Ayer fue vacado el presidente Vizcarra, cabeza transitoria del regimen fascista, genocida y vendepatria establecido desde abril de 1992, que está al frente del viejo Estado peruano, de la dictadura de grandes burgueses y terratenientes al servicio del imperiallismo principalmente yanqui. Esta nueva vacancia es clara señal de la mayor descomposición del viejo Estado que representa y defiende a la vieja sociedad, vieja sociedad que está en su crisis general y última desde 1980 y que será barrida por la guerra popular iniciada el 17 de mayo de 1980, que pese a los problemas que entro con la detención del Presidente Gonzalo nunca se ha detenido y espera la RG del PCP para un nuevo y pujante desarrollo. Abajo damos la nota períodistica llorona del diario fascista El Comercio, que nos ahorra mayores comentarios por el momento, leamos:
"Ayer, 105 congresistas decidieron vacar a Martín Vizcarra. Lo hicieron en uno de los momentos más críticos de nuestra historia republicana, con una pandemia que ha dejado más de 34.000 muertos (y casi un millón de contagiados) por todo el país y que ha provocado una crisis económica cuyos efectos todavía no se han mostrado con toda su ferocidad. Lo hicieron, además, cuando faltan apenas cinco meses para las elecciones generales. Pero lo hicieron, sobre todo, sin contestar la única pregunta que debían contestar: ¿cómo así una investigación en curso puede ‘probar’ una incapacidad moral permanente?
Y es que, en efecto, si algo debían discutir los parlamentarios ayer era si lo que se ha conocido en las últimas semanas sobre el mandatario lo ‘incapacitaba moralmente’ para continuar en el cargo. Los hechos, como sabemos, son ciertamente alarmantes: aspirantes a colaboradores eficaces que le han contado a la fiscalía sobre sobornos que el señor Vizcarra habría recibido de parte de empresas vinculadas al ‘club de la construcción’ por dos proyectos adjudicados cuando el presidente se desempeñaba como gobernador regional de Moquegua, entre el 2011 y el 2014.
(...) Por último, es triste que estemos terminando un quinquenio sin ninguno de los protagonistas (tanto en el Ejecutivo como en el Congreso) que lo inauguraron a mediados del 2016. El daño que la clase política le ha infligido al país en estos cinco largos años debe servirnos para recordar lo crucial que resulta votar bien. El país no se merece otro quinquenio como el que estamos cerrando.
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