El PCE fue criticado duramente por la Internacional Comunista en los
primeros años de la II República Española, cuando su Secretario General
era José Bullejos, por no mostrar interés por la efervescencia de los
movimientos nacionalistas periféricos. Los líderes internacionalistas
estaban convencidos de que existe un paralelismo claro entre la Rusia de
1917 y la España de 1931, y uno de que uno de los errores del PCE era
precisamente no estar explotando a su favor, como hicieran los
bolcheviques en el imperio zarista, el descontento de las masas en las
nacionalidades oprimidas. El diagnóstico-reprimenda esbozado por
Manuilski y Stepanov en la reunión celebrada en Moscú se formaliza en una carta abierta de la IC al Comité Central del PCE publicada en mayo de 1931.
José Díaz, en sus años de sindicalista en Sevilla |
Se trata de una crítica general a la labor del equipo dirigente, la
troika formada por José Bullejos, Manuel Adame y Etelvino Vega. Entre
las críticas al partido está la pervivencia en su militancia de una «mentalidad hostil al nacionalismo, catalán, vasco y gallego»:
"En Cataluña, Vasconia y Galicia los comunistas deben hacer comprender a los obreros y campesinos la necesidad de su estrecha unión con los obreros y campesinos revolucionarios de España para llevar con éxito la lucha contra el imperialismo español (…) crear sobre las ruinas del imperialismo español la libre federación ibérica de repúblicas obreras y campesinas de Cataluña, Vasconia, España, Galicia y Portugal" (AHPCE, Documentos PCE, Film IV, 79)
Ya en diciembre de 1931, Mundo Obrero publicaba el artículo «Discurso que un diputado comunista hubiera pronunciado en las Cortes en nombre del Partido Comunista al aprobarse la Constitución», donde se atacaba la nueva carta magna republicana carta magna, entre otros motivos, por no reconocer la autodeterminación a vascos, catalanes y gallegos:
"(…) las regiones liberadas se unirán sin duda, en una federación. Los obreros y campesinos de Cataluña, Castilla, Vizcaya y otras regiones podrán vivir, no lo dude nadie, perfectamente unidos y en paz" (Mundo Obrero, 9/12/1931)
Como se ve, el PCE empieza a cambiar su política hacia los "nacionalismos", y ya el IV Congreso del PCE, celebrado en marzo de 1932 en Sevilla, el lugar y la ocasión en que se decida poner en marcha una política más activa de penetración entre las masas nacionalistas. El giro viene precedido de una autocrítica del propio Secretario General, José Bullejos, con respecto a la escasa importancia otorgada a la problemática nacionalista en el primer año de la República:
"Para muchos militantes (…) la cuestión nacional no existe: juzgan que Cataluña, Vasconia y Galicia no son pueblos oprimidos, que la cuestión nacional es un problema artificial, creado voluntariamente por la burguesía de estos países, y que interesa sólo a las clases dominantes. Es la vieja concepción socialdemócrata, que sirve a los intereses del imperialismo, y en nuestro caso concreto, del imperialismo español" (Bolchevismo, 11/3/1932)
En mayo de 1932, ya con José Díaz como Secretario General, se avanzaba una propuesta concreta del PCE para incidir en el debate que se estaba dando a propósito de la cuestión catalana, un Estatuto catalán alternativo que de plena libertad para decidir por sí mismo al pueblo de Cataluña:
Dimitry Manuilsky, Internacional Comunista |
"Al Estatuto que niega a Cataluña su soberanía y sus derechos nacionales y que expresa la capitulación de los jefes de Esquerra y de la Generalidad ante el imperialismo, su maridaje con éstos, opone el Estatuto de la revolución que consagra las libertades y el derecho pleno de Cataluña a disponer de su destino" (Las Masas, 20/5/1932, Cit. en BALCELLS, A.: Marxismo y catalanismo, 1930 – 1936, Barcelona, Anagrama, 1977, p. 100).
Sin embargo, el PCE estaba entonces en solitario en la defensa de la autodeterminación real de los pueblos, pues pocos querían contradecir el orden constitucional. Así, el PCE, como partido bolchevique, siguiendo el modelo soviético, estaría solo en la defensa del derecho a la soberanía total de los pueblos de España, tal y como había escrito Stalin en, por ejemplo, Intervenciones en el III Congreso de los Soviets de Diputados Obreros, Soldados y Campesinos de Todas las Rusias, en enero de 1918, donde explica que "Solo el Poder Soviético ha proclamado públicamente el derecho de todas las naciones a la autodeterminación, llegando a la plena separación de Rusia. En este sentido, el nuevo Poder ha sido incluso más radical que los grupos nacionalistas en el seno de algunas naciones".
