de nuestros efectivos se redujo
de varios centenares de miles a unas decenas de miles. Al final de la
Gran Marcha de veinticinco mil li,
sólo nos quedaban veinticinco mil hombres.
En
la historia de nuestro Partido ha habido numerosos errores de línea,
tanto de "izquierda" como de derecha. Los más graves
fueron la desviación derechista de Chen Tu-siu y la "izquierdista"
de Wang Ming. Se registraron, además, los casos de desviación
derechista de Chang Kuo-tao, Kao Kang y otros.
Cometer
errores tiene su lado positivo, pues de ello se pueden extraer
enseñanzas para el pueblo y para el Partido. Hemos tenido muchos
maestros por lo negativo, como Japón, Estados Unidos, Chiang
Kai-shek, Chen Tu-siu, Li Li-san, Wang Ming, Chang Kuo-tao y Kao
Kang. Nos costó un precio muy alto aprender de estos maestros. En el
pasado, Inglaterra desencadenó muchas guerras contra nosotros. A
Inglaterra, Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania, Italia, Rusia
zarista y Holanda les gustaba mucho esta tierra nuestra. Ellos han
sido nuestros maestros por lo negativo, y nosotros, sus alumnos.
A
través de la lucha contra el Japón en la Guerra de Resistencia,
nuestro ejército creció hasta tener novecientos mil efectivos.
Después vino la Guerra de Liberación. Nuestro armamento era
inferior al del Kuomintang, y éste contaba entonces con un ejército
de cuatro millones de efectivos; pero, en el curso de los tres años
de guerra, le aniquilamos en total ocho millones. El Kuomintang,
sustentado por el imperialismo norteamericano, no pudo derrotarnos.
Los poderosos no pueden ganar, mientras que los débiles siempre
logran la victoria.
En
la actualidad, el imperialismo norteamericano exhibe una gran fuerza,
pero en realidad no la tiene. Políticamente es muy débil, porque
está divorciado de las grandes masas populares y no agrada a nadie;
tampoco agrada al pueblo norteamericano. Aparentemente es muy
poderoso, pero en realidad no tiene nada de temible: Es un tigre de
papel. Mirado por fuera parece un tigre, pero está hecho de papel y
no aguanta un golpe de viento y lluvia. Pienso que Estados Unidos no
es más que un tigre de papel.
Toda
la historia, la milenaria historia de la sociedad de clases de la
humanidad, ha confirmado este punto: Lo poderoso tiene que ceder su
lugar a lo débil. Esto también es así en América.
Sólo
podrá haber paz cuando haya sido eliminado el imperialismo. Llegará
el día en que el tigre de papel será destrozado. Pero no
desaparecerá por sí mismo; para ello hace falta el golpe del viento
y la lluvia.
Cuando
afirmamos que el imperialismo norteamericano es un tigre de papel,
estamos hablando en términos estratégicos. Visto como un todo,
debemos despreciarlo; pero, en cuanto a cada una de sus partes,
debemos tomarlo muy en serio. El posee garras y dientes. Para acabar
con él hemos de hacerlo por partes. Si, por ejemplo, tiene diez
dientes y en el primer golpe le arrancamos uno, le quedarán nueve;
le arrancamos otro más y le quedarán ocho. Cuando le hayamos
quitado todos los dientes, le quedarán todavía las garras. Siempre
que procedamos paso a paso y de modo concienzudo, conseguiremos
finalmente el éxito.
Desde
el punto de vista estratégico, se debe despreciar por completo al
imperialismo norteamericano, mientras que en lo táctico hay que
tomarlo muy en serio. En la lucha contra él, es necesario prestar
atención a cada batalla y a cada caso. Actualmente, Estados Unidos
es un país poderoso; pero, examinándolo con una óptica amplia, en
su conjunto y en perspectiva, se hallará que este tigre morirá sin
remedio, porque es impopular, aplica una política que no complace a
nadie, y oprime y explota a los pueblos. Vistas así las cosas, no
tiene nada de terrible y podemos despreciarlo. Sin embargo, Estados
Unidos todavía cuenta con cierta fuerza, produce anualmente más de
cien millones de toneladas de acero y atropella a la gente por todas
partes. Se hace por eso necesario proseguir la lucha contra él,
empeñar grandes esfuerzos en ello y arrebatarle posición por
posición. Esto requiere tiempo.
Todo
parece indicar que los países de América, Asia y áfrica tendrán
que seguir peleando con Estados Unidos hasta el fin, hasta que el
viento y la lluvia destruyan este tigre de papel.
En
interés de la lucha contra el imperialismo norteamericano, los
latinoamericanos de ascendencia europea deben unirse con la población
indígena en los países donde la haya. Se puede, me parece,
diferenciar a los blancos, de ascendencia europea, en dos partes: los
dominantes y los dominados. Así, los blancos oprimidos podrán
fácilmente acercarse a los indígenas, pues su situación es la
misma.
Nuestros
amigos latinoamericanos, asiáticos y africanos y nosotros estamos
todos en la misma posición y realizamos el mismo trabajo haciendo
algo en favor de los pueblos para disminuir la opresión que sobre
éstos ejerce el imperialismo. Si hacemos bien ese trabajo, podremos
liquidar de raíz la opresión imperialista. En este sentido somos
camaradas.
En
la lucha contra la opresión imperialista, ustedes y nosotros tenemos
idéntica naturaleza; lo único que nos diferencia es la ubicación
geográfica, la nacionalidad y el idioma. En cambio, somos diferentes
por naturaleza de los imperialistas, y el solo verlos nos produce
malestar.
¿Para
qué se necesita el imperialismo? No lo necesita el pueblo chino, no
lo necesitan los demás pueblos del mundo. No hay necesidad de que
exista el imperialismo.
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Parte
de una conversación sostenida por el camarada Mao Tsetung con dos
personalidades de América Latina.
Obras
Escogidas de Mao Tsetung
EDICIONES
EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN
PEKIN
Primera
edición 1977
Tomo
V, págs. 334-38.
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