Apuntes para
deslindar con el feminismo burgués y pequeño-burgués, oponiendo una línea de
clase en la lucha de la mujer.
Miguel
Alonso
Ni los más
acérrimos enemigos del comunismo pueden negar que el mismo, siempre ha
contemplado la igualdad de las mujeres con los hombres y la liberación de
cualquier opresión como parte fundamental de su programa y praxis
revolucionaria y que en las diversas revoluciones triunfantes, La Comuna de
París, La Revolución de Octubre, la Revolución China o en los países de
Indochina y en particular en Kampuchea Democrática, las mujeres han jugado un
papel fundamental.
Esto mismo
podemos decir de las actuales guerras populares en marcha desde el Perú, a Filipinas,
de Turquía y el Kurdistan norte a la de la India en la que millones de mujeres
campesinas, dalits, adivasis o trabajadoras e intelectuales se enfrentan día a
día la lucha junto a sus camaradas hombres contra el régimen semi-feudal y
opresor que se basa en el fascismo azafrán y su régimen de castas.
Son las
verdaderas heroínas de nuestro tiempo, muy alejadas del discurso falsamente
radical de las pequeño-burguesas del feminismo universitario occidental y su
visión de “genero, femenino”.
Feminismo
burgués que ignora, a propósito, la lucha de clases como motor de la historia,
para sustituirla por una lucha “transversal” (eufemismo de interclasista) entre
sexos, dentro de la política burguesa de fraccionar las luchas por
reivindicaciones especificas de diversos colectivos oprimidos, como un medio
para dar “soluciones” cosméticas dentro del sistema capitalista, sin
cuestionarlo radicalmente como hacemos las y los comunistas.
No se trata
de hacer critica de las justas luchas de los colectivos oprimidos; mujeres,
homosexuales, transexuales o de razas discriminadas en las sociedades
capitalistas, se trata de señalar con claridad que toda esta opresión, que
afecta mayoritariamente a las clases populares, solo puede ser resuelta en el
marco de una Revolución Socialista o de Nueva Democracia y en las mismas, por
medio de revoluciones culturales, barrer los viejos hábitos de la opresora
sociedad capitalista.
Esto no es
una visión reduccionista, como sin duda se apresurarán a decir algunas y algunos, se trata de la clave de
todas las múltiples contradicciones existentes en las sociedades del
capitalismo desarrollado o las del capitalismo burocrático.
El Presidente
Mao señaló que no hay que olvidar jamás la lucha de clases y esta importante instrucción
del Pdte. Mao debemos no solo recordarla sino que tenemos la obligación de
llevarla a nuestra práctica como comunistas.
Las
sociedades patriarcales, unidas intrínsecamente por la superestructura ideológica
de las religiones monoteístas, están ligadas a la aparición de la propiedad
privada y a su transmisión hereditaria por el núcleo familiar. Sin golpear y
aplastar, tanto en lo ideológico, como en lo material, estos mecanismos no se avanzara
verdaderamente en poner fin la explotación del ser humano por el ser humano.
Sin embargo
el feminismo burgués, en su versión más
burda, achaca todo lo malo a los hombres, a los que culpabiliza de todos sus
males hablando de “lugares seguros” con la exclusión de los hombres, planteando
en la practica una segregación por sexos, difunden el falso mito de “seres de
luz y paz” incluso claman contra el “techo de cristal” para las mujeres de la
gran burguesía, obviando a propósito que mujeres tan reaccionarias como
Margaret Thatcher, o Christine Lagarde a Hillary Clinton que desde sus puestos,
dizque oprimidas por el machismo, han aumentado la explotación y el sufrimiento
de las masas populares, tanto de hombres como de mujeres, en todo el mundo.
Y qué decir
de las teorías de la división por opciones sexuales, que tanto a hombres como a
mujeres califican con etiquetas como “cis-genero” presentando la heterosexualidad
como otro monstruo opresor; el hetero-patriarcado, lo que sustenta en teorías
anti-científicas y postmodernistas como la Queer.
