No podía ser de otra manera, el banquero, el corrupto, el representante de esa burguesía rancia, compradora, ha decretado el estado de Emergencia Nacional so pretexto de combatir a la delincuencia.
Lasso emite este decreto precisamente cuando la protesta popular va en ascenso; cuando más sectores de la clase, del campesinado y del pueblo se suman para castigar y detener al régimen que persiste en la aprobación de la mal llamada Ley de Oportunidades, la que apunta a precarizar el trabajo, conculcar derechos conquistados por los trabajadores y favorecer de mayor y mejor manera las condiciones de enriquecimiento de la gran burguesía y de grandes terratenientes en desmedro de las masas.
Lasso se parapeta en unas fuerzas armadas igual de corruptas, represivas y que en varios casos han sido involucradas con los grupos delincuenciales a los que dicen combatir.
Cuánto se equivoca el miserable si cree que con esa medida va a detener la furia de las masas. 7 de cada 10 ecuatorianos no tiene empleo; en estos últimos días el FMI exige al régimen reduzca en 1000 millones de dólares los gastos corrientes, ¿qué se viene?, 50.000 empapelados públicos más al desempleo, no obstante el usurero señala que ¡hay que generar empleo!.
El país se desangra, y el gobierno, de manera reduccionista simplifica la violencia como actos entre bandas, “ajustes de cuentas”, dicen, No ven más allá de su chequera, de sus intereses, de sus amuralladas viviendas, tal es la miseria, desocupación, hambre y desesperación de las masas que resulta de ciegos no ver ahí una de las potenciales causas de la creciente violencia en el país.
Se ha lanzado ya la convocatoria para la gran movilización el 26 de octubre, pues bien, vamos a prepararnos, vamos a lanzar todo el contingente de la clase, del campesinado pobre y de las masas oprimidas a las carreteras, a las calles, vamos a cercar las ciudades desde el campo, eso debemos hacer, estrangular las ciudades y que sienta, sobre todo, la furia de un campesinado que al igual que el proletariado, a estas alturas, nada tiene que perder, más si un mundo que ganar.
La guerra contra el pueblo está declarada. Y vamos a asistir como corresponde, pero ojo, atentos, hay que estar vigilantes con lo que haga la dirigencia indígena, campesina, popular y sindical, no hay que darles la oportunidad a estos miserables que reediten la traición de octubre de 2019, no hay que permitir que se sienten a la mesa de negociaciones y se vendan por un plato de lentejas para que el usurero apruebe su proyecto de ley, que sostenga su política de incremento de los precios de los combustibles, que nos quite las conquistas laborales que a la clase le ha costado sacrificio y sangre, que siga entregando el país al FMI y al imperialismo, que no cese en su proyecto de reprimarización de la economía e insista con su política minera que va en perjuicio del país, pero sobre todo, de los campesinos pobres.
¡LA REBELIÓN SE JUSTIFICA, AQUÍ, Y AHORA!
¡QUE LA REBELIÓN CERQUE LAS CIUDADES DESDE EL CAMPO!
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