Líder de la Revolución Cultural
Por Zafia Ryan
Aunque la paz se rompió en el ámbito de la cultura con el contraataque
de la izquierda contra la obra "Hai Jui Dismissed from Office", el tema
central de la Gran Revolución Cultural Proletaria era el poder político.
Si China se mantenía en el camino del socialismo, el pueblo
transformaría la sociedad desde sus cimientos y avanzaría hacia la
eliminación de las clases, allí y en todo el mundo, dependía de la
cuestión crucial de quién ganaría en la lucha por el poder: los
comunistas revolucionarios del Partido Comunista, dirigiendo al
proletariado en el ejercicio de su dictadura en cada esfera de la
sociedad, o la nueva burguesía, los burócratas incrustados y los líderes
conservadores del Partido, que llevaban frenando la revolución desde
hace tiempo y, que ahora, se oponían con fiereza al avance de la
revolución socialista y trabajaban activamente para guiar a China por el
camino capitalista.
Viendo claramente que esto era lo que estaba en juego, Mao dedicó todos
sus esfuerzos a dirigir la lucha por consolidar el poder político del
proletariado de la única manera que él podía: confiando en las masas y
despertándolas para derrocar a los altos cargos revisionistas del
Partido desde abajo y de una manera generalizada. Necesitando un cuartel
revolucionario para organizar y dirigir esta revolución en la propia
revolución, creó el Grupo Revolucionario Cultural (GRC), con Chen Po-ta a
la cabeza, y presentó a Jiang Qing como primera líder, junto con Chang
Chun-ciao, un dirigente revolucionario de Shanghai. Jiang Qing afrontó
valientemente los retos y responsabilidades que se le daban en medio de
las crecientes aguas de la aguda lucha de clases; no sólo nadó con
golpes decididos contra la poderosa y ágil corriente revisionista, sino
que en este tremendo tornado revolucionario, para el cual no se había
trazado nunca antes en el mundo ningún camino, se levantó para ocupar un
papel crucial y principal en la GRCP.
Sin duda, esto será recordado como su mayor contribución. Ciertamente,
es este el pecado más imperdonable: ayudar a las masas a fortalecer su
dominio del poder político y, en general, su cercana identidad con la
Revolución Cultural, que le valió la enemistad y difamación absolutas de
la burguesía de todo el mundo. Una de sus primeras tareas como parte
del comité, era redactar los documentos de la Revolución Cultural,
escribir una circular para contrarrestar el informe revisionista de Peng
Chen de febrero sobre la cultura socialista, que buscaba hacer fracasar
y desactivar la Revolución Cultural. La intensidad de la lucha de
líneas entre los altos cargos se conoció en el Partido cuando la
Circular del 16 de mayo (varias veces revisada por Mao, según Jiang)
nombró "a aquellos Kruschov que están entre nosotros". Pronto, con la
aparición de un dazibao en la Universidad de Pekín en mayo de 1966, que
Mao apoyó de todo corazón, las compuertas de la Revolución Cultural se
abrieron de par en par.
Jiang Qing se involucró rápidamente en extender las llamas, yendo a la
Universidad de Pekín y a otras escuelas en julio de 1966 para hablar con
los estudiantes y escuchar los debates que había. Pronto descubrió el
rol contrarrevolucionario de los equipos de trabajo, que sofocaban la
rebelión estudiantil. A últimos de julio, el GRC disolvió estos equipos,
que habían sido enviados por Liu Shao-chi y Deng Xiaoping para propagar
la confusión sobre la línea del Partido en este recrudecimiento de la
lucha. La posesión del poder durante estos dos meses por los
revisionistas en Pekín (mientras Mao estaba ausente), quienes trataron
de desviar la lucha de ellos mismos y de "restaurar el orden" a través
del "cerco" y del "terror blanco", duró poco.
Estos dirigentes, que "hinchan la arrogancia de la burguesía y desinflan
la moral del proletariado", se convirtieron en los blancos del famoso
dazibao de Mao de agosto de 1966, el llamado "¡Bombardead el cuartel
general!", alentando el fuego de la revuelta a lo largo y ancho, pero
apuntando especialmente a aquellos que tomaban el camino capitalista y
que eran altos cargos del Partido, donde se concentraba la lucha de
clases. Una de las cosas que siempre serán recordadas sobre Jiang Qing
fue que ella, como Mao, se unió fuertemente con la juventud. Pero en su
posición como parte del GRC (que, en efecto, había sido delegada del
liderazgo político de la Revolución Cultural por el Comité Central),
pudo desempeñar un papel diