Convulsos
días ha tenido el pueblo boliviano, lecciones que tendrán que aprender las
masas populares de América Latina y el Mundo.
Esta
región se convulsa una y otra vez con las crisis respectivas del capitalismo burocrático
y el imperialismo -principalmente el yanqui- para dolarizar economías, aumentar el gasto militar e imponer aranceles a
diversas mercancías, para seguir la profundización en la relación de
dependencia y de dominación semi-colonial y colonial, (agudizándose la
contradicción principal a nivel internacional: imperialismo-pueblos oprimidos)
con la hegemonía cultural y religiosa (sionista-cristiana) de la primera sobre
las superestructuras estatales de los países dependientes, en este caso Bolivia.
Ahí
donde ha gobernado Evo Morales (un demo liberal de postulados indígenas, reformistas
y socialdemócratas, representante del sector “menos reaccionario” de la burguesía
burocrática) tras una década de procesos electorales y tecnicismos judiciales que
favorecieron durante entonces a la organización a la que pertenece, el MAS (cuyas
significado: “Movimiento Al Socialismo”,
tienen de socialista lo que Morales tiene de físico nuclear).
Evo en
su proyecto personalista desarrolló una serie de reformas sociales para
recomponer la economía a través de un capitalismo
estatal, asistencialista, chovinista, “antineoliberal”
en el discurso, pero muy pragmático en la política económica, marcada por su
llamada disciplina fiscal, con estabilización de la moneda, control de precios,
aumento salarial, contención de la deuda pública, facilidades a la inversión
extranjera -principalmente china, rusa, turca,
etc. (lo que explica la intervención yanqui para deponerlo)- dando con ello un respiro temporal y parcial que dinamizó la precaria economía, asentada sobre el mismo capitalismo
burocrático en reconfiguración bajo la administración socialdemócrata. Toda una
variante del keynesianismo aplicado en un país semicolonial de América Latina.
Durante
ese periodo se aprovechó el aumento de los precios de litio, tierras raras y gas natural como
paliativos, esto permitió generar las mismas políticas asistencialistas, que no
dejan de ser en esencia corporativas y contrainsurgentes, sirviendo como arena
en los ojos de la clase obrera y las masas populares para contener una
verdadera revolución social. Aun así, continúa con la deuda externa y
subordinación con otros países como China, entre otros, que son sus principales
socios comerciales; así se aumentaron los prestamos e intereses con los asiáticos,
agudizando más las pugnas interburguesas, específicamente con la burguesía
compradora y el más viejo y recalcitrante latifundio (que son los sectores más
oscurantistas y conservadores dentro de esta pugna contra la burguesía
burocrática de Evo). Esto requerirá un análisis posterior en otro documento con
dichos objetivos, pero es claro que las contradicciones con otras potencias
imperialistas, específicamente con la súper potencia hegemónica yanqui, ha
tensado al máximo la relación de Morales que en otro momento le sirvió al
imperialismo como válvula de escape para contener el riesgo de un
desbordamiento popular verdaderamente revolucionario.
No
debemos olvidar que el reformista Evo Morales se había reunido con organismos
directos del imperialismo yanqui, como la Organización de Estados Americanos
(OEA), al mando del reaccionario Luis Almagro, en la tónica de conciliar
posiciones en una negociación sencilla: el capitalismo burocrático representado
por Evo y la oligarquía financiera internacional representada por Almagro.
Finalmente
tras un cuestionado proceso electoral donde ambas posiciones (burguesía
burocrática y burguesía compradora) echaron a andar la base de masas del
corporativismo que les ha mantenido en el poder en diferentes periodos cada
una, se vuelven a plasmar las posiciones antagónicas en el viejo estado terrateniente-burocrático
en Bolivia, donde jamás ha existido el socialismo ni un gobierno
obrero-campesino-popular, sino solamente un amasijo autodenominado “Socialismo de Siglo XXI”, que renuncia
a la lucha de clases, que retoma las tesis liquidacionistas de la “coexistencia pacífica”, que hace el
caldo gordo al “policentrismo”
anticomunista, y que finalmente, mella el filo revolucionario del proletariado
y las masas amplias y profundas del pueblo trabajador.
