por 16 febrero, 2020
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La violencia entre los diferentes grupos armados de derecha y de «izquierda» que han azotado al país desde hace muchos años, ha dejado tendidos en el asfalto y los campos a miles de trabajadores, estudiantes y campesinos, hombres y mujeres humildes del pueblo quienes sin ser parte del conflicto han terminado derramando su sangre, sus familias desplazadas y los proyectos de vida alterados en su totalidad
El conflicto armado colombiano ha generado todo tipo de expresiones violentas contra el pueblo, las causas de dicho conflicto han sido por las exorbitantes ganancias que deja la tierra mejor ubicada y más fértil, además de los intereses estratégicos para intercambiar productos, armas, hombres y secuestrados. El conflicto armado en Colombia es uno de los más atroces, crueles e inhumanos, además de ser el más prolongado en el tiempo puesto que aún continúa azotando con toda su furia campos y ciudades en todo el territorio nacional.
Por estos días se cumplen 20 años de la masacre de El Salado, la cual fue perpetrada por más de 450 paramilitares en febrero del año 2000, ejército de asesinos quienes para llevar a cabo tan horrible carnicería fueron comandados por John Jairo Esquivel Cuadrado, alias ‘el Tigre’, y Uber Enrique Bánquez Martínez, alias ‘Juancho Dique’, estos sanguinarios personajes recibieron órdenes de Rodrigo Tovar Pupo alias ‘Jorge 40’, subalterno de Carlos Castaño, máximo comandante de las AUC; sin embargo, la masacre también fue respaldada por Salvatore Mancuso, jefe del Bloque Catatumbo, de Rodrigo Mercado Pelufo, alias ‘Cadena’, jefe del Bloque Héroes de los Montes de María y por las tropas del Ejército Nacional.
Villa del Rosario-El Salado, es el nombre completo del corregimiento de El Salado. Ubicado en la zona baja montañosa de El Carmen de Bolívar a 18 kilómetros de la cabecera urbana, donde habitaban 5.000 habitantes para el año 2000 y otros miles en las veredas.
El corregimiento está rodeado de arroyos y cerros verdes, pero también de zonas quemadas por la sequedad del clima, de igual manera la inmensa pobreza de los Montes de María, que atraviesan Bolívar y Sucre hacen parte de la geografía de la región. En el Salado había un centro médico muy bien dotado con enfermera, odontólogo y hasta ambulancia; habían varias escuelas y un colegio grande donde los jóvenes estudiantes cursaban hasta noveno grado; tenía dos concejales y una estación de Policía. La tierra, estaba en propiedad de muchos en un promedio de 40 hectáreas cada propietario, los cuales cultivaban tabaco en grandes cantidades, maíz, ñame y yuca. Las mujeres eran contratadas por dos grandes empresas –Espinoza y Tayrona–, las cuales seleccionaban, prensaban y empacaban el tabaco; esta producción fabril fue incipiente y lamentablemente no alcanzo a desarrollarse.
La buena situación económica y la posición geográfica del corregimiento fueron muy atractivos para que los frentes 35 y 37 de las FARC llegaran allí y se establecieran por muchos años, fue entonces que comenzaron las extorciones a los ganaderos y comerciantes, quienes tuvieron que reunirse y pedir apoyo del Batallón de la Infantería de Marina. Un día, estos fueron emboscados por las FARC siendo así marcada la población como acogedores de la guerrilla, el puesto de policía fue cerrado y los uniformados fueron retirados del corregimiento. Así empezó todo.
El 15 de febrero en la noche dos camiones llenos de paramilitares se movilizaron por la carretera principal que conduce a Cartagena, salieron de San Onofre con dirección a Carmen de Bolívar, cerca de allí en la madrugada se encontraron con otros dos grupos de paramilitares, todos estaban uniformados, con gran cantidad de armamento moderno, mucha munición y granadas de fragmentación, algunos paramilitares recién reclutados pensaban que iban para una zona de guerra, de enfrentamientos abiertos día y noche con el frente 37 de las FARC en ese entonces comandado por ‘Martín Caballero’… semejante armamento daba para pensar que el enemigo estaba muy bien apertrechado.
En la madrugada del 16 de febrero el corregimiento de El Salado debía estar totalmente tomado, era la orden de los altos mandos paramilitares, la entrada tenía que ser por sitios diferentes, por la Reforestación entraría un grupo, siguiendo la vía Flor del Monte y Canutalito otro grupo entraría por Ovejas, y por la carretera principal de El Carmen de Bolívar otro grupo entraría al corregimiento.
Entraron caminando por trochas y caminos veredales, asesinando a cuanto campesino se encontraron en el camino, los degollaban o ahorcaban o los apuñaleaban sin utilizar armas de fuego para no alertar a la gente, tenían que cumplir la orden, siendo asesinados así 19 campesinos en total indefensión.
