Articulo del camarada Miguel Alonso
“No hay que olvidar jamás la lucha de clases”
Mao Tse-Tung
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Creemos que
es oportuno señalar algunas cuestiones sobre la teoría del Confederalismo Democrático
como superadora de la Dictadura del Proletariado ya que, últimamente, parece
crecer la confusión sobre esta cuestión, de la mano de los anarquistas o
seudo-anarquistas que propugnan esta teoría y que tiene como principales
valedores a los seguidores del dirigente kurdo Abdulah Öcalan, impulsor del
mismo en Turquía y en la Rojava siria.
Esperamos
que estos apuntes sirvan para una crítica en profundidad de la citada
teoría aunque suponemos ya la han hecho los camaradas maoístas turcos y
kurdos.
Es importante
señalar que esta crítica para nada cuestiona el derecho a la autodeterminación
del pueblo kurdo, su heroica lucha o el deber internacionalista de
apoyarla.
Desconocemos
en realidad si Öcalan fue alguna vez marxista o simplemente se apoyó en un
entorno, que se definía como M-L, para el desarrollo del PKK, pero es evidente
en su libro, su total abandono del mismo. El texto publicado en el 2012 es un
reflejo, ecléctico y confuso de la ideología que niega la lucha de clases como motor de
la historia y basa su discurso en las culturas, etnias o incluso imperios del
pasado para afirmar como objetivos paradigmáticos la democratización y la des-centralización confederal.
En el libro
base de esta teoría el “Confederalismo Democrático,” escrito por Abdulah Öcalan,
se afirma:
“Si el
Estado-Nación es la columna vertebral de la modernidad capitalista, ciertamente
es también la jaula de la sociedad natural.” Y un párrafo más adelante dice: “El
Estado-Nación domestica a la sociedad en nombre del Capitalismo y aliena a la
comunidad de sus fundamentos naturales.”(1)
El texto de
Öcalan ataca de forma reiterada el Estado nación asimilándolo al capitalismo. Como
vemos lo pone en el centro de todos los males, como los anarquistas. Ahora bien
no habla, ¡ni una sola cita!, de la lucha de clases y sus contradicciones o del
carácter de las mismas. Eso sí, habla de la comunidad natural y sus
fundamentos. Para él la comunidad natural
es un sujeto por encima de la historia y de la lucha d clases. Una idealización
basada en los clanes y los códigos culturales de las etnias primigenias. Parece
olvidar el autor que cualquier formación humana tiene su forma específica de
lucha de clases, aunque esta se dé entre siervos y señores. ¡El capitalismo no
invento la lucha de clases! Tampoco lo hizo Marx, que tan solo la puso como
centro y motor de la historia, señalando que la contradicción entre la
burguesía y el proletariado llevaba a la destrucción del capitalismo y a una
sociedad de transición socialista, en forma de dictadura revolucionaria del
proletariado.
El texto de
Öcalan define el Confederalismo Democrático como:
“Este tipo
de autoridad o administración puede ser llamada administración política no
estatal o democracia sin Estado. Los procesos de toma de decisión democráticos
no deben ser confundidos con los procesos conocidos de la administración
pública. Los Estados sólo administran mientras que las democracias gobiernan.
Los Estados están fundados en el poder, las democracias están basadas en el
consenso colectivo. El mandato en el Estado está determinado por decreto,
aunque puede en parte ser legitimado a través de elecciones. Las democracias
usan elecciones directas. El Estado usa la coerción como medio legitimo. Las
democracias se apoyan sobre la participación voluntaria.
El
Confederalismo Democrático está abierto a otros grupos y facciones políticas.
Es flexible, multi-cultural, anti-monopólico, y orientado hacia el consenso. La
ecología y el feminismo son pilares centrales.
En el marco
de este tipo de auto-administración, una economía alternativa se vuelve algo
necesario, lo que incrementa los recursos de la sociedad en lugar de
explotarlos y así hace justicia a las múltiples necesidades de la sociedad” (1)
La lucha es permanente y la paz
transitoria
Es evidente
el eclecticismo que lleva a negar que la propia “auto-administración” que
propone, sea una forma de poder estatal des-centralizado, pero aun se hace más
confusa cuando plantea que, de esa forma, nazca una nueva economía alternativa,
pues para nada habla de la propiedad de los medios de producción o de la
distribución de la riqueza. Por no olvidar que ese nuevo poder tiene
necesariamente un carácter de clase y partidario.
