¡Proletarios
de todos los países, uníos!
Sobre la Situación
Internacional y las Tareas en el MCI
V Encuentro de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninista-Maoístas de América Latina
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V Encuentro de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninista-Maoístas de América Latina
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El imperialismo no vivirá mucho porque
perpetra toda clase de infamias. Sostiene con obstinación a los reaccionarios
de los distintos países, hostiles a los pueblos. Ocupa por la fuerza muchas
colonias, semicolonias y bases militares. Amenaza la paz con una guerra
atómica. De esta manera, forzada por el imperialismo, más del 90 por ciento de
la población mundial se está alzando o se alzará en masa a la lucha contra él.
Pero el imperialismo aún está vivo; todavía hace y deshace en Asia, África y
América Latina. En el mundo occidental, los imperialistas siguen oprimiendo a
las masas populares de sus propios países. Esta situación ha de cambiar. Es
tarea de los pueblos del mundo entero poner término a la agresión y opresión
que realiza el imperialismo, principalmente el imperialismo norteamericano.
Presidente Mao Tsetung.
Entrevista con un corresponsal
de la Agencia de Noticias Sinjua (29 de septiembre de 1958)
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de la Agencia de Noticias Sinjua (29 de septiembre de 1958)
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Desde los inicios de la época del
imperialismo, las distintas potencias y superpotencias imperialistas vienen
intensificado su explotación y opresión sobre el proletariado en sus propios
países y vienen saqueando y sometiendo al proletariado, al campesinado y al
conjunto de las masas populares en las colonias y semicolonias, todo con el
propósito de asegurar el saqueo de las materias primas, asegurar mercados para sus
capitales y mercancías y el lucro máximo. Este saqueo y explotación ha causado dos
guerras mundiales e indecibles miserias y penalidades al proletariado y los
pueblos del mundo, atizando la lucha de clases hasta niveles magníficos que
desembocaron en las más gloriosas experiencias revolucionarias en la historia
de la humanidad, la conquista del Poder para el proletariado (dictadura del
proletariado) y el inicio de la construcción socialista, en curso a la
abolición de las clases y de toda forma de explotación, el dorado comunismo.
Con el surgimiento del
imperialismo, el mundo quedó dividido entre un puñado de naciones opresoras y
un inmenso número de naciones oprimidas, madurando las condiciones para la
revolución mundial. Con el triunfo de la Revolución de Octubre se abrió la era
de la revolución proletaria mundial, que es la tendencia histórica y política
principal. La lucha entre revolución y contrarrevolución en la era del
imperialismo y la revolución proletaria mundial nos ha legado las más
importantes experiencias de la lucha de clases-los triunfos de las grandes
revoluciones en Rusia y China, el impulso a las luchas de liberación nacional y
la Gran Revolución Cultural Proletaria-, y con la guerra popular en Perú se
inició la ofensiva estratégica de la revolución proletaria mundial. De esta
forma la ideología científica del proletariado, única ideología científica, se
desarrolló hasta una nueva, tercera y superior etapa: el maoísmo.
Sostenidos en los aportes del pensamiento
gonzalo, resultado de la aplicación del maoísmo a la revolución en el Perú, nos
reafirmamos en que ser comunista hoy es ser marxista-leninista-maoísta,
principalmente maoísta, y que es tarea de los comunistas enarbolar, defender y
aplicar el marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente aplicarlo, para imponer
el maoísmo como mando y guía de la revolución proletaria mundial, y que pase a
comandar cada vez más la nueva gran ola de la revolución proletaria mundial.
El Presidente Mao nos indicó una
y otra vez que, como comunistas, tenemos el deber de utilizar la concepción
marxista, el punto de vista marxista y el método marxista para estudiar el
mundo objetivo, con el único propósito de transformarlo. Y que al estudiar la
realidad objetiva debemos esforzarnos por asir la contradicción principal en
cada momento, que debemos centrarnos principalmente en torno a la lucha de clases
y la lucha de dos líneas, para lo cual debemos analizar las relaciones de
clases fundamentales y la correlación de fuerzas de clase.
Nos reafirmamos en que únicamente
sostenidos en el marxismo-leninismo-maoísmo y los aportes de validez universal
del pensamiento Gonzalo podremos orientarnos en la comprensión del
desenvolvimiento de las contradicciones fundamentales, asir la contradicción
principal del mundo actual para definir correctamente la política y las tareas
que se desprenden de la situación objetiva, cuidándonos del subjetivismo, la
superficialidad y la unilateralidad, y distinguiendo las contradicciones entre
nosotros y el enemigo de las contradicciones en el seno del pueblo.
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Las
contradicciones fundamentales del mundo actual
Primera contradicción:
entre naciones oprimidas, por una parte, y superpotencias y potencias
imperialistas, por otra.
