Los últimos años han sido especialmente numerosas las manifestaciones convocadas el 8 de Marzo en diferentes países. Es más, el movimiento feminista ha retomado la huelga de mujeres, que históricamente ha conseguido incluso el derecho al voto universal en algunos países, como herramienta social para articular la denuncia por la violencia contra las mujeres, eligiendo el 8M por su potencial simbólico.
La idea de un pasado reivindicativo, sin embargo, no puede ser el argumento para defender nuestros derechos en la actualidad. No es necesario conocer el pasado para tener razón. El problema surge cuando nos identificamos con un precedente inexistente, incorporado al relato histórico según intereses ajenos al movimiento feminista.
Texto: Maria Gorosarri
El 8 de Marzo se institucionalizó a escala mundial como Día Internacional de la Mujer en 1977, después de que la Organización de Naciones Unidas (ONU) celebrara en 1975 el Año Internacional de la Mujer. Aun así, no especificó el origen del 8 de Marzo. Hoy, en su página web, solo señala que “tras la Segunda Guerra Mundial” el 8M se celebró “en muchos países” antes de ser reconocido por la ONU como Día Internacional de la Mujer. Es decir, evita mencionar que se trataba únicamente de los países del bloque comunista.
Desde que la ONU declaró en 1977 el 8 de Marzo como el Día Internacional de las Mujeres, han aparecido hasta tres referencias estadounidenses que, apuntan, dieron origen al 8M como reivindicación feminista. En primer lugar, se alude a una huelga en el sector textil de Nueva York en 1857, pero ya en 1985 quedó descartada, en plena Guerra Fría, al considerarla un bulo anticomunista que buscaba fundar un acontecimiento anterior a las huelgas de trabajadoras en la Revolución Rusa de 1917. De hecho, no hay dato comprobable alguno sobre dicha huelga. Además, el 8 de marzo de 1857 fue domingo.
En segundo lugar, hay otros dos hechos que aparecen situados el 8 de marzo de 1907: una huelga “masiva” y una reunión de las Mujeres Socialistas Americanas. Pero tampoco la huelga o la reunión aparecen documentadas.
Por último, el incendio en la recurrida fábrica de camisas Triangle Shirtwaist en Nueva York, donde murieron 123 trabajadoras y 23 trabajadores, y que dicen que emitió humo morado, ocurrió el 25 de marzo de 1911. La comunidad judía ha denunciado que este hecho se haya utilizado desde 1985 para destacar a las trabajadoras muertas en vez de recordar que el incendio se utilizó para exigir medidas de protección en el trabajo.
Ninguna de las tres referencias habituales sobre el 8 de Marzo resulta cierta. Son fruto de la supremacía militar y, por lo tanto, cultural, estadounidense. El 8 de Marzo no rememora ningún acontecimiento sucedido en Estados Unidos. Únicamente la elección de un día fue una característica estadounidense. Así, la primera celebración documentada del Día de la Mujer fue el 3 de mayo de 1908, en Chicago (Estados Unidos), organizada por el Partido Socialista, donde reivindicaron la igualdad económica y política. A partir de entonces, se comenzó a celebrar el Día Nacional [estadounidense] de la Mujer el último domingo de febrero. De esa manera, el primer país donde el movimiento socialista instauró un día al año ligado a los derechos de las mujeres fue Estados Unidos.
Ya un año antes de ese primer Día de la Mujer estadounidense de 1908, sin embargo, la socialista alemana Clara Zetkin (1857-1933) lideró la fundación de la 1ª Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, dentro de la Conferencia de la II Internacional Socialista celebrada en Stuttgart (Alemania), en 1907, donde se reclamaba el derecho al voto. Dos años después, en la 2ª Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague (Dinamarca) en 1910, se decidió adoptar la fórmula norteamericana de la celebración de un día, en este caso, internacional, aunque no se le puso fecha.
Mientras en Estados Unidos el Día Nacional de la Mujer se siguió celebrando el último domingo de febrero, en Europa el primer Día Internacional de la Mujer se conmemoró el 19 de marzo de 1911: el día siguiente al homenaje del 40º aniversario de la Comuna de París (que tuvo lugar del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871). Fueron cuatro los países que acogieron ese primer día internacional: Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, donde ¡un millón de trabajadoras! reivindicó el derecho al voto universal, que las mujeres pudieran ocupar cargos públicos, así como el derecho a la formación profesional y a la no discriminación laboral. El año siguiente también participaron Francia, Países Bajos y Suecia.