Para los comunistas
es simple liberalismo u oportunismo no enfrentar estas y otras teorías por no
crear polémica con un lobby feminista, que cuenta con el respaldo de la mayoría
de la prensa liberal burguesa y mucho mas es unirse, como furgón de cola, de
estos movimientos feministas que, como ya vimos este pasado día 8 de marzo, han
tratado de usurpar el carácter de clase de del Día Internacional de la Mujer Trabajadora
por su discurso transversal interclasista y de guerra de sexos.
En el Estado
español componen estas fuerzas los viejos revisionistas de IU, Podemos o el
PSOE y su portavoz mediático el diario Publico y la cadena televisiva La Sexta.
La dirigente bolchevique Alexandra Kollontain,
en 1907, en un documento sobre la cuestión de la mujer (1) señalaba con
claridad las dos líneas existentes. Palabras que tienen plena actualidad:
El mundo
de las mujeres se divide, como el mundo de los hombres, en dos bandos: los
intereses y las aspiraciones de una parte la acercan hacia la clase burguesa,
mientras que la otra esta en estrecha relación con el proletariado y su
propuesta libertadora incluye una solución completa de la cuestión de la mujer.
Así pues, aunque ambas partes persigan en general la “liberación de la
mujer”, sus objetivos e intereses son distintos. Cada uno de las partes,
inconscientemente, establece sus propuestas iniciales a partir de los intereses y aspiraciones de su propia clase,
lo que dota de un color específico de clase a los objetivos y tareas que establecen
para sí mismas…
A pesar
de la aparente radicalidad de las demandas de las feministas, no hay que perder
de vista el hecho de que las feministas no pueden, en razón de su posición de
clase, luchar por la transformación fundamental de la sociedad, sin la que la
liberación de la mujer no podrá ser completa.” (…)
Entonces, ¿es realmente posible hablar de las feministas como las pioneras
en el camino hacia el trabajo de las mujeres, cuando en cada país cientos de
miles de mujeres proletarias habían inundado las fábricas y los talleres,
apoderándose de una rama de la industria tras otra, antes de que el movimiento
de las mujeres burguesas ni siquiera hubiera nacido? Sólo gracias al
reconocimiento del trabajo de las mujeres trabajadoras en el mercado mundial
las mujeres burguesas han podido ocupar la posición independiente en la
sociedad de la que las feministas se enorgullecen tanto…
Para concluir con estos apuntes a continuación formulo algunos puntos básicos
de una línea clasista proletaria, anti-revisionista en la cuestión de la
opresión de las mujeres:
- · Deslindar con el feminismo burgués y sus falsas teorías, oponiendo una fuerte critica a sus principios ideológicos basándose en documentos elaborados por conocidas dirigentes proletarias como la camarada A. Ghandy o la camarada Chiang Ching.
- · Potenciar la creación de un Movimiento Internacional Clasista Femenino y Popular con un programa propio cara a la revolución.
- · Programa basado en las ricas experiencias históricas de la revoluciones proletarias para liberar a la mujer del ámbito del trabajo domestico o cuidado de los niños, potenciando guarderías infantiles para las mujeres proletarias y campesinas así como la creación de cantinas populares o un nuevo modelo de urbanismo y construcción de viviendas en el que las tareas domesticas, limpieza o alimentación se desarrollen de forma colectiva o profesional, rompiendo con el modelo del núcleo familiar burgués.
Este articulo pretende aportar algunos instrumentos para la lucha ideológica
contra la corriente principal del feminismo burgués y pequeño-burgués desde el
marxismo-leninismo-maoísmo y hacer frente a todo tipo de oportunismo en esta
cuestión, fundamental para el movimiento revolucionario, ya que las mujeres
sostienen la mitad del cielo y cualquier forma de opresión tiene que ser
barrida, pues el comunismo es, no lo olvidemos, una ideología de liberación en
todos los ámbitos.
Notas:
(1) Alejandra
Kollontai Extractos de Los fundamentos sociales de la cuestión femenina 1907
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