Desde mucho antes de la pandemia, la burguesía imperialista preveía que los pueblos se levantarían contra sus abusivas imposiciones económicas mundiales. De ahí que la aplicación de medidas antipopulares como el encerramiento, las cuarentenas y los toques de queda, sólo han tenido el propósito de acallar la lucha popular; pero es obvio que la opresión genera resistencia, con paros, huelgas y asonadas en el mundo, tales como las movilizaciones en EEUU contra los abusos policiales y las grandes huelgas políticas de masas en países de Europa y Asia, donde se destacan huelgas generales en Italia, Francia, Grecia, Túnez, huelgas obreras y campesinas en la India contra los decretos impuestos por el gobierno que desmejoran su condición de vida, y en todas partes la respuesta ha sido represión estatal a los trabajadores.
En esta pandemia se ha acentuado la opresión por parte de los capitalistas, quienes exigen a los gobernantes aplicar medidas represivas con el pretexto de “detener los contagios”. Imposición de cuarentenas, toques de queda, y el uso de todo lo que tienen para defender su dictadura como el ejército, tienen la expedita finalidad de impedir que el pueblo se rebele y salga a la calle, generando un ambiente de terror entre las masas trabajadoras. En Colombia además, el terror estatal militar y paramilitar con el antifaz de las “águilas negras”, se ha desbordado durante la pandemia, asesinando y amenazando a líderes sociales, desmovilizados, profesores, defensores de derechos humanos y de los recursos naturales.
En el fondo la actuación de los capitalistas en todo el mundo ha sido intensificar la represión en todos los órdenes, con el único interés de preservar la ganancia, garantizar en medio de la pandemia el interés capitalista de acumulación, más no el cuidado y el bienestar de la sociedad, como falsamente lo difunden por todos los medios. Por ejemplo en Honduras, después de las calamidades naturales que el “orden capitalista” transforma en horrorosas tragedias para el pueblo, hicieron una feria de turismo para reactivar la economía; mientras tanto los hondureños emigraban hacia EEUU enfrentándose con las fuerzas represivas de Guatemala, por ser este país un paso obligado en el periplo. Es apenas un ejemplo de cómo el fenómeno de la emigración se ha exacerbado; un éxodo de millones en busca de mejores condiciones en otras tierras del mundo.
En Colombia, país oprimido semicolonialmente por el imperialismo, la situación es similar: voraz explotación y cuarentenas, toques de queda y abuso policial por todos lados, como forma de represión contra el pueblo. El hambre acosa al pueblo en medio de la pandemia. Hambre que el régimen uribista, gobernadores y alcaldes, disimulan con limosnas. Hambre que incita a la lucha de los de abajo y tratan de sofocar los de arriba con medidas represivas y policiales como sacar al ejército para intimidar al pueblo para acallar la rebeldía de los trabajadores, quienes sin importar las prohibiciones del confinamiento y los toques de queda, y por encima del virus y de los contagios, tienen que salir a las calles a buscar el sustento.
En ciudades como Pereira son los vendedores ambulantes y pequeños comerciantes los impulsores de las últimas protestas. En Barrancabermeja y Cartagena manifestaciones en contra del alza de las tarifas en los peajes que afectan sobre todo al pueblo. Movilizaciones y mítines en distintas empresas por despidos y atropellos en Bogotá. Trapos rojos de nuevo se dejan ver en las periferias de las ciudades del país como manifestación de que no hay que comer en la mesa de los pobres. Pero el Gobierno de Duque solo tiene medidas de represión frente a las protestas, y a la indignación de la gente por los pésimos servicios de salud que han condenado a muerte a 51.000 contagiados, mientras los fondos destinados a la emergencia sanitaria a causa de la covid-19, se quedan en manos de politiqueros corruptos como Miguel Uribe y por supuesto, en los bolsillos de los secuaces del régimen. Mientras miles de obreros son lanzados a la calle, a los empresarios se les brinda todas las garantías e incluso apoyo económico sin tanto trámite burocrático, como sí lo imponen al pueblo para la simple entrega de una limosna.
Está claro que mientras esté de por medio la ganancia, no será posible en esta sociedad capitalista resolver los problemas del pueblo y mucho menos hacerle frente a calamidades como esta pandemia. Solamente en una sociedad diferente dirigida por los obreros y campesinos, se puede garantizar con toda la riqueza que produce el trabajo social, el bienestar de todos los trabajadores. Está claro que las medidas represivas de cuarentena, toques de queda y los abusos de la fuerza policial contra el pueblo no reducen los contagios, pues su objetivo es contener la protesta social y la rebelión de los explotados y oprimidos.
Son todas estas razones más que justas y suficientes para seguir preparando el Paro General Indefinido que logre echar atrás la represión por parte de los capitalistas y el Estado; paro que necesariamente tendrá que prepararse con independencia del Estado y los politiqueros, y contra la voluntad de las burocracias patronales empotradas en el llamado Comité Nacional de Paro.
Transformar este invivible sistema capitalista es una necesidad permanente, pero ahora más que nunca las masas trabajadoras deben conocer y comprender esa necesidad de una revolución donde sean ellas las protagonistas. Ahora más que nunca existen condiciones para que al calor de la lucha, el elemento consciente en todos los países luche a la par por la unidad en una organización internacional; luche por afianzar su unidad dejando de lado los intereses de grupo y el sectarismo obviamente sin conciliar con el oportunismo; luche por fortalecer o por construir una organización de vanguardia que como sección de una nueva Internacional Comunista, dirija la revolución en cada país.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
28 de enero de 2021
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