Esta es la contradicción
principal en el mundo actual. Existe, por una parte, un gran número de naciones
oprimidas, que son países coloniales o semicoloniales, sometidos económica,
política y culturalmente al imperialismo, aunque estos últimos cuenten con una
soberanía o independencia formal; por otra parte, está un puñado de potencias
imperialistas, ya sean éstas superpotencias o potencias, en cualquier caso naciones
opresoras.
En el campo de las potencias
imperialistas, el imperialismo yanqui es la superpotencia hegemónica única,
Rusia es aún superpotencia atómica y existe un puñado de potencias
imperialistas de segundo orden.
Al imperialismo yanqui, más que a
los otros imperialistas, su propia condición hegemónica lo hunde más. Por su
propia naturaleza imperialista, y para mantener su hegemonía, está obligado a
llevar varias guerras al mismo tiempo, además de mantener presencia militar en
todos los continentes. Esto le genera un costo económico inmenso, que incluye
el sostenimiento de su maquinaria militar y de espionaje, costos por los
créditos de guerras ya hechas y las actuales, asistencia a los veteranos, sin
contar el costo social que le ocasionan en su propio suelo el desprecio a la
vida y la dignidad de las masas, el genocidio que aplican para sojuzgarlas, con
lo cual se granjea el odio de todos los pueblos del mundo.
El imperialismo yanqui es el
mayor exportador de capitales a nivel mundial, lo que se expresa en enormes
desbalances en su economía. El imperialismo yanqui es un gigante con pies de
barro, con una inmensa deuda externa, de los hogares y de las empresas y un
gran déficit comercial. Es el más monopolista, más parasitario y que atraviesa
mayor descomposición que los demás países imperialistas.
Por su parte, en los países
oprimidos se concentra la mayor parte de la población del planeta y la más
pobre, sometidos a la opresión del imperialismo, el capitalismo burocrático y
la semifeudalidad, viviendo en condiciones que no se condicen con el nivel de
desarrollo alcanzado por la humanidad, que sufren la degradación de sus
condiciones de vida, del medio natural yson golpeados por sistemáticas guerras
de rapiña del imperialismo y sus lacayos locales
En los países oprimidos, sobre
una base semifeudal, colonial o semicolonial, se desenvuelve un capitalismo
burocrático que genera modalidades políticas e ideológicas correspondientes e
impide sistemáticamente el desarrollo nacional, explota al proletariado, al
campesinado y a la pequeña burguesía y constriñe a la burguesía media. La
crisis mundial seguirá descargándose sobre los países oprimidos mientras
mantengan esta condición y seguiremos siendo botín de cada reparto.
Contrariamente a lo que digan los
representantes del imperialismo y sus lacayos revisionistas, la llamada
“liberalización económica”, la “globalización” la “nueva distribución mundial
del trabajo”, etc., todo lo que los imperialistas han impulsado junto con las
clases dominantes de estos países, no ha cambiado el carácter de los mismos,
sino más bien lo ha preservado y evolucionado. Lo que sostienen los
embellecedores del imperialismo -de que la inversión extranjera (imperialista)
en sectores donde habría ciertas supuestas “ventajas comparativas” conduciría al
progreso y desarrollo- no es más que una mascarada para encubrir el saqueo. El
resultado de varias décadas de “apertura a la inversión extranjera” es que no
ha habido ningún verdadero desarrollo nacional en los países oprimidos. La
promesa de que el aumento de los precios de las materias primas generaría
grandes beneficios para los países donde están ubicadas, ha quedado
absolutamente desmentida por la realidad. Los hechos prueban que la mayor parte
de los beneficios, de las ganancias obtenidas en el período de altos precios delas
materias primas, fueron a parar a las llamadas “multinacionales”, es decir, a
los países imperialistas.
Por medio de su llamada “inversión
extranjera” se produce la exportación de capitales imperialistas, la
competencia entre monopolios por el dominio de los mercados y países. Aquella
potencia que adquiere ventaja en esta carrera incrementa su posición
monopolista, su poder y, con ello, su parasitismo, el vivir del “recorte del
cupón”, con lo cual también profundiza su propia podredumbre, su hundimiento.
Lejos de impulsar el desarrollo
económico en los países oprimidos, la inversión imperialista genera un
desarrollo deformado, una economía estrangulada por el capital financiero,
mayor concentración del capital en los grandes monopolios y el sometimiento de
toda la producción, las finanzas y el consumo nacional a los intereses de éstos.
En estas condiciones el proletariado por medio de su partido comunista, en
alianza con el campesinado como fuerza principal, tiene la misión de dirigir a
todas las fuerzas revolucionarias en la revolución democrática contra el
imperialismo, el capitalismo burocrático y la semifeudalidad.
