EDITORIAL
Editorial Semanal – ¡Impulsar y apoyar la protesta popular!
La nueva ola de tomas de tierra en el campo, así como huelgas y manifestaciones en las ciudades, estremece y preocupa a la reacción.
por AND Editorial
06/03/20232 minutos de lectura
La nueva ola de tomas de tierra en el campo, así como huelgas y manifestaciones en las ciudades, estremece y preocupa a la reacción. Solo en el interior de Bahía, el número de campesinos movilizados para tomar tierras o mantener la tenencia de la tierra supera los 9.500 (y 15.000 en todo el país), en el Valle de Jequiriçá, Santa Cruz de Cabrália, Sento Sé, Correntina, entre otros. Las acciones realizadas por el Frente Nacional de Lucha (FNL) en SP, PR, MS y AL sumaron otras 1.400 familias campesinas movilizadas. En RO, para apaciguar la lucha por la tierra, el gobierno estatal recurre al terrorismo de estado, como lo demuestra la masacre precedida de macabra tortura de dos campesinos de la LCP, en Nova Mutum-Paraná, el mes pasado (por cierto, masacre que no no merecen la atención de los “sacerdotes de la democracia”, dentro y fuera del actual gobierno; en el caso de los monopolios de prensa, ni siquiera se menciona el hecho, con excepción de Globo, cuyo G1 de Rondônia informó policialmente lo que sucedió afirmando que “esta vez, la policía golpeó a los bandidos”). En el interior de SP, la policía detuvo a los líderes campesinos José Rainha y Luciano de Lima, en un rabioso ataque de venganza contra las tomas de tierra en Pontal do Paranapanema. Pero de nada sirve, señores, pueden ladrar: la lucha campesina es imparable.
En todo el país, los maestros, de los sistemas municipales y estatales, se levantaron en protestas y paros por imponer su piso salarial nacional; lo mismo hacen los enfermeros y técnicos de enfermería, cuyo piso salarial está prohibido por el STF desde hace casi seis meses. En Belo Horizonte, en febrero, el 100% de los trabajadores del metro paralizó sus actividades contra las privatizaciones y los despidos, precedido por una huelga de los trabajadores de autobuses, exigiendo reajustes y reducción de la jornada laboral.
Se trata de hechos distintivos que tienen dos aspectos: primero, la acumulación de material inflamable en el tejido social; la crisis general del capitalismo burocrático, en recesión y estancamiento desde 2015, agravada por la pandemia, arroja a las masas a las peores condiciones de supervivencia. Hoy, el país es un polvorín y leña seca.
Segundo, tales movimientos revelan la ilegitimidad del gobierno electo. No se le concedió ningún “voto de confianza”. Lo apretarán las demandas de las masas -reclamaciones embalsadas de todos estos años- por un lado, y por el compromiso que hizo con las clases dominantes para recuperar la estabilidad del régimen político y potenciar el capitalismo burocrático por el otro. ¿Qué hará Luiz Inácio? ¿Dará rienda suelta a los reclamos campesinos en su demagogia, corriendo el riesgo de amargar su relación con el “agronegocio”?
Se está gestando un gran levantamiento de masas. Estos dos polos chocarán violentamente. ¡Dentro de unos meses, Luiz Inácio, que pretende mediar entre los dos, será introducido a su peor pesadilla!
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