Sería
importante que nos explicara su concepto del “consenso” pues creemos evidente
que contradicciones antagónicas o en el seno del Pueblo, entre oprimidos y opresores,
no se resuelven sin que el mismo signifique el predominio de uno de los
términos opuestos.
La armonía y
los defensores del “reino de la armonía” como Confucio, predicaban el Status quo.
“La armonía natural” es el retorno a los ritos que situaban a los señores siempre
sobre los siervos, a los mandarines sobre los campesinos. La armonía y la paz
tienen siempre un sello de dictadura de una clase por mucho que se empeñen los teóricos
oportunistas en negarlo.
Las
sociedades se desarrollan en lucha, los periodos de “consenso” son siempre transitorios.
Las
contradicciones son siempre irreconciliables y serán resueltas según su
carácter. En este sentido Mao Tse-tung afirma: “Todas las contradicciones son
irreconciliables. ¿Dónde están las contradicciones reconciliables? Algunas
contradicciones son antagonistas, otras no los son. Pero no se puede afirmar
que haya contradicciones irreconciliables y contradicciones reconciliables” (2)
La solución
a la contradicción antagónica Burguesía/proletariado, entre nosotros y el
enemigo, es Revolución socialista y su forma ineludible es la Dictadura del Proletariado.
Ignorar el
carácter de clase de la democracia pone, esta teoría, al nivel de la charlatanería
metafísica burguesa, en la que los términos son usados en abstracto como “valores”
universales.
Negar la necesidad de la Revolución.
Pero donde
llega al delirio el texto es cuando afirma:
“Los
monopolios económicos, políticos, ideológicos y militares son construcciones
que contradicen la naturaleza de la sociedad a través de la simple pugna por un
superávit. Éstos no crean valores. Tampoco puede una revolución crear una
nueva sociedad. Sólo puede influenciar el tejido ético y político de una sociedad.”(1)
No pensamos
discutir un disparate, tan obvio, como la negación de la Revolución y su
necesidad para crear una nueva sociedad, pues pretender que la ideología
burguesa sea vencida al margen de una revolución que destruya el poder burgués,
es cuando menos ingenuo cuando no, un disparate malintencionado.
Desconocer o
ignorar que también en la lucha ideológica, la cuestión del Poder es central,
solo conduce al fracaso. La ideología que predomina esta siempre al servicio de una clase determinada, no es
una forma aparte de la política, como pretenden los que tratan de presentarla
como una cuestión de simples “sensibilidades” o formas pos-modernas de interpretarla.
El día a día de nuestros pensamientos, de nuestra conducta, está marcado por
nuestra ideología, por nuestra posición de clase, seamos conscientes de ello o
no.
La lucha
contra la ideología burguesa sigue incluso después de la toma del poder por los
trabajadores y trabajadoras, siendo la toma del Poder la base imprescindible
para esta lucha. Es un camino largo, tortuoso y prolongado pues aun, con la
Dictadura del Proletariado, hemos visto la feroz resistencia del pensamiento burgués
capaz de lograr la restauración del poder perdido.
Solo en el
marco revolucionario de la Dictadura del Proletariado se puede lograr la
victoria, en sucesivas revoluciones culturales, contra la ideología burguesa y
capitalista y su tenaz resistencia.
La mujer sostiene la mitad del cielo.
Marx y
Engels señalaron: “el desarrollo de una sociedad se mide por el puesto que en
ella ocupan la mujer”
En el poder burgués,
la opresión de la mujer, de sus derechos, obedece a códigos reaccionarios, bien
religiosos, mágicos o al vulgar machismo (supremacía del hombre) que esto
genera. Son rezagos semi-feudales en la superestructura ideológica burguesa.
Evidentemente
nunca han formado parte del pensamiento revolucionario marxista, que es un
pensamiento de liberación plena del ser humano.