La política del imperialismo de
EE.UU. hacia las semicolonias es el mayor sometimiento y la mayor subyugación
nacional o la guerra. El plan de los imperialistas es la partición de los
países y nuevo reparto, basado en la fuerza militar y el despliegue en
posiciones de combate. Lo que buscan no es paz, sino subyugar a los pueblos a
través de la capitulación mediante “acuerdos de paz”, con los que sólo
formalizan lo ganado en el campo de batalla.
Sin reconocer el carácter
semifeudal de nuestros países y, por tanto, la necesidad de la guerra agraria
para resolverlo, se termina negando la necesidad de la revolución democrática en
los países oprimidos, la necesidad de desarrollar la guerra popular como guerra
unitaria-con campo principal y ciudad complemento necesario- para acabar con el
imperialismo, el capitalismo burocrático y la semifeudalidad. Así también, sin
reconocer el carácter semicolonial y semifeudal, sobre el cual se desenvuelve
un capitalismo burocrático en el así llamado Oriente Medio, no es posible
entender el carácter de lucha de liberación nacional de sus pueblos contra las
distintas potencias imperialistas, su carácter de guerra de resistencia, de
guerra justa, principalmente contra el imperialismo yanqui pero sin descuidar a
la superpotencia atómica, Rusia, independientemente de las fuerzas de clase que
actualmente dirigen estas luchas armadas ante la falta de dirección comunista.
Segunda contradicción:
entre proletariado y burguesía.
La inmensa riqueza producida socialmente
crece sin cesar, pero esta riqueza es apropiada de forma privada por un puñado
de imperialistas y por los grandes burgueses y terratenientes en los países del
tercer mundo. El resultado de todo esto son crisis más agudas y con ciclos más
cortos dentro de la crisis general y última del imperialismo, que empujan a los
estados imperialistas a enredarse en guerras de rapiña por el nuevo reparto del
mundo. Todo esto atiza la contradicción entre proletariado y burguesía en las
propias naciones imperialistas.
Por una parte, la crisis
económica sostenida desde 2008 -que se inició como crisis financiera en EE.UU.-
ha sido descargada sobre las masas, golpeado también al proletariado de los
países imperialistas, particularmente en Europa, atizando agudas luchas por la
defensa de las conquistas obtenidas a lo largo de todo el siglo XX.
Por otra parte, las
contradicciones entre burguesía y proletariado se atizan también como resultado
de las olas migratorias de miles de refugiados de guerra y pobres en general
que, huyendo de la guerra imperialista y de la feroz explotación y opresión de
las semicolonias, pasan a engrosar las filas de proletarios en estos países. La
ola migratoria y la “tragedia humanitaria” que conlleva son también una
necesidad de los monopolios en los propios países imperialistas, que requieren
bajar los costos de producción bajando los niveles de salario -por ejemplo, la
reacción del imperialismo alemán estima que requiere engrosar la fuerza de
trabajo con 500.000 inmigrantes por año- pero al mismo tiempo propalan a través
de los medios el peligro del “terrorismo” y promueven la histeria chovinista, alentando
el racismo y el nacionalismo. Se promueve la política reaccionaria de dividir a
la clase entre trabajadores nativos y trabajadores inmigrantes para conjurar la
acción unificada clasista del proletariado, para que éste no se organice como
clase única, con intereses únicos e ideología, política y partido comunista. Aquí
la contradicción es también entre revolución y contrarrevolución y no entre
fascismo y democracia de “izquierda” o de “derecha”. No se trata de tal o cual
régimen político o forma de gobierno de la dictadura burguesa, sino de acabar
con esta dictadura de la burguesía sobre el proletariado y el pueblo en estos
países imperialistas mediante la revolución socialista, que tiene que hacerse
mediante guerra popular.
Esta contradicción al interior de
las naciones imperialistas se agudiza además-y esto es característico de la
actual fase de su descomposición-porque las infamias de todo tipo que cometen
los estados imperialistas contra las naciones oprimidas, particularmente el
imperialismo de EE.UU., vienen repercutiendo cada vez más al interior de los
propios países imperialistas. Los inmisericordes asesinatos en masa mediante
bombardeos aéreos, el uso de drones contra la población civil, el estigma de
“terrorista” colocado a toda fuerza beligerante que se opone al sometimiento
nacional, se han convertido en cosa común como parte de la guerra imperialista.
Esto lo hacen en países donde han declarado la guerra y a cuyas fuerzas armadas
se les niega tal condición y el derecho a la guerra, pero también lo hacen en
países donde llevan a cabo guerra no declarada o secreta como Yemen y Pakistán.
Y lo hacen con plena impunidad, porque contra ellos no hay ni jueces ni
tribunales internacionales que valgan. Esta guerra imperialista necesariamente
tiene que regresar a casa.
