Un nuevo acto de violencia ha conmocionado a los habitantes de la ciudad
de Ibarra, Imbabura. El día 19 de enero de 2019, un individuo asesinó a
puñaladas a su pareja embarazada ante la presencia de policías y
transeúntes en una calle céntrica de la ciudad. Lo absurdo de este hecho
es que la policía se mostró, una vez más, inoperante, sin capacidad de
dar respuestas para evitar un hecho que terminó en tragedia.
Más allá de que este tipo de violencia se ha vuelto cotidiana en el
país, hay que considerar que, contrario a lo que dice las redes
sociales, no tiene relevancia el hecho de que el asesino haya sido de
nacionalidad venezolana; generando una suerte de xenofobia que no se
compadece con la realidad objetiva.
Un asesino mata por varias razones, no precisamente por su nacionalidad,
género, grupo étnico u otra razón, lo hace porque es un delincuente, un
lastre de la vieja sociedad. Además, es importante considerar que el
problema también pasa porque la policía, a pesar de tener los
instrumentos necesarios para intervenir, no tuvo capacidad de respuesta.
Es importante señalar que la escalada de violencia en la que estamos
inmersos, es proporcional al nivel de pauperización, de miseria,
desempleo, que vive el país.
Los comportamientos machistas, preponderantemente son reflejo de una
sociedad, como la nuestra, ambigua, oscurantista, semifeudal, dónde la
subsistencia de relaciones sociales aún está marcada por concepciones
propias del medio evo, educación caduca y actores políticos en las
esferas gubernamentales, regionales, asamblea, etc., corruptos, que
tienen la desfachatez de hablar de moral, de dignidad, de honradez.
Vivimos en una sociedad donde la mujer es instrumentalizada en todos los
órdenes y no sólo eso, explotada y violentada por ser mujer, sino
esposa, madre, hija, indígena, negra o mestiza y sobre todo, por ser
trabajadora.
Que, con el asesinato de Diana en Ibarra, esta sociedad caduca y el
viejo estado no se den golpes de pecho circunstanciales. Ya lo hemos
vivido mucho tiempo atrás, pasarán los días y volveremos al curso de la
violencia en contra de la mujer. No es que seamos pesimistas, es que
tenemos claro que el problema no es policíaco, no es de leyes o de
perseguir hoy a los venezolanos, mañana a los colombianos, peruanos,
nigerianos, chinos, etc., porque terminaremos persiguiéndonos entre
nosotros porque la mayoría de crímenes y de agresión sistemática,
permanente contra la mujer somos los mismos ecuatorianos. Nada de esto
cambiará hasta cuando logremos remecer y destruir los cimientos de esta
vieja sociedad y levantemos una donde la prioridad sean las mayorías,
donde entendamos que la mitad del cielo la sostienen las mujeres y la
otra mitad los hombres, pero no cualquier mujer o cualquier hombre, sino
nosotros, los comunes, los solidarios, los que hacemos la historia.
Hay que entender de una vez por todas; el estado y sus aparatos
represivos no están para garantizar la seguridad de las masas, están
para sostener un régimen de explotación que atenta contra los más
elementales derechos del pueblo. ¡NO A LA XENOFOBIA! UN ASESINO MATA
PORQUE ES PRODUCTO DE UNA SOCIEDAD DECADENTE, NO PORQUE SEA VENEZOLANO,
COLOMBIANO O AFRODESCENDIENTE.
EL MOVIMIENTO FEMENINO POPULAR DEL ECUADOR, CONDENA LA VIOLENCIA A LA
QUE ESTÁ SIENDO SOMETIDA LAS MASAS; ADEMÁS, DENUNCIA Y CONDENA LA
INCAPACIDAD DEL GOBIERNO Y A SUS APARATOS REPRESIVOS DE DAR SOLUCIONES A
LOS REQUERIMIENTOS QUE TIENE EL PUEBLO.
PUEBLO DEL ECUADOR, AL PUEBLO SÓLO LO DEFIENDE EL PUEBLO. DEBEMOS
ORGANIZARNOS PARA DEFENDERNOS DE LA DELINCUENCIA, PERO TAMBIÉN DEL
GOBIERNO Y DEL ESTADO PORQUE ÉSTOS NO RESPONDEN A LOS INTERESES DE LAS
MAYORÍAS.
CONDENAMOS AL GOBIERNO Y AL ESTADO POR NO APLICAR ACCIONES QUE DETENGAN LA VIOLENCIA EN CONTRA DE LAS HIJAS DEL PUEBLO
¡NO A LA XENOFOBIA!
¡NO AL FEMICIDIO!
¡DESATAR LA FURIA DE LA MUJER COMO FUERZA PODEROSA PARA LA REVOLUCIÓN DE NUEVA DEMOCRACIA EN EL ECUADOR!
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