La pandemia del Coronavirus COVID-19 ha puesto en evidencia ante el
proletariado y los pueblos del mundo, la bancarrota del capitalismo
imperialista y la incapacidad de la burguesía para seguir dirigiendo la
sociedad. A la crisis económica y social que soporta la sociedad mundial
desde el año 2008, se suma ahora la crisis sanitaria generada por la
pandemia del coronavirus, que sigue esparciendo la muerte sobre miles de
trabajadores ante la negligencia de la burguesía, cuyo único interés es
salvaguardar la ganancia de los grandes capitalistas.
Mientras los trabajadores mueren por la peste del coronavirus, como
consecuencia de la destrucción de la salud pública, convertida en un
negocio de los grandes monopolios; mientras los obreros son molidos en
el infierno de la explotación de las ramas más rentables de la
producción, así no sean prioritarias, y expuestos a la contaminación sin
protección alguna; mientras crece el hambre en los hogares de millones
de despedidos, desempleados y trabajadores informales… mientras todo
esto les pasa a quienes sostienen la sociedad con su trabajo, los
gobernantes lanzan planes de salvamento para las grandes compañías y
destinan multimillonarios recursos para “auxiliar” el capital parásito
financiero. Mientras se esparce la muerte por la pandemia del
coronavirus y los pueblos son amenazados por la hambruna, los
gobernantes recurren a la bota militar para aplastar cualquier intento
de levantamiento de los pueblos. En tanto, los imperialistas realizan
operaciones militares de la OTAN en Europa, los yanquis despliegan
tropas en el mar Caribe con miras a la agresión a Venezuela (con la
complicidad del títere Duque), así como en otras partes del globo
prosiguen los preparativos para la disputa por un nuevo reparto del
mundo.
La pandemia está demostrando la extrema agudización de las
contradicciones sociales, está develando las lacras mundiales del
capitalismo, está revelando el parasitismo burgués y la incompatibilidad
de la burguesía con el progreso de la sociedad, está mostrando la
caducidad de un sistema convertido en la causa de los peores
sufrimientos de la humanidad, está corroborando una verdad defendida por
los comunistas: el capitalismo imperialista merece ser sepultado.
Asimismo, la pandemia deja en evidencia que la burguesía es una clase
impotente históricamente para resolver las contradicciones de la
sociedad, pero además, demuestra que es una clase parásita incapaz
siquiera de garantizar las condiciones de vida de sus esclavos
asalariados; por tanto, la existencia de la burguesía es contraria a la
supervivencia de la sociedad. La burguesía no debe seguir gobernando, su
criminal dictadura debe ser derribada para darle paso a la dictadura
del proletariado, la democracia directa de los trabajadores armados.
Hoy, a pesar de los horrores generados por la crisis y la pandemia,
se hace evidente que el propio capitalismo ha preparado el paso de la
humanidad al socialismo, porque ha creado sus condiciones materiales: ha
convertido la producción en un proceso social, a la vez que la
apropiación en un proceso privado; ha organizado la producción en
inmensas fábricas a nivel mundial, a la vez que la ha sumido en la
anarquía, entorpeciendo con ello el desarrollo de las fuerzas
productivas bajo las relaciones de producción capitalistas, y frenando
el desarrollo de la sociedad; ha concentrado la riqueza en la parte
minoritaria de la sociedad que no trabaja y la miseria en la inmensa
mayoría trabajadora, llevando al límite el antagonismo entre el capital y
el trabajo; ha creado la clase de los proletarios desposeídos de los
medios de producción, cuya misión histórica es hacer que se corresponda
el carácter social de la producción con un carácter social de la
propiedad, resolviendo mediante la revolución política y social las
contradicciones en que el capitalismo imperialista ha embrollado a toda
la sociedad.
Esa es la tarea política inmediata del proletariado y para cumplirla
necesita construir su Partido Comunista Revolucionario como parte de una
nueva Internacional Comunista; un partido capaz de dirigir al pueblo
trabajador a la conquista del poder mediante la guerra popular y a la
instauración del nuevo Estado sustentado en el armamento general del
pueblo.
Ante el imperialismo, los desastres causados por la crisis, ahora
agravados por la pandemia y el peligro de una nueva guerra mundial, no
basta resistir, como no son suficientes los remiendos de los curanderos
reformistas que proponen “humanizar” este infierno de explotación,
guerra y muerte: ¡El capitalismo imperialista debe ser sepultado! ¡El
mundo necesita la revolución! Sólo la Revolución Proletaria Mundial
podrá salvar a la humanidad del atolladero imperialista.
Comité de Dirección
Unión Obrera Comunista (mlm)
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