Además, en su propio país, el
asesinato sistemático y continuo de miembros de las masas más pobres por parte
de las fuerzas represivas del Estado yanqui es parte de la guerra contra el
proletariado y el pueblo norteamericano, particularmente contra la población
negra e inmigrantes del Tercer Mundo. Ante la opresión, las masas se levantan
en rebelión y las armas que se les dieron para masacrar a las masas en las
naciones oprimidas las están volviendo contra sus propios opresores.
En resumen, lo principal es que
el movimiento contra la guerra imperialista irá en aumento, sumado a la
rebelión contra la explotación y opresión de la clase y la miseria creciente de
las masas. Así está sucediendo en todos los países imperialistas, especialmente
en China, Francia, pero también en los Estados Unidos, donde la masa explotada
y oprimida del proletariado está conformada por cerca de 50 millones de proletarios
procedentes de los países de América Latina. A través de esta masa pobre, el
desarrollo de la lucha de clases con guerra popular en América Latina impactará
también en el desarrollo de la lucha de clases del proletariado por la
conquista del Poder en los Estados Unidos.
Tercera contradicción:
entre potencias y superpotencias imperialistas.
Como ya enseñara Lenin, el
imperialismo no es uno sólo, sino que hay diferentes países imperialistas. Esto
es, potencias y superpotencias imperialistas que se dividen el mundo según sus
relaciones de fuerza, económica, política y militar, relación de fuerza que
está cambiando a cada momento y que se desenvuelve en colusión y pugna.
Estados Unidos es actualmente la
superpotencia hegemónica única. Con la desintegración de la URSS
socialimperialista en 1991, el peso económico de la Rusia imperialista quedó
reducido a un nivel comparable al de la Italia imperialista, aunque mantiene su
carácter de superpotencia atómica. También están las restantes potencias
imperialistas como Alemania, Gran Bretaña, Francia, Japón, China, Holanda, Australia,
Nueva Zelanda, Canadá, Italia, España, etc., que en total son un puñado de
países opresores. Desde la década de 1990 están en un nuevo reparto de los
países oprimidos que estuvieron sometidos a la Unión Soviética
socialimperialista. Todos los acontecimientos de alguna importancia acaecidos
desde ese entonces en el este de Europa, bélicos o no bélicos, enel así llamado
Oriente Medio, el Golfo Pérsico y Afganistán se enmarcan en este nuevo reparto.
La antigua pugna entre las dos
superpotencias, EE.UU. y la URSS social imperialista se ha transformado. La
actual situación mundial está marcada por el plan del imperialismo yanqui de
desarrollar a sangre y fuego su guerra de agresión con un objetivo inmediato –Siria–
otro a mediano plazo –Irán– y un objetivo estratégico que es arrebatar a Rusia su
condición de superpotencia atómica que aún mantiene, para lo cual utiliza
alianzas, según convenga, con los otros imperialismos como Alemania, Francia,
Inglaterra, etc., a fin de subvertir el orden en las zonas de influencia que
tienen gran valor estratégico para Rusia. Por su parte, Rusia pugna por conservar
estas zonas, especialmente en Ucrania, Siria e Irán.
El punto más candente está
actualmente ubicado en el así llamado Oriente Medio, porque el control de esta
zona, particularmente sobre Siria e Irán, tiene gran importancia para el
imperialismo yanqui, no sólo porque significa arrebatar las esferas de
influencia de Rusia, sino también porque le permitiría asegurar su condición
hegemónica al acceder al control estratégico de una de las regiones clave del
mundo para el abastecimiento de petróleo a casi todas las demás potencias
imperialistas, asegurándole así una ventaja definitiva en la competencia
interimperialista. Es precisamente este aspecto el que dificulta que pueda
alinear a todas las demás potencias contra Rusia.
Cuando
los imperialistas, solos o coaligados, van contra un país oprimido o contra
varios de estos países del Tercer Mundo, en ese momento no sólo se expresa la contradicción
principal, sino también la tercera contradicción, entre países imperialistas. Y
en esto violan cuando quieren sus propios acuerdos, su propio derecho
internacional, el principio de no agresión, pues la ley es para que la cumplan
los otros. Por ello la paz, la armonía entre los imperialistas son viejas
historias vueltas a contar, como la del “superimperialismo”, “ultraimperialismo”,
“neoimperialismo”, “neoliberalismo”, “neocolonialismo”, viejas teorías que
apuntan contra la revolución democrática y contra las luchas de liberación
nacional.
