«¡Camaradas!:
Escribo
estas lineas el 24 por la tarde. La situación es crítica en extremo. Es
claro como la luz del día que hoy, en verdad, aplazar la insurrección
es la muerte. Quiero, con todas mis fuerzas, convencer a los camaradas
de que hoy todo pende de un hilo, de que al orden del día hay cuestiones
que no pueden resolverse por medio de conferencias ni de congresos
(aunque fueran, incluso, congresos de los soviets), sino únicamente por
los pueblos, por las masas, por medio de la lucha de las masas armadas.
La korniloviada, inspirada por la burguesía, y la destitución de
Verjovki demuestran que no se puede esperar.
Es necesario, a cualquier precio, arrestar al gobierno esta tarde, esta,
después de haber desarmado a los junkers (después de vencerlos, si
oponen resistencia), etc...¡No se puede esperar! ¡Nos expondremos a
perderlo todo! ¿Qué se conseguirá con la toma inmediata del poder?
Proteger al pueblo (no al Congreso, sino al pueblo al ejército, y a los
campesinos en primer término) contra el gobierno kornilovista, que ha
arrojado de su puesto a Verjovski y ha urdido en segunda conspiración
kornilovista.
¿Quién ha de hacerse carga del Poder? Esto, ahora no tiene importancia:
que se haga cargo el Comité Militar Revolucionario u otra institución
que sólo entregará el poder a los auténticos representantes de los
intereses del pueblo, de los intereses del ejército (inmediata oferta de
paz), de los intereses de los campesinos (inmediata toma de posesión de
la tierra, abolición de la propiedad privada); de los intereses de los
hambrientos.
Es necesario que todos los distritos, todos los regimientos, todas las
fuerzas, sean inmediatamente movilizadas, y que envíen sin demora
delegaciones al Comité Militar Revolucionario, al Comité Central Partido
Bolchevique, exigiendo imperiosamente que de ninguna manera se deje el
poder en manos de Kerensky y compañía hasta el 25; bajo ningún pretexto.
Es menester que la cosa se decida a cualquier precio esta tarde o esta
noche. La historia no perdonará ninguna dilación a los revolucionarios
que hoy pueden triunfar (y que triunfarán hoy con toda seguridad) y que
mañana correrán el riesgo de perder mucho, tal vez de perderlo todo.
Si
hoy nos adueñamos del poder, no nos adueñamos de él contra los soviets,
sino para ellos. La toma del poder debe ser obra de la insurrección; su
meta política se verá clara después de que hayamos tomado el poder.
Aguardar la votación incierta del 25 de octubre sería echarlo todo a
perder, sería un puro formulismo; el pueblo tiene el derecho y el deber
de enseñar el camino a sus representantes, sin detenerse a esperar lo
que piensen ellos.
Así lo ha demostrado la historia de todas las revoluciones, y los
revolucionarios cometerían el mayor de los crímenes si dejasen pasar el
momento, sabiendo que de ellos depende la salvación de la revolución, la
oferta de paz, la salvación de Petrogrado, el librarse del hambre, la
entrega de la tierra a los campesinos. El gobierno vacila. ¡Hay que
acabar con él, cueste lo que cueste! Demorar la acción equivale a la
muerte».
Lenin, 6 de noviembre (24 de octubre) de 1917.
Lenin, 6 de noviembre (24 de octubre) de 1917.
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