Días antes, la enfermera Delcy Méndez, que llevaba más de diez años trabajando en el corregimiento, recibió una llamada de su amiga de Cartagena quien le dijo “Salte de El Salado porque algo va a pasar”, ante la zozobra e intranquilidad la enfermera no aguanto más y decidió abandonar el pueblo, se fue para Carmen de Bolívar. Ella dice: “No sabíamos qué iba a pasar, pero sabíamos que algo estaba por suceder”, no fue un cuento de García Márquez, realmente algo dramáticamente terrible sucedió en ese pueblo cerca de los Montes de María.
Los guerrilleros de las FARC que estaban de civil en el corregimiento, salieron corriendo en dirección a las montañas cuando entraron los paramilitares en la madrugada del 16 de febrero, los que pudieron salir en la huida alcanzaron a gritarle a la gente “Corran, corran que vienen a acabar el pueblo”. Las Farc sabían de la incursión, por eso días antes realizaron hostigamientos en la carretera, y tuvieron esporádicos enfrentamientos con los paramilitares y el ejército, sin embargo se dieron cuenta que ellos eran muchos, y tenían apoyo aéreo de la armada nacional y los estaban cercando, entonces iniciaron la retirada hacia el monte dejando sin apoyo ni seguridad al pueblo y municipios cercanos. Eso facilitó la entrada de los paramilitares el 16 de febrero en las primeras horas del día.
Casa por casa, fueron tumbando puertas, sacaban a la gente a empujones, niños, mujeres embarazadas, ancianos y todos los pobladores fueron reunidos en la plaza junto a la iglesia, comenzaron la carnicería con el apoyo de cinco guerrilleros desertores que identificaron a los más cercanos a las FARC, los apoyos y aquellos que algún tiempo atrás fueron guerrilleros y ya estaban retirados criando a sus hijos, uno a uno fueron desmembrados con motosierra, y luego incinerados, en presencia de todos los habitantes; las mujeres que eran amigas o tenían relaciones amorosas con los guerrilleros también fueron sacadas una a una al asfalto de la plaza para ser torturadas con depravada sevicia, violadas, macheteadas y algunas empaladas.
Igual de horrorosa fue la suerte de Nayibis Contreras supuestamente la novia de ‘Martín Caballero’ jefe del 37 frente de las FARC; ella de tan solo 16 años de edad fue arrastrada desde su casa hasta la plaza por el paramilitar alias “El Gallo”, costeño, gritón y vulgar quien con pistola y puñal en mano la busco por todas las calles y casas del pueblo hasta que la encontró, la apaleó en todo el cuerpo, la llevo hasta un punto el cadalso, la ató al único árbol que le daba sombra a la plaza, ella miraba de frente, con ojos despavoridos, la iglesia de la que hasta Dios había huido, “La guindaron de un árbol y con las bayonetas de los fusiles la degollaron”, así declaró en versión libre, ‘Dique’ uno de los peores y sanguinarios paramilitares.
Los cuerpos de campesinos asesinados yacían tendidos en el suelo de la cancha, con el pasar de las horas y de recibir el sol, éstos se fueron inflando, sin embargo lo más dantesco fue como los cerdos se fueron comiendo los cuerpos al ser atraídos por el olor de la sangre.
No hay peor estado moral de una persona que cuando siendo activo combatiente en una guerra decide desertar para entregar a sus camaradas y al mismo pueblo, quizás el estado psicológico los perturbara tanto que hasta el descanso nocturno habrán espantado por muchos años, esa masacre tal vez no hubiera sido de tan nefasta magnitud sin el concurso pleno de los cinco guerrilleros desertores, quienes al llegar a las oficinas de la Infantería Marina creyeron estar en manos amigas pero la suerte fue otra y terminaron en manos de Rodrigo Mercado Pelufo alias ‘Cadena’ otro de los más depravados asesinos y masacradores de los pueblos ubicados en la costa norte de Colombia.
Muchas fueron las victimas desarmadas que fueron asesinadas de manera cruel e inhumana mediante torturas donde sus asesinos utilizaron motosierras, machetes, garrotes, cuchillos y armas de fuego aunque éstas en menor proporción durante los días que tomaron control del corregimiento.
La complicidad del Estado es totalmente evidente, el helicóptero Bell, azul y blanco artillado que ametralló las viviendas del pueblo mientras sus habitantes eran masacrados fue piloteado por Andrés Angarita, ex oficial de la aviación del Ejército, que llegó a tener un alto rango entre los paramilitares. Éric Julio Morris Taboada gobernador de Sucre para la época y quien tuvo relación directa con los paramilitares de la región, también el senador Álvaro García Romero, hoy condenados por parapolítica, el coronel de la Armada Rodrigo Quiñones quien al realizar un consejo de seguridad el viernes 18 de febrero a las 8 de la noche, hizo caso omiso de lo que estaba sucediendo en esos mismos momentos en El Salado, desestimó las denuncias hechas por la misma policía quien dijo que había en varios corregimientos cadáveres de campesinos degollados, y movimientos de tropas paramilitares, en las veredas.