La rebatiña imperialista por
llevarse la mayor tajada de la torta es absoluta y la colusión de unos con
otros es relativa, esto determina el carácter circunstancial y pasajero de las
alianzas imperialistas; no hay “bloques imperialistas”. Las potencias
imperialistas de segundo orden bregan por convertirse en nuevas superpotencias
y así pugnar por la hegemonía mundial para poder ocupar el lugar que hoy
ostenta el imperialismo yanqui e imponer a través de una nueva guerra mundial un
nuevo orden y un nuevo reparto. La Unión Europea no es un “imperialismo
europeo”, sino que es alianza de los países de Europa Occidental bajo dirección
de Alemania para pugnar por el reparto del mundo.
Tampoco hay tal “bloque Rusia-China”,
entre éstos también existen disputas. Más aún, la China socialimperialista aún no
tiene un lugar muy importante en el nuevo reparto, debido a que tiene baja
capacidad ofensiva en relación con las demás potencias imperialistas. Con China
aún aplica la contención y prima la colusión, pues tiene su lugar como
manufacturera de los productos de consumo y para la colocación de capitales de diferentes
potencias imperialistas como EE.UU., Japón, Alemania y otros.
En relación con la contradicción
entre socialismo y capitalismo, que corresponde a toda la era de la revolución
proletaria mundial, en la situación actual ésta se desenvuelve en el terreno
ideológico e histórico. Desde el campo de la reacción, esta contradicción se
manifiesta en la ofensiva contrarrevolucionaria general, que entra en declive y
actualmente apunta contra las guerras de liberación nacional por medio de la
denominada “guerra contra el terrorismo”, a la cual oponemos la contraofensiva
revolucionaria que se desarrolla con guerra popular. En el campo de la
revolución, la contradicción entre socialismo y capitalismo se expresa en que
el socialismo vive como idea en las luchas del proletariado y los pueblos del
mundo. El clamor de las masas por reconquistar el Poder se levanta especialmente
en los países donde ha habido socialismo, perspectiva que se expresa cuando los
veteranos de la URSS que combatieron en la II Guerra Mundial marchan con
carteles del camarada Stalin y cuando los obreros y los campesinos en China se
levantan en nombre del Presidente Mao. Todas estas luchas son parte del
complejo proceso de restauración y contrarrestauración. El socialismo se
establecerá ahí de todas maneras y será con guerra popular, para continuar con
la construcción del socialismo y la dictadura del proletariado.
El Presidente Mao, analizando el desarrollo de la lucha de clases a nivel
mundial, comprendió que el imperialismo había entrado en una fase de
agravamiento de su crisis general y que se había abierto la época de su barrimiento
completo por la revolución proletaria, destacando que esto ocurriría en el
periodo de los “próximos 50 a 100 años”. El Presidente Gonzalo desarrolló esta
comprensión, indicando que alrededor de 1980 entramos en la ofensiva
estratégica de la revolución proletaria mundial, en que la tarea estratégica
retrasada es la constitución o reconstitución de los partidos comunistas, según
sea el caso, sobre la base del marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente el
maoísmo, para iniciar y desarrollar las guerras populares en todos los países
del mundo como guerra popular mundial. Debemos reafirmarnos en todas estas
importantes tesis y combatir resueltamente todas las tentativas de la reacción
y el revisionismo que siembran confusión, sirven a la dispersión del movimiento
comunista y a separar el movimiento comunista de las luchas de liberación
nacional.
Se despeja el campo para la
revolución y la guerra popular. En América Latina, los gobiernos de Venezuela,
Brasil, Bolivia, Ecuador, etc. han entrado en descomposición, arrastrando a toda
laya de oportunistas y revisionistas que los han sustentado y defendido como
supuestos gobiernos “antiimperialistas”, “progresistas”, “revolucionarios”,
etc. Este descalabro alcanza también al revisionismo cubano, que ha respaldado y
usado de soporte a todos estos gobiernos, que lejos de ser de “izquierda” -como
lo propala el oportunismo, el revisionismo y demás reaccionarios- son gobiernos
que, en cada país, encabeza la facción burocrática de la gran burguesía al
servicio del imperialismo, principalmente yanqui. Es también expresión de esta
descomposición definitiva el acuerdo de “paz” entre el revisionismo armado y el
gobierno de Colombia para tratar de deslegitimar el camino democrático, la
Guerra Popular, con el cretinismo parlamentario y seguir sosteniendo el camino
burocrático de la reacción y el imperialismo.
El enfrentamiento bélico entre
revolución y contrarrevolución en el mundo nos impone la tarea irrenunciable de
combatir el imperialismo y la reacción combatiendo al mismo tiempo en forma implacable
al nuevo revisionismo, rechazando el oportunismo y el cretinismo parlamentario,
y educando a las masas en la violencia revolucionaria y en distinguir a los
amigos de los enemigos, para que así puedan liberar sus poderosas energías en
la lucha revolucionaria. Para esto es necesario adquirir cabal comprensión del
maoísmo como ideología universal y, en medio de la lucha de dos líneas,
asumirla, encarnarla y aplicarla a la revolución en cada país, generando el
pensamiento guía y la jefatura de cada revolución, todo esto en medio de la
forma más alta de la lucha de clases, la guerra popular.
