En
1910 Corea había sido ocupada y anexionado como colonia por el
imperialismo japonés. Así siguió siendo hasta el final de la segunda
guerra mundial de rapiña y pillaje, cuando las tropas soviéticas
entraron a Corea para liberarla.
Aprovechando
la derrota de Japón, el imperialismo yanqui ocupó posiciones en el Sur
de Corea, lo que terminó con la imposición de un gobierno títere del
imperialismo yanqui desde el paralelo 38º.
Para
1948 Corea estaba dividida entre el Norte y el Sur. En el Norte, Kim Il
Sung encabezó la República Democrática y en el Sur, como dijimos, quedó
la administración proyanqui del entreguista Syngman Rhee. El objetivo
del imperialismo yanqui era cercar a la Unión Soviética y salirle al
paso a la Revolución China, que el 1º de octubre 1949, culminó la
Revolución de Nueva Democracia y pasó ininterrumpidamente a la
Revolución Socialista, liderados por el Presidente Mao Tse-tung.
Syngman
Rhee, aprisionó a 30.000 personas, acusándolos de simpatía izquierdista
y obligó a 300.000 campesinos a alistarse en una “Liga Nacional de
Orientación”. No tardaron en estallar los levantamientos, en Corea del
Sur, contra el imperialismo yanqui y su gobierno títere y por la
reunificación de Corea.
En
1950, las fuerzas militares norcoreanas se trasladaron al sur a apoyar
los levantamientos. El imperialismo yanqui respondió regando de bombas
todo el suelo Coreano. Sólo para tener una idea, el imperialismo yanqui
soltó tantas bombas que sus mismos reportes militares informaban que la
mayoría de las ciudades y pueblos habían quedado reducidas a escombros.
Acto seguido, las fuerzas aliadas yanqui-surcoreanas, penetraron en
Corea del Norte y se abrieron paso hacia China. El objetivo yanqui era
principalmente político: frenar la lucha revolucionaria dirigida por
Partidos Comunistas.
Al
momento de la invasión a China, rápidamente se moviliza el Ejército de
voluntarios chinos para librar batalla contra el imperialismo yanqui y
las tropas surcoreanas. Lo que significó un gran sacrificio, ya que las
tropas revolucionarias habían atravesado cerca de 30 años de lucha
armada contra las tropas imperialistas inglesas, japonesas y contra las
fuerzas nacionalistas terratenientes del Kuomintang. A diferencia de las
tropas imperialistas yanquis que intervinieron en la Segunda Guerra
mundial sólo cuando el Ejército Rojo, dirigido por el camarada Stalin,
ya había derrotado al imperialismo alemán.
Esto
ya quedó en evidencia al desatarse los primeros combates. Los soldados
yanquis, estaban totalmente equipados con armas modernas y consumían
toneladas de carne, pollo, leche, dulces, cerveza, whisky, cigarrillos,
habanos, etc. y viviendo como ejército parásito, país que invadían
intentaban transformarlo en prostíbulo. Los soldados del Ejército Rojo
de China, en cambio, se educaron caminando miles de kilómetros,
combatiendo con lo mínimo para sobrevivir, sin ser un peso para las
masas y sirviendo al pueblo de todo corazón.
En
los primeros choques contra las tropas imperialistas yanquis el
Ejército de voluntarios chinos, se apoderó de toneladas de equipo
militar.
Se
firmó un armisticio en 1953 que terminó el combate, aunque nunca se
firmó un tratado de paz que terminara el estado de guerra formal. Desde
ese entonces, Corea quedó dividido entre el Norte y el Sur.
Tras
duras batallas y una cantidad de muertos, que hasta el día de hoy no se
han contabilizado (las cifras indican entre 3 y 5 millones), en 1953 se
firmó un armisticio, poniendo fin a la guerra, con la derrota del
imperialismo yanqui, que quedó relegado a Corea del Sur, donde permanece
hasta el día de hoy.
Corea
del norte, por su parte, si bien no era un país socialista, era
reconocida como parte del campo socialista (al igual que Cuba),
asumiendo que era una República Democrática. Sin embargo, en 1956, en la
Unión Soviética, el revisionismo da un golpe de Estado
contrarrevolucionario, que va a terminar convirtiendo a la URSS en otra
potencia imperialista. El gobierno de Corea, en lugar de oponerse a la
política socialimperialista soviética, se convirtió en semicolonia rusa,
situación que se mantiene hasta el día de hoy.
Es
por todo esto, que Corea del Norte, semicolonial y semifeudal no es un
país socialista, sino que una semicolonia que para liberarse debe
iniciar y desarrollar guerra popular, barriendo al imperialismo, la
semifeudalidad y el capitalismo burocrático.
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