Contra
este tipo de socialismo pequeño burgués, se ha alzado en armas el generalato totalmente plegado a las
ordenes de la ultraderecha y la reacción, estas últimas representadas por la
compradora y el viejo latifundio, auspiciadas y apoyadas ambas por el
imperialismo yanqui y su quinta columna en América Latina: la OEA, entrometiéndose
en la vida pública, económica y política de todo el continente para mantener su
carácter semi-colonial y, ahí donde le sea posible a los yanquis, cambiar su
condición hacia una colonial, de entero sometimiento de pueblos y naciones para
mantener el control sobre las zonas de influencia ante el reacomodo
internacional y la situación de colusión y pugna del imperialismo.
Esta es
la continuación de guerras de nueva generación (que son también guerras
reaccionarias) haciendo actos combinados con sus diversas variantes de putchismo (golpe) llámese blandos,
técnicos, psicológicos, militares, fundamentalistas –religiosos por ejemplo-
etc. pero todos ellos con un común denominador: intervencionismo imperialista y
la servil supeditación de una facción de la gran burguesía (sea la burocrática,
sea la compradora o la terrateniente).
Desde esa
perspectiva, las facciones de derecha y ultra derecha detrás del golpe han
hecho uso del aparato del viejo estado, poniendo en marcha al generalato y la soldadesca,
a la policía nacional y la policía política, al poder judicial y el ala
recalcitrante del poder legislativo, a los fundamentalistas cristianos
(erigidos en “interlocutores” por motu proprio con la égida yanqui
imperialista) y por supuesto, los medios de comunicación. Toda esta maquinaria
perfectamente construida, aceitada y perfeccionada durante décadas –y que solamente
se encontraba en stand by fortaleciéndose
mientras el mal llamado “Socialismo de Siglo
XXI” se empecinaba en negar y soterrar la lucha de clases- ha logrado como suele
hacerlo el fascismo, hacerse de una base social de masas que moviliza de forma corporativa,
con ojos vendados y bajo la direccionalidad del speech cristiano, racista, militarista y desclasado.
En
verdad el fascismo ha logrado movilizar a amplios sectores populares
(corporativizados bajo su dominio ideológico) para confrontar masas contra
masas; esto lo pudimos ver durante el proceso electoral y luego de sus
resultados. Incluso una parte del movimiento popular, que ejerció importante
crítica contra el modelo reformista de Morales salió a las calles a “repudiar los resultados de la elección”,
tomando partido consciente o inconscientemente por la derecha y la
ultraderecha, sin entender que la elección en sí era un montaje, benéfico para
cualquiera de los dos bandos más nunca para el proletariado y las masas
oprimidas, las que en verdad requieren urgentemente una revolución que barra
con el capitalismo burocrático, la semifeudalidad y la semicolonialidad que
imperan en ese país, al igual que en la gran mayoría de países de América
Latina.
Desde esta
perspectiva, no tienen el menor desperdicio las tesis del Presidente Mao Tse
Tung cuando sostiene que “El putchismo
es, por su origen social, una combinación de la ideología lumpemproletaria y la
pequeñoburguesa.” Lumpenproletariado y pequeña burguesía uncidas a la
agenda de la facción más reaccionaria de la gran burguesía (en este caso, la
compradora y la latifundista), que han sabido explotar y capitalizar la
creciente inconformidad popular ante las políticas también antipopulares
ejercidas por la socialdemocracia hasta hace unos días al frente de la gerencia
del viejo estado.