En la
sociedad socialista la contradicción hombre-mujer es resuelta con la plena
igualdad y libertad sexual, siendo manifestaciones del pensamiento burgués
cualquier tipo de discriminación u opresión sobre la misma.
Claro está
que nada se resuelve simplemente por decretos o proclamaciones, es parte central
de la tenaz lucha ideológica que tiene que librar el proletariado revolucionario
contra cualquier forma de opresión por motivos de sexo u orientación sexual.
Pero
volvamos al PKK, para ver que el abandono del de la ideología proletaria el M-L
y de la lucha por el socialismo, comenzó en los años noventa, renunciando al
mismo, con análisis tan sorprendentes sobre la URSS como el siguiente, tomado
de un texto de sus seguidores: “Ideológicamente, se produjo una
declinación hacia el dogmatismo, al materialismo vulgar y al chauvinismo
pan-ruso; políticamente, fue la creación del centralismo extremo, una
suspensión de la lucha de clases democrática, y el ascenso de los intereses del
Estado al nivel del factor determinante; socialmente, se redujo la vida libre y
democrática de la sociedad y sus individuos; económicamente, el sector estatal
fue dominante y fue un fracaso el intento de superar una sociedad de
consumo que era emulada en el extranjero…”
Evidentemente
ni una sola crítica al revisionismo ni al oportunismo o al abandono de la Dictadura
del Proletariado por “el Estado de todo el Pueblo” de renegado Jruschov, como
causa del colapso de la URSS. Esto indica el rigor de los análisis oportunistas,
no hay otra forma de decirlo, pues no cabe duda, que no fue por ignorancia, que
se escamoteo la crítica al revisionismo soviético, el acontecimiento más
importante que vivió la izquierda, junto a la GRCP, en la segunda mitad del
siglo XX.
Eso sí,
cargan las tintas en acusaciones como; “una suspensión de la lucha de clases democrática”.
¡A qué conclusión llegan estos oportunistas poniéndose al nivel del pensamiento
idealista burgués!
El peligroso camino de negar la
realidad conduce a la capitulación frente al poder burgués.
Una vez más Bakunin
resucita en sus sueños del pueblo sin estado, sin gobierno, al identificar
Estado y su desaparición como el centro de la lucha, olvidando el carácter político
de la lucha de clases y su existencia hasta conseguir una sociedad comunista.
Cautivos del
temor por los conceptos, los anti-autoritarios y libertarios atacan las
estructuras organizativas del poder proletario calificándolas de autoritarias o
patriarcales. ¿Es esto así acaso? La respuesta sin duda en ¡No!
Los mecanismos
de Poder son creados para ejercer el mismo, dando solución a diversos tipos de contradicciones.
Esto es así en todas las organizaciones humanas.
Así cuando
hablamos de Poder, hablamos de que clase predomina sobre las demás y que
intereses defiende. Poder político a nivel de la superestructura social emanada
por un modo de producción concreto. Es importante esta cuestión pues no se
trata de valores inmutables sino que el modo de producción los determina.
Conviene
recordar que la Dictadura del Proletariado o la Dictadura Democrática-Popular, es
el poder de las clases populares, con la dirección del proletariado y su
vanguardia política, sobre la burguesía, los terratenientes o los
reaccionarios. Es una estructura de dominio sobre esta, punitiva, capaz de
impedir la inevitable contra-ofensiva burguesa a los 3 niveles; económico,
ideológico y político.
Para concluir
estos apuntes críticos, señalar que órganos básicos de la Dictadura del Proletariado
son las Comunas Populares y los Comités Revolucionarios, son la forma que la
misma ejerce su poder y organiza la propiedad colectiva, dando solución a las
contradicciones en el seno del pueblo, siendo la base organizativa del pueblo
en armas. Las comunas no son asambleas de charlatanes o de discusiones
bizantinas, son los trabajadores y
trabajadoras haciendo suyo el poder de la dictadura de clase. Participes de la
verdadera democracia, centro político y organizador de multitud de tareas,
basándose en el auto-sostenimiento (descentralización) y trabajo duro.
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Notas:
(1) Abdulah Öcalan. Confederalismo Democrático. 1912
(2) Mao Ste-tung. Sobre la construcción del Socialismo.
1973
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