Estimados
compañeros, este mes de Junio del 2018 se ha conmemorado distintos
hitos históricos, tanto en el movimiento estudiantil como en el
movimiento popular, ante la coyuntura de la Huelga Magisterial y la
lucha por la gratuicidad de la enseñanza y defensa de la educación
pública, el Movimiento Estudiantil Popular realizó acciones de pintas,
volanteos y bajada a conos, en este escenario de la creciente protesta
popular .instamos a las clases oprimidas a no doblegarse ante el
tiránico régimen de explotación, opresión y miseria que comanda el
lacayo del imperialismo y la gran burguesía Martín Vizcarra. Hacemos un
extensivo llamado a las bases del MEP a impulsar con doble esfuerzo el
trabajo de organización y agitación, engrosar las filas de la
organización con hijos del pueblo que día a día luchan contra las clases
dominantes e injusticias que azotan a sus familias y a ellos mismos,
que están desorganizados, hijos sin acceso a la educación y olvidados
por el viejo estado, condenados al desamparo y a la explotación,
llamamos a los estudiantes de las universidades, academias y colegios a
apoyar a los maestros en sus luchas, pues es una lucha del pueblo en
defensa de su elemental derecho a educarse, sin ello el pueblo sería
débil y la sociedad estaría condenada a la ruina.
Con
motivo de conmemorarse un aniversario más del levantamiento popular por
la gratuidad de la enseñanza, me permito compartir con ustedes , tomado
del libro “Huanta, mi bella Esmeralda”, cuya autoría corresponde al
profesor Erwin Quispe Calderón.
Lucha de un pueblo por la gratuidad de la enseñanza pública
1969 fue un año
importante para la marcha del país. En varias ciudades, el pueblo se
lanzó a protestar reclamando sus derechos, pero en Huanta y Ayacucho se
produjo la oleada popular con más fuerza.
La dictadura de
Velasco dio en febrero la Ley Universitaria Nº 17437, de carácter
impopular, borrando los derechos fundamentales de pensamiento y
expresión en las universidades, así como el establecimiento de un
sistema de pagos que impedía el acceso de los pobres. Al mismo tiempo,
el gobierno emitió el Decreto Ley Nº 006, dirigido a recortar la
gratuidad de la enseñanza secundaria. Asì por ejemplo, esta ley fijaba
el pago de 100 soles mensuales para los alumnos que resultaran
desaprobados en un curso.
Frente a las leyes
mencionadas, las organizaciones populares se movilizaron realizando
gestiones legales, sin ningún resultado. Más bien, el gobierno mandó
reprimir sin miramientos. El magisterio nacional también levantó su voz
de protesta, desenmascarando el carácter demagógico y antipopular del
“gobierno revolucionario”. De inmediato, en Puno fueron subrogados más
de 800 profesores de Primaria y 30 de Secundaria. En Huanta, Ayacucho y
Arequipa aumentó el número de maestros subrogados. A pesar de todo,
continuaron las protestas.
En seguida,
haremos una revisión cronológica de los acontecimientos, basados en los
diarios de la época, en los testimonios de muchas personas y en el
análisis hecho por la revista “Redacción”, de la ciudad capital.
* Junio.
Las gestiones de los organismos populares no tienen resultados
favorables. Crece el enfrentamiento entre autoridades educacionales y
estudiantes. El magisterio obliga a los directores a cobrar pensiones de
enseñanza a como dé lugar. El domingo 1º se constituye el Frente Único
de Estudiantes de Huanta (FUEH).
Sábado 21:
en la madrugada, se produce una gran redada de dirigentes populares en
Huanta y Ayacucho, así como de profesores universitarios y estudiantes.