Es una necesidad la lucha contra
el nuevo revisionismo que ataca el marxismo, el partido, la violencia
revolucionaria, el socialismo y la dictadura del proletariado, cuya forma más
sistematizada se estructuró en el Perú como línea oportunista de derecha,
revisionista y capitulacionista, rabiosamente negadora de la jefatura, del pensamiento
gonzalo, de la guerra popular y de la revolución democrática. Hay que
combatirlo implacablemente en cualquier forma que se presente, como son sus
variantes que representan los revisionistas Avakian, Prachanda y otros.
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Se
necesitan más guerras populares para hacer la revolución y enfrentar la guerra
imperialista
La situación objetiva a nivel
mundial se desarrolla y en todas partes maduran las condiciones para la
revolución. Tal como lo señaló el Presidente Mao en 1958, el imperialismo aún
está vivo, y el imperialismo yanqui -como superpotencia hegemónica única y
gendarme contrarrevolucionario mundial- es el enemigo principal de los pueblos
del mundo; aún hace y deshace en África, Asia y América Latina; aún ocupa semicolonias
por la fuerza, despliega bases militares e impone la guerra de rapiña; aún está
oprimiendo a las masas populares en su propio país. Y todo esto es hoy aún más
agudo que hace 60 años. Pero esta misma situación se hace también cada vez más insostenible
y es inevitable el levantamiento de más del 90 por ciento de la población
mundial contra el imperialismo y los reaccionarios, y esto, en dura brega y en
desarrollo desigual, ya está en curso como una segunda gran ola de la
revolución proletaria mundial.
Como maoístas, somos partidarios
de la tesis del Presidente Mao de ‘tres mundos se delinean’, que concibe, por
una parte, la distinción fundamental entre naciones imperialistas y naciones
oprimidas por el imperialismo y, por otra, que entre los imperialistas existen contradicciones,
que éstos se mueven en colusión y pugna, donde la pugna es absoluta y la
colusión es transitoria, pues la pugna es por la repartija imperialista del
botín que somos los países oprimidos.
Así, vemos cómo el primer mundo
está en redefinición, que se expresa en cómo se va produciendo el hundimiento
de la superpotencia hegemónica única, el imperialismo yanqui, en un largo
proceso con florescencias pasajeras y recaídas. Vemos también cómo la
superpotencia atómica, Rusia, busca recuperarse a largo plazo y cómo las demás
potencias imperialistas de segundo orden le pisan los talones, dentro del
proceso de barrimiento/hundimiento en que se encuentra el imperialismo por la
revolución mundial, cuya base son los países del Tercer Mundo.
La situación actual confirma lo
señalado por el Presidente Mao respecto a que Asia, África y América Latina son
zonas de tempestades revolucionarias y base de la revolución proletaria
mundial, y confirma también lo que indica el Presidente Gonzalo respecto a que
el Tercer Mundo se extiende actualmente hasta Europa.
La disputa entre los
imperialistas se va a intensificar mucho más y nuestros países son el botín de
disputa. Habrá lucha cada vez más encarnizada entre los monopolios del capital
financiero, a veces violenta y a veces no violenta, pero principalmente
violenta, pues el imperialismo es guerra y reacción política en toda la línea. Es
lucha por mercados para exportación de capitales y extracción de materias
primas y otros recursos naturales y por fuerza de trabajo más barata, ese es el
interés de los monopolios imperialistas y ese es el interés de sus Estados.
Esta es la base económica de las guerras de agresión del imperialismo contra
los países oprimidos, su verdadero carácter es el de guerras de rapiña por un nuevo
reparto en un amplio escenario que-entre otros escenarios-abarca desde el Asia
Central al África Subsahariana y que se irá extendiendo más. Sólo entendiendo
esto es posible reconocer el carácter de guerra de rapiña imperialista contra
los pueblos y naciones oprimidas, como estamos viendo en Palestina, Irak,
Afganistán, Mali, Siria, Libia, etc. Esta misma guerra de rapiña desata la ira
de los pueblos, que se levantan en poderosa lucha armada y llevan al atolladero
político, moral y por tanto militar de los imperialistas, los que, vistos en
perspectiva, no son más que tigres de papel.
Todo esto genera mejores
condiciones objetivas para la revolución mundial. Sólo los revisionistas y
oportunistas encallecidos pueden pretender negar la mayor maduración de las
condiciones objetivas en todos los países, particularmente en los países
oprimidos, que son la base de la revolución mundial y el botín del nuevo
reparto en marcha.