Este cómplice asesino coronel Quiñones dijo que “el número de levantamientos que hizo el CTI es de nueve y no se descarta que aparezcan más muertos producto del enfrentamiento entre las AUC y el 37 frente de las Farc”; sin embargo, envió al ejército para que apoyara y protegiera a los paramilitares, además de todo esto el asesino coronel Rodrigo Quiñones y su consejo de seguridad concluyeron de manera descarada y cínica: “Los delincuentes de las AUC emplearon en sus actos delictivos a guerrilleros de las FARC que los guiaron hasta los campamentos del Frente 37… La modalidad de realizar actos delictivos de civil por parte de los bandoleros de las FARC les permite confundirse con la población civil y pasar a ser campesinos en el momento de un enfrentamiento armado”.
Estos representantes del Estado en la región mediante el desparpajado y descarado cinismo también dijeron: “Los medios de comunicación, por su afán de tener la primicia, no manejan informaciones oficiales; por el contrario, multiplican el drama de las familias y desinforman a la opinión pública”. Tan descarado y cínico como el actual pelele que hoy está en Casa de Nariño y su mentor Álvaro Uribe Vélez al negar el conflicto armado vivido por años en Colombia.
Hoy en el corregimiento se siguen presentando graves hechos de violencia entre amenazas a líderes sociales y asesinatos selectivos, la población aún se debate por un bienestar verdaderamente digno, a pesar de la zozobra y el terror que todos los grupos armados generan allí, la población intenta rehacer sus vidas a través de sus actividades culturales, comerciales y agrícolas. Lamentablemente el Estado terrorista no está interesado en permitir que El Salado, y el pueblo en general logre un futuro mejor, pues el interés por controlar la región con las riquezas que genera hace que la presencia sea permanente mediante el ejército y los paramilitares, lo que le permite mantener a raya a los demás actores armados y a la población bajo control constante, siendo la zona altamente explosiva.
El proletariado colombiano necesita organizarse y unirse con el campesinado pobre para establecer una sólida alianza, que permita recuperar las tierras y el control de las riquezas para el disfrute mismo del pueblo, y evitar que sean desviados siempre en favor de terratenientes, y políticos asesinos que a través de la bota paramilitar mantienen sus privilegios y su vida de parásitos.
Pero tampoco el pueblo debe confiar en los que dicen estar de su lado como los diferentes grupos guerrilleros, estos no están interesados en organizar y movilizar al campesinado y al proletariado, pues en muchas ocasiones han demostrado que solo están para imponer su presencia armada y controlar los territorios para beneficio únicamente de ellos y no para construir verdaderas bases de apoyo a la revolución, verdaderos poderes del pueblo armado, verdaderos centros de poder y nuevos órganos del futuro Estado socialista.
Desde hace muchos años, las guerrillas colombianas se han aprovechado de la acogida y recibimiento que la población les ha brindado, se han aprovechado de los productos que fértiles tierras abonadas por humildes manos campesinas han trabajado, se han aprovechado de las mujeres campesinas que un día creyeron en las engañosas palabras de estos hombres armados y se despertaron embarazadas, y a la deriva en manos de otros hombres armados quienes como leones acabaron con sus hijos o con ellas mismas.
Las guerrillas se han aprovechado hace mucho tiempo del amor que les brindó el pueblo para descansar, alimentarse y aprovisionarse, le dieron la espalda al pueblo en los momentos de mayor necesidad y no quisieron devolver ese amor recibido, ya que no han querido realmente al pueblo y no confían en él, sus intenciones no es transformar radicalmente el actual orden social pues como ya la historia lo ha demostrado en otros países, lo que más alcanzan a realizar son simples reformas al capitalismo, manteniendo al pueblo en la pobreza y alejados del disfrute de las riquezas sociales.
La masacre de El Salado es muestra de lo que realmente es la burguesía y los terratenientes al frente de este país, miseria, hambre y muerte le espera al pueblo si sigue confiando en los personajes que llegan prometiendo futuro y vida digna cada cuatro años; todas las masacres muestran el método que utiliza la burguesía a través del Estado para mantener este moribundo sistema capitalista.
Mediante el terror piensan seguir disfrutando de las ventajas tan grandes que le da la explotación contra el pueblo, la burguesía, los terratenientes y los imperialistas pregonan en todos los medios de comunicación la paz, la reconciliación y la tolerancia, sin embargo ellos por medio del terror de las armas y los perros asesinos como los paramilitares y las mismas fuerzas armadas imponen su orden social y mantienen sus privilegios.
Solo con la verdadera organización revolucionaria del pueblo y el armamento en manos de éste, se lograra la verdadera paz y el disfrute de la tierra y las riquezas que produce diariamente el pueblo. Una verdadera revolución política y social castigará realmente a los asesinos del masacrado pueblo de El Salado y tantos pueblos más donde se ha ensañado la bota militar y paramilitar.
Ni perdón ni olvido, la revolución del pueblo en armas arrasará con todos los asesinos de Colombia y el mundo entero.
Un amigo y camarada.
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