Los detenidos son trasladados a Lima. A las 7 de la mañana, el pueblo de
Ayacucho sale a las calles para protestar por la violencia policial y
la no atención de sus reclamos. Esa misma mañana, llega un avión con
“sinchis”. La muchedumbre marcha de San Juan Bautista hacia Magdalena;
la policía intenta disolver el gentío, produciéndose un duro combate en
las calles hasta las 10 de la noche. Una ambulancia del Ministerio de
Salud con “sinchis” camuflados se abre paso entre los manifestantes, a
quienes atacan por la retaguardia ocasionando varios muertos y heridos.
Oficialmente, “sólo” hay 4 muertos: Eulogio Yaranga, universitario; Silvestre Anaya, albañil; Félix Ramos y Américo Oré, escolares.
Muchos heridos fueron conducidos a Lima en calidad de presos. Un libro
salva la vida de un estudiante mariscalino que recibió un disparo en el
pecho. El pueblo asegura que hay buen número de desaparecidos. Esa noche
se decreta el “toque de queda” (prohibido salir a la calle).
En Huanta, los
campesinos reclaman al Subprefecto Cabrera la libertad de sus dirigentes
detenidos, Al enterarse de que los presos habían sido trasladados a
Lima, toman de rehén a la autoridad política en la puerta del antiguo
Correo y se lo llevan cogido de su corbata roja por los jirones Sáenz
Peña y Arica hasta Callqui, al pie del cerro Calvario. A los dos días,
el Subprefecto logra huir a Huamanga ayudado por un traidor. Al saberse
de lo que ocurría en Huamanga, se convoca para un nuevo mitin al día
siguiente. Piquetes de estudiantes dañan los puentes de Ayahuarcuna y
Tablachaca para impedir que lleguen los refuerzos policiales. Se supo
que los choferes de servicio público se negaron en Huamanga a trasladar
esos refuerzos a Huanta.
Domingo 22: los
pocos dirigentes que quedan del FDP decretan desde la clandestinidad un
paro general de 72 horas. Las autoridades declaran dìa de duelo por los
caìdos (¡!).
En Huanta, muy de
mañana, se concentran grandes masas de campesinos. Desde Pucaraccay y
Callqui bajan por los jirones Arica y Rasuhuillca golpeando las puertas y
gritando “¡Wañuchun llaqta allqukuna!” (Qué
mueran los perros de la ciudad). (¿La movilización era contra la gente
de la ciudad?). Otro contingente ingresa por Huantachaca portando un
asta enorme con el pabellón nacional.
A las 10 de la
mañana, la masa reunida en la Alameda inicia su marcha hacia el centro
de la ciudad. Los dirigentes recomiendan evitar la violencia. A la
cabeza están los campesinos, armados únicamente de su valor y de la
bandera bicolor; luego siguen las mujeres y los estudiantes. La
muchedumbre avanza por el Jr. Gervasio Santillana. A la altura del
Correo, la policía dispara a quemarropa. La masa humana retrocede, pero
se recompone inmediatamente. Una campesina se adelanta con los brazos
extendidos gritando: “¡Hukllam kawsay, hukllam wañuy!” “¡Maypim doctorniyku!” (¡Vencer o morir! ¡Donde está nuestro abogado(Cavalcanti)! Una ráfaga de metralleta la derriba; la policía se apodera del cuerpo.
Son ya las 11 a.m.
Los manifestantes deciden armarse con lo que encuentren. En los
establecimientos próximos se apoderan de machetes, cuchillos, botellas y
gasolina para fabricar bombas “molotov”, incendiarias (en honor al
inventor ruso de ese apellido). A los pocos minutos, el puesto policial
del Jr. Santillana arde por todos sus costados. La policía tuvo que
salir con dirección a la Plaza de Armas. Otro grupo de manifestantes
incendia la PIP, ubicada en la Calle Comercio (Jr. Ayacucho). Los
manifestantes atacan varios establecimientos, pero respetan la Casa
Hiraoka. Los guardias se ubican en los portales y disparan sin cesar.