En medio
del reciente escenario del golpe se viene creciendo la sobrada posibilidad de
una guerra civil de carácter reaccionario, confrontando masa contra masa
mientras las jefaturas de las dos colinas burguesas en pugna se limitan a
emitir declaraciones. La golpista asumiéndose más retóricamente y de manera
fáctica al frente del viejo estado, con un estado de excepción en curso y con
ello la militarización del país. La
depuesta, desde el asilo político en México, asegurando que volverá pronto,
depositando esta posibilidad en que las masas que votaron por ellos y el pueblo
patriótico y demócrata que rechaza el golpe militar-cristiano, recuperen posiciones
clave y mejoren la correlación de fuerzas en favor suyo.
Justo en
este marco las posiciones patrióticas, demócratas y revolucionarias cobran
fuerza ante la falta de capacidad y falta de contundencia de la
socialdemocracia y sus lugartenientes.
Patriotas,
demócratas y revolucionarios se toman las calles, realizan ejemplares
demostraciones de masas convocando a cada vez más sectores populares –incluso a
aquellos supeditados al reformismo y al corporativismo socialdemócrata- convocándoles
a prepararse para enfrentar esta guerra civil reaccionaria con guerra civil
revolucionaria.
Los
acontecimientos se siguen desarrollando, las fuerzas armadas reaccionarias han
salido a la calle con tanquetas, helicópteros, armas y equipo antidisturbios para
combatir al pueblo y sus organizaciones que han tomado las calles ante la huida
de funcionarios públicos tras la dimisión y exilio de Evo Morales en México. Los
fascistas llaman al pueblo delincuente, vándalo y terrorista, dicen que “van pacificar a Bolivia cueste lo que cueste”;
el generalato a través de Jorge Ramón Quintana y el comandante general Williams
Kaliman emiten un pronunciamiento público, donde las FAB realizarán acciones de
despliegue en las calles para acompañar a la PNB, mientras tomaban posesión sin
el recato de sus mismas leyes burguesas ni su “estado constitucional de avanzada”; Jeanine Añez, del partido de
derecha, Unión Demócrata, vociferando
la biblia entra al palacio sumándose al golpe desde su posición como
vicepresidente segunda , autonombrándose presidenta del senado y se autoproclama como presidente interina de Bolivia, acto
seguido se dispara la represión en las calles para sostener el golpe, con un
saldo hasta el momento de 10 muertos, cientos de detenidos y un número
indeterminado de desaparecidos.
El
pueblo trabajador del campo y las ciudades responde con barricadas, movilizaciones,
incendios a comisarías de policía, incendios de vehículos e instalaciones
militares, en algunos lugares se han suspendido los servicios públicos. ¡Grandes
demostraciones de fuerza de las masas populares ocurren en el Alto y otros
puntos importantes!
Varias
zonas del país se encuentran en un levantamiento popular tras el llamado de
campesinos, mineros, médicos, estudiantes y masas amplias y profundas que se
pronuncian contra el generalato fascista, la presidenta golpista y el
empresario conservador cristiano, Luis Fernando
Camacho, quien ha dicho a los medios de comunicación “la biblia volverá al palacio de gobierno”, besando la bandera
boliviana y poniendo una biblia encima de ella, mientras sus seguidores queman
la popular bandera de los pueblos originarios “whipala”, esto en la Paz, donde irrumpieron con comandos de las
fuerzas armadas y policiales al palacio de gobierno.
¿Cuál
debe ser la posición de las organizaciones populares democráticas y
revolucionarias en América Latina?
Primero.-
Rechazar el golpe militar-cristiano, que es un golpe fascista contra el
proletariado, el campesinado pobre, los pueblos originarios y las masas más
profundas.
Segundo.-
No confundir la denuncia y la lucha contra el golpe militar-cristiano con un
respaldo “útil” y fuera de principios hacia el depuesto gobierno de Evo
Morales, que insistimos, representa a la facción “menos reaccionaria” de la burguesía burocrática, su ala
reformista, la socialdemocracia y el revisionismo contemporáneo del mal llamado
“Socialismo del Siglo XXI”.