Todas las contradicciones
fundamentales del mundo actual se agudizan, pero en particular se agudizan la
contradicción históricamente principal, entre naciones oprimidas por un lado y naciones
imperialistas por otro, y la tercera contradicción, inter imperialista. Pero
también la guerra imperialista de agresión tiene que repercutir en los propios
países imperialistas, como ya está ocurriendo con la agudización de la lucha de
clases entre el proletariado y la burguesía. Así, se entiende que el centro de
la tormenta se encuentra en las naciones oprimidas, pero que también se deben constituir
o reconstituir partidos comunistas en los propios países imperialista se
iniciar y desarrollar guerras populares.
Las masas se están levantando en
rebelión en todo el mundo, hay mayor hundimiento del imperialismo y éste se
enreda en una serie compleja de guerras en las que será barrido definitivamente
por la revolución mundial en el periodo de los 50 a 100 años. Esta es la etapa
de ofensiva estratégica de la revolución proletaria mundial, que avanza en una
nueva gran ola conformada por guerras de resistencia y guerras populares, donde
estas últimas son lo principal en perspectiva.
Únicamente
partiendo de lo aportado por el Presidente Mao podemos comprender la situación
actual de países del llamado Oriente Medio Ampliado como Siria, donde se
agudizan dos contradicciones en las que actúan tres fuerzas. Las dos
contradicciones son: 1) la contradicción entre naciones oprimidas y naciones imperialistas,
contradicción principal y 2) la contradicción interimperialista, contradicción
secundaria. Las tres fuerzas son: 1) El imperialismo de EE.UU., superpotencia
hegemónica única, enemigo principal, y sus aliados temporales; 2) la
superpotencia atómica, Rusia, y sus aliados temporales; 3) el país agredido,
Siria, incluyendo todas sus clases y minorías nacionales, exceptuando un puñado
de traidores partidarios de la teoría de la subyugación nacional. Aun cuando la
justa lucha de resistencia es llevada por las masas en forma heroica y debe ser
apoyada por todos los revolucionarios, ésta es aún la fuerza débil. Para
hacerla fuerte y asegurar la perspectiva de efectiva liberación de las masas es
imprescindible la dirección proletaria. Esto clama a los comunistas de Siria
reconstituir su Partido Comunista en el crisol de la lucha armada, para
construir un frente único de resistencia nacional contra la ocupación
imperialista bajo la consigna “¡muerte al invasor!” y, luego de la expulsión
del agresor extranjero, proseguir la revolución democrático nacional hasta su
culminación, todo a través de la guerra popular. También para los comunistas
del mundo la consigna “¡Abajo la guerra de agresión imperialista! ¡Muerte al
invasor!” debe ser asumida firmemente y, a través de impulsar guerras populares
para mostrar el camino, servir a desarrollar la revolución proletaria mundial.
Las gloriosas guerras populares
en India, Perú, Filipinas y Turquía amenazan con prender fuego a toda la
pradera. Las guerras populares, a pesar de mil dificultades, están demostrando
que los bandidos imperialistas son los verdaderos terroristas, las masas
populares son las verdaderas constructoras heroicas de un nuevo mundo. Las
Guerras Populares en curso son parte del poderoso viento del este que continúa
soplando para barrer al imperialismo de la tierra y deben ser firmemente
apoyadas.
Para desarrollar la revolución
proletaria mundial se necesitan más guerras populares, guerra popular para
enfrentar la guerra imperialista, para hacer la revolución democrática y para
hacer la revolución socialista. Para esto deben constituirse o reconstituirse
partidos comunistas en cada país, según sea el caso, aplicando lo enseñado por
Lenin acerca de ir a lo hondo y profundo de las masas, educarlas en la práctica
de la violencia revolucionaria, en barrer el colosal montón de basura y en el
combate implacable al oportunismo y al revisionismo.
Este es un proceso lleno de
vicisitudes, de lucha a muerte entre marxismo y revisionismo, entre izquierda y
derecha. Revisionistas, derechistas y todo tipo agentes de la reacción buscan
negar el avance del maoísmo, la nueva gran ola de la revolución proletaria
mundial y la actual etapa de ofensiva estratégica de la revolución mundial y,
con esto, sirven a intereses reaccionarios. Es necesario aplastar todas aquellas
posiciones que tratan de negar la existencia y agudización de las tres
contradicciones fundamentales a nivel internacional y, en particular, la
contradicción principal, la existente entre las naciones oprimidas y las
naciones imperialistas.
La guerra popular es necesaria en
todos los países y continentes para llevar a cabo la revolución en cada país y
como guerra popular mundial para barrer el imperialismo de la faz de la tierra
y proseguir la marcha al comunismo. Y dado que la guerra popular es la guerra
del pueblo dirigida omnímodamente por el Partido Comunista, se desprende la
tarea central y principal que es constituir o reconstituir los partidos
comunistas, según sea el caso, sobre sólidas bases marxista-leninista-maoístas
allí donde aún no se ha iniciado la guerra popular y fortalecer las bases
marxista-leninista-maoístas para desarrollar la guerra popular por la conquista
del Poder allí donde éstas ya están iniciadas, como única garantía para superar
las dificultades y llevar la revolución hasta el fin.