Rusia se unió a la celebración del Día Internacional de la Mujer en 1913, el último domingo de febrero. En la celebración de 1917, las trabajadoras y campesinas rusas organizaron una huelga en San Petersburgo que terminaría con la abdicación del zar y el reconocimiento del sufragio universal… ¡solo cuatro días después! La Revolución Soviética había comenzado.
Por ello, en honor a las trabajadoras rusas, la alemana Clara Zetkin y la polaca Rosa Luxemburg (1971-1919) tomaron el 8 de Marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, haciendo coincidir el 23 de febrero del calendario juliano –empleado en la Rusia zarista– con el 8 de marzo de nuestro calendario (dato comprobado por la autora). Así, la Rusia postzarista fue el primer país occidental en reconocer el derecho a voto a las mujeres. Después, en 1922, Lenin declaró el 8M fiesta oficial en la Unión Soviética, aunque laborable.
En 1936, cuatro meses y medio antes del golpe de Estado fascista en el Estado español, Dolores Ibarruri, Pasionaria, y Dolors Bargalló organizaron el primer 8M en Madrid y en Barcelona, respectivamente, donde denunciaron la amenaza del fascismo. Los años siguientes, ya en guerra, el 8M solo se celebró en Barcelona. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Día Internacional de la Mujer quedó fijado el 8 de Marzo en los países del bloque soviético y como fiesta organizada por el Partido Comunista, en el resto de países.
Huelgas de mujeres
La huelga de las trabajadoras y campesinas rusas no fue la primera reivindicación de mujeres. Al contrario, las organizaciones de mujeres han participado, y algunas veces, generado, los momentos clave de la historia europea. Durante la Revolución Francesa, fue la Marcha sobre Versalles (5 de octubre de 1789), que reunió a 4.000 trabajadoras y campesinas, la que consiguió derrocar al rey de Francia. Casi 100 años después, en 1869, 8.000 hilanderas de Lyon organizaron una huelga para reducir la jornada laboral a diez horas. Lo mismo sucedió durante el Gobierno popular de la Comuna de París (1871): las mujeres se organizaron en órganos revolucionarios como el Comité de Vigilancia de las Ciudadanas o la Unión de Mujeres para la Defensa de París, desde donde defendieron la Comuna con armas, cuestión que les fue negada en la Revolución Francesa.
Las huelgas de mujeres han seguido marcando el ritmo de la historia, ampliando las reivindicaciones laborales a nuestra vida cotidiana. El 24 de octubre de 1975, en Islandia, tuvo lugar la jornada conocida como Women’s Day Off (El día libre de las mujeres). El 90 por ciento de las islandesas secundaron la huelga de trabajo, cuidados a menores y tareas domésticas. Se planteó la cuestión de si la duración de la huelga (24 horas) suponía un freno a sus demandas sociales, ya que al día siguiente retornarían a la normalidad anterior.
Recientemente, en 2016, dos movimientos feministas han retomado la huelga como forma de protesta feminista. Por un lado, en Polonia, las mujeres se declararon en huelga de trabajo, estudios y tareas domésticas, para oponerse a la prohibición del aborto, y se manifestaron vestidas de negro, en la jornada del Lunes Negro (3 de octubre de 2016). Por otro lado, el movimiento Ni una menos, surgido en Argentina tras el asesinato de una joven de 14 años por su novio, canalizó las diversas manifestaciones multitudinarias en una huelga general el 19 de octubre de 2016. Además, el movimiento se extendió por varios países de América del Sur.
De esa manera, el 8 de marzo de 2017 surgió la primera convocatoria internacional para un paro mundial de mujeres, en trabajos productivos y reproductivos, en unos 57 países, “como respuesta a la actual violencia social, legal, sexual, política, moral y verbal experimentada por las mujeres”. En el Estado español, en 2017, se hicieron algunos parones simbólicos, mientras que en 2018 y 2019 varios sindicatos convocaron huelga. Esos tres años hubo manifestaciones especialmente numerosas.
Al recuperar las reivindicaciones feministas la huelga como forma de protesta, se ha ampliado el concepto de trabajo a las tareas reproductivas. Las manifestaciones para denunciar las violencias contra las mujeres tienen lugar en el ámbito económico de nuestras sociedades, señalando al modelo social como la raíz del sexismo que nos asesina. Asumir una genealogía irreal, además de contribuir a intereses ajenos al movimiento feminista, banaliza el feminismo.
8 de marzo. Fuente: Pikara
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