Tercero.-
Realizar acciones de solidaridad e internacionalismo proletario que permitan a
la clase obrera y el pueblo boliviano fortalecer su moral y vitaminar su
ejemplar lucha de resistencia con cada vez nuevas victorias.
Cuarto.-
No dejar de señalar que la solución a este conflicto no es el retorno de Evo y
la suspensión del “putch”; sino el
desarrollo de una Revolución de Nueva Democracia ininterrumpida hacia el
Socialismo, entendido este como el modo de producción que será defendido y
desarrollado con dictadura revolucionaria del proletariado.
Cualquier
otra postura, no sería internacionalismo proletario.
Es
importante para la clase obrera, el campesinado pobre y las masas amplias y profundas
de México observar como “en casa” las contradicciones interburguesas se
recrudecen, y tras el golpe en Bolivia, la derecha y la ultraderechas
nacionales preparan sus posiciones y afilan sus armas.
Hay que
observar la reacción furibunda de los fascistas del PAN luego de la
reivindicación pública que hizo el entonces director del Instituto Nacional de
Estudios de las Revoluciones en México (INEHRM) Pedro Salmerón, respecto a la
valentía con la que pelearon las y los milicianos de la Liga Comunista 23 de
Septiembre, concretamente durante el intento de secuestro del reaccionario
empresario Eugenio Garza Sada, en donde este último perdió la vida.
Hay que
interpretar las escenas de guerra desarrolladas en Sinaloa luego de la captura
de un alto capo de la droga en México; no solamente la capacidad de fuego y
técnica que presentó un ejército irregular como lo es el cartel en cuestión,
sino especialmente por la manera poco sutil del ejército mexicano para hacer
política en medio de esa guerra, saludando de mano al ejército contrario,
permitiendo el paso libre a las tropas del enemigo, etc.
Hay que
dar lectura a las declaraciones del generalato nacional, que en voz del General
Gaytán aseveran entre líneas una clara posición política y de clase, no en
contra de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), sino de lo que él llamó “la izquierda resentida”.
Hay que
escudriñar en las declaraciones del archi-reaccionario Donald Trump al frente
del gobierno imperialista de los Estados Unidos cuando ofrece su apoyo militar
en armas y hombres al gobierno de México para “combatir a los carteles de la droga”; y como el sospechoso incidente
de los Lebaron (que de ninguna manera son ajenos al poder político de la
burguesía compradora y el latifundio en México, y que han tenido importantes
discrepancias con sectores muy claros del crimen organizado en choque de
intereses) viene a reforzar la insistencia de Trump.
No hay
que dejar de ver las actitudes y declaraciones de los fascistas del PAN, de las
capas más retardatarias del PRI y sus partidos satélites en cuanto a la
definición de la elección para el relevo de la titularidad de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos (CNDH). La derecha y ultraderecha –junto al
lumpenproletariado y la pequeña burguesía- que respaldaban a Peimbert Calvo (que
es un personero servil e instrumento del viejo estado) se oponen rabiosamente
hoy a reconocer a Rosario Piedra Ibarra proveniente de un importante referente
de víctimas indirectas sobrevivientes de la guerra sucia en México.
El golpe
como medida administrativa reaccionaria ha sido una práctica constante e
irrenunciable del imperialismo dentro de sus semicolonias, y así como Bolivia,
México no está exento de este riesgo.
Esto que
bien resulta materia de otro análisis aparte, sirve para apuntar de forma
marginal en este momento que en México la clase obrera, el campesinado pobre y
las masas más profundas debemos construir organización revolucionaria en este
periodo de tensa calma antes de que mañana sea tarde, justo como lo aconsejó el
gran Lenin.
Nuestra solidaridad
con los proletarios y pueblos oprimidos originarios de Bolivia.
¡No al golpe militar cristiano!
¡No al golpe fascista!
¡Donde hay opresión, hay
resistencia!
¡Proletarios y pueblos
oprimidos del mundo, uníos!
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