O siguiendo a Lenin, que enseñó la doble tarea del proletariado en cuanto al derecho de autodeterminación, en 1914: “Semejante
estado de cosas plantea al proletariado de Rusia una tarea doble, o
mejor dicho, bilateral: luchar contra todo nacionalismo y, en primer
término, contra el nacionalismo ruso; reconocer no sólo la completa
igualdad de derechos de todas las naciones en general, sino también la
igualdad de derechos respecto a la edificación estatal, es decir, el
derecho de las naciones a la autodeterminación, a la separación; y, al
mismo tiempo y precisamente en interés del éxito en la lucha contra toda
clase de nacionalismos de todas las naciones, propugnar la unidad de la
lucha proletaria y de las organizaciones proletarias, su más íntima
fusión en una comunidad internacional, a despecho de las tendencias
burguesas al aislamiento nacional. Completa igualdad de derechos de las
naciones; derecho de autodeterminación de las naciones; fusión de los
obreros de todas las naciones; tal es el programa nacional que enseña a
los obreros el marxismo, que enseña la experiencia del mundo entero y la
experiencia de Rusia”.
Todo ello, concretado, ya desde el mismo momento del triunfo de la Revolución de Octubre, en la Declaración de Derechos de los Pueblos de Rusia pocos días después del triunfo del Poder Soviético, el 2 de noviembre de 1917 (calendario juliano), firmado por Lenin y Stalin, en el cual se proclama:
"1- La igualdad y soberanía para los pueblos de Rusia.
2- El derecho a libre autodeterminación, incluyendo la secesión y formación de un estado separado.
3- La abolición de todos los privilegios y restricciones nacionales y religiosas.
4- El libre desarrollo de las minorías nacionales y los grupos etnográficos que pueblan el territorio de Rusia".
Todo ello, concretado, ya desde el mismo momento del triunfo de la Revolución de Octubre, en la Declaración de Derechos de los Pueblos de Rusia pocos días después del triunfo del Poder Soviético, el 2 de noviembre de 1917 (calendario juliano), firmado por Lenin y Stalin, en el cual se proclama:
"1- La igualdad y soberanía para los pueblos de Rusia.
Lenin y Stalin, defensores del derecho a la autodeterminación de los pueblos, hablando con ciudadanos uzbecos, |
3- La abolición de todos los privilegios y restricciones nacionales y religiosas.
4- El libre desarrollo de las minorías nacionales y los grupos etnográficos que pueblan el territorio de Rusia".
Así, durante los primeros años de la República, el PCE sería la vanguardia entre los partidos del estado español en la lucha por la autodeterminación de los pueblos, frente al "nacionalismo claudicante" de ERC y el "imperialismo español" de los republicano-socialistas.
La postura adoptada con respecto al Estatuto catalán servirá en lo sucesivo como guía y modelo para el «qué hacer» en el caso vasco y gallego. La cuestión autonómica se convierte por lo tanto, como antes adelantábamos, en otro frente para combatir al gobierno republicano y denunciar su supuesto carácter contrarrevolucionario. Los estatutos autonómicos en discusión serán impugnados en bloque por el PCE como la capitulación de las burguesías nacionalistas ante el Estado burgués e imperialista español.
Por otro lado, ya desde su mismo nombramiento como Secretario General, José Díaz inicia los esfuerzos del PCE por conformar un acercamiento a otras fuerzas políticas de izquierda para constituir el Frente Popular junto a los socialistas y los republicanos de izquierda. En junio de 1935 dio un discurso en el Monumental Cinema de Madrid en el que abogaba por la creación de una "Concentración Popular Antifascista", en torno a cuatro puntos mínimos, entre ellos la "liberación de los pueblos oprimidos por el imperialismo español. Que se conceda el derecho de regir libremente sus destinos a Catalunya, a Euskadi, a Galicia y a cuantas nacionalidades estén oprimidas por el imperialismo de España".
Los cuatro puntos esbozados por José Díaz fueron los siguientes:
"1.° Confiscación de la tierra de los grandes terratenientes, de la Iglesia y de los conventos, sin ninguna indemnización, para entregarla inmediata y gratuitamente a los campesinos pobres y a los obreros agrícolas
2.° Liberación de los pueblos oprimidos por el imperialismo español. Que se conceda el derecho de regir libremente sus destinos a Catalunya, a Euskadi, a Galicia y a cuantas nacionalidades estén oprimidas por el imperialismo de España.
3.º Mejoramiento general de las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera (aumento de salarios, respeto de los contratos de trabajo) reconocimiento de los sindicatos de lucha de clases, amplia libertad de opinión, de reunión, manifestación y prensa para los obreros, etc., etc.).
4.° Libertad para todos los presos revolucionarios. Amnistía total para los presos y perseguidos de carácter político-social".
Así que vemos como el Partido Comunista de España se convirtió durante la II República Española y la Guerra Civil en el mayor defensor de la autodeterminación de los pueblos "oprimidos por el imperialismo español", tomando como modelo al Partido Bolchevique Ruso y los consejos de la Internacional Comunista desde Moscú.
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