A las 2 de la
tarde, los policías se parapetan en los malecones de la plaza, en las
torres de la Iglesia Matriz y en casas particulares. Pese a la lluvia de
balas, algunos estudiantes logran ingresar al parque y hacen ademán de
disparar con fusiles de madera que se utilizaban en los desfiles. Un
balazo ciega la vida del estudiante vigiliano Mario Muñoz Sicha y de Eufemio Zapata.
Momentos antes, la estudiante Irene Saavedra había sido fulminada por
un tiro. Caen más muertos y heridos. La multitud exasperada provoca los
disparos de la policía en la creencia de que así, se les agotarán las
municiones. Entre el humo de la pólvora y gritando a todo pulmón sus
consignas, ingresan en la plaza. A eso de las 4, los policías se
repliegan hacia Cinco Esquinas.
Mientras tanto,
llega de Ayacucho un numeroso contingente de “sinchis”. El Ministerio
del Interior ordena a la policía disparar a discreción. Desde Tablachaca
se alinean en abanico y avanzan disparando a todo lo que se mueva. “Por Cinco Esquinas están, los “sinchis” entrando están; van a matar estudiantes, huantinos de corazón…” Esos
refuerzos limpian las calles a sangre y fuego; apostados en las
esquinas y con una rodilla en el suelo, disparan sus armas como
haciendo “tiro al blanco”. Un niño de la Escuela Parroquial cae herido y es rematado a puntapiés. Su cuerpo desapareció.
Los manifestantes
volvieron a reunirse en el Parque Hospital. Continuaba la lluvia de
balas. Caían más muertos y heridos. Muchos jóvenes cargaban a los caídos
al nosocomio próximo, pero gritaban que había más muertos que estaban
siendo recogidos por los policías en el volquete recolector de basura.
El sol ardiente de ese día, cansado de ver tanta matanza, se preparaba a
reposar en las faldas del Omaconga (alturas de Marcas). A las 6 de la
tarde, los parlantes de la Municipalidad anunciaron a los cuatro vientos
que la situación estaba controlada y que se decretaba el “toque de
queda” hasta la mañana siguiente. El Palacio Municipal fue convertido en
cuartel de los “sinchis”. Oficialmente, los muertos de esa jornada
histórica fueron “solamente” 13 y 273 heridos de bala. El hospital no se
dio abasto para atenderlos. Esa noche, la ciudad y sus alrededores
durmieron en medio de una tensa calma.
Lunes 23 y martes 24:
Huanta y Ayacucho permanecen bajo estricto control policial por varias
semanas. Un helicóptero aterriza varias veces en el morro de Tupín para
evacuar a los heridos de gravedad hacia Huamanga. Un grupo de heridos
fuga del hospital por temor a las represalias. Unos 200 efectivos de la
policía se acantonan en nuestra Municipalidad. Los entierros de las
víctimas se suceden uno tras otro; el pueblo acompaña dolorido, pero se
ve impedido de manifestarse porque tiene tras sí a los “sinchis”. En el
Cementerio General de la “Esmeralda” fueron enterrados en nichos
contiguos los “Mártires de la Gratuidad de la Enseñanza”, cuyos nombres son: Mario
Muñoz Sicha, Irene Saavedra, Eufemio Zapata, Macedonio Zambrano,
Florentina Lozano, Juan Condori, Ramoncita Huarcaya, Pablo Gonzales,
Adriano Ruis, Juana Vilcatoma, Agustín Garagundo y Pablo Cabrera, Huantinos de corazón que dieron sus vidas por nosotros.
El gobierno militar se vio obligado a derogar el D.L. 006 y se apresuró en decretar la Ley de “Reforma Agraria”, en un supuesto homenaje al “Día del Campesino”.
Texto tomado del libro “Huanta, mi bella Esmeralda”, cuya autoría corresponde al profesor Erwin Quispe Calderón
29 de Junio del 2018
No hay comentarios.:
Publicar un comentario