La experiencia histórica del
movimiento comunista internacional ha demostrado que cada vez que estalla una
revolución en un país oprimido, la gran burguesía y los terratenientes de ese
país no sólo se oponen desesperadamente, sino que se alían con el poder de las diversas
potencias imperialistas y tratan de reprimir el movimiento revolucionario
mediante la alianza de la reacción local y extranjera y el revisionismo. Esto
exige poner en práctica firmemente el internacionalismo proletario, apoyando
las luchas de los partidos hermanos y profundizando la lucha de dos líneas al
interior del movimiento comunista internacional para, sobre la base de la
crítica y la autocrítica y poniendo por delante el deseo de unidad, resguardar
que prevalezca en todo momento la línea revolucionaria. Los pasos que se vienen
dando por parte de los partidos y organizaciones participantes de este V
Encuentro de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninista-Maoístas de América
Latina son importantes en este sentido y son elementos concretos que aportan a
la necesaria tarea de reconstituir la Internacional Comunista sobre la base del
maoísmo y de la guerra popular.
Para esto necesitamos profundizar
permanentemente nuestra comprensión y aplicación del maoísmo como nuestra única
garantía de victoria, en medio de la lucha de clases y de la lucha de dos
líneas, y a la luz de la experiencia histórica del movimiento comunista
internacional. Únicamente así podremos dar la lucha contra desviaciones de
derecha y de “izquierda”, orientar a los revolucionarios que las
contradicciones fundamentales no están “entre democracia burguesa y fascismo” o
“entre revolución y reformas”, sino reafirmarnos en la principal lección
extraía por Marx de las gloriosas jornadas de la Comuna de Paris: que al pueblo
no le sirven simples cambios de gobierno, que nada útil obtendrá de participar
del viejo Estado, sino que únicamente obtendrá verdaderas victorias derribando
la dictadura de la burguesía y sus aliados reaccionarios y estableciendo la
dictadura del proletariado, lo que el Gran Lenin y el Presidente Mao resumieron
magistralmente como: ‘salvo el Poder, todo es ilusión’ y ‘el Poder nace del
fusil’.
Camaradas, en 1848 Marx y Engels
emitieron este gran llamado: “Proletarios de todos los países, uníos”. Desde
entonces esta consigna de combate ha inspirado las luchas del proletariado en
todo el mundo y lo ha guiado por el camino de la emancipación.
Cuando se inició la etapa
histórica del imperialismo, Lenin emitió este gran llamado para estas nuevas
condiciones históricas: “¡Obreros de todos los países y naciones oprimidas,
uníos!”, con la cual unió el movimiento proletario por la construcción del
socialismo con las luchas de liberación nacional en los países coloniales y
semicoloniales.
Hoy el imperialismo yanqui, el
principal enemigo de los pueblos del mundo, sigue sembrando el caos en todo el
planeta y sigue granjeándose el odio de los pueblos del mundo, los cuales
desean su liberación y se levantan en resistencia. Como comunistas, tenemos el
deber de cumplir más firmemente nuestra jornada para dirigir el poder latente
de los pueblos del mundo contra ese gigante con pies de barro, uniendo a todas
las fuerzas antiimperialistas con el llamado que hiciera el propio Presidente
Mao Tsetung: “¡Pueblos de todo el mundo, uníos y derrotad a los agresores
norteamericanos y a todos sus lacayos! Pueblos de todo el mundo, tened coraje,
atreveos a luchar, desafiad las dificultades y avanzad en oleadas. Así el mundo
entero pertenecerá a los pueblos. Los monstruos de toda especie serán
liquidados.”
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¡Viva la
Nueva Gran Ola de la Revolución Proletaria Mundial!
¡Abajo
el imperialismo y todos sus lacayos!¡Aplastar el revisionismo!
¡Vivan
las guerras populares!
¡Honor y
gloria a los héroes comunistas!
¡Defender
la vida del Presidente Gonzalo!
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Partido Comunista del Brasil (Fracción Roja)
Partido Comunista de Ecuador - Sol Rojo
Movimiento Popular Perú (Comité de Reorganización)
Fracción Roja del Partido Comunista de Chile
Frente Revolucionario del Pueblo de Bolivia MLM
Organización Maoísta para la Reconstitución del
Partido Comunista de Colombia
Comité Bandera Roja – Alemania
Adherentes:
Comités para la Fundación del Partido Comunista
(Maoísta) de Austria
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Mayo 2016
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