Alemania. Revolucionarios han desplegado una intensa campaña de solidaridad con la lucha del pueblo mexicano denunciando los más recientes asesinatos cometidos por el latifundio contra activistas del movimiento campesino en Oaxaca. Concretamente los casos de los compañeros Filogonio Martínez de Copudever, asesinado en la Costa el pasado 26 de octubre, y de Jesús Manuel García Martínez “Chu Pau”, militante de la Corriente del Pueblo Sol Rojo asesinado en el Istmo de Tehuantepec el pasado 27 de octubre. En ciudades como Berlín, Hamburgo y Bremen han aparecido pintas donde se exige justicia para ambos compañeros que en vida fueron defensores de la tierra y opositores a megaproyectos imperialistas como la hidroeléctrica El Paso de la Reina y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, respectivamente. El medio Dem Volke Dienen ha documentado estas acciones de alto gesto de internacionalismo proletario.
Brasil. La crisis política se está desbordando luego de los resultados de la pasada elección presidencial; Lula ganó por un reducido margen sobre Jair Bolsonaro, esto se refleja en números con 50.9% contra 49.1%; el margen de diferencia es tan solo del 1.8% y esto desata mayores tensiones entre ambos bandos de la gran burguesía. A este complicado escenario se debe agregar que una tercera parte del electorado no acudió a votar, respondiendo asertivamente a la campaña del Boicot convocada por demócratas y revolucionarios. El periódico A Nova Democracia dice al respecto… “Concluidas las elecciones, la crisis política del país da un salto: los disturbios bolsonaristas, a través de los bloqueos carreteros tras el resultado electoral, retroceden pronto o en más días, anuncian la nueva forma que tomará la crisis. Bolsonaro guardó silencio absoluto, solo habló después de 48 horas. Lacónicamente, declaró que los bloqueos “son producto de la indignación y un sentimiento de injusticia por la forma en que se desarrolló el proceso electoral”, en referencia a supuestas irregularidades…concluyó afirmando haber elevado los valores de la “derecha” (ultraderecha), de “dios, patria, familia y libertad”, sin reconocer formalmente su derrota”. Es claro que la respuesta de los bolsonaristas en las calles ni ha sido espontánea ni resultado de la indignación, sino algo planificado que busca escalar la crisis sin renunciar al escenario del golpe reaccionario. Por su parte la ralea oportunista, reformista y revisionista identificada con Lula asume una postura triunfalista según se observa en el discurso de Lula; plantean esperar los tiempos para administrar el poder como si ello de por sí resolviera los grandes males que aquejan a las masas. El proletariado y el pueblo del Brasil quieren libertad, y eso no se conquista con discursos ni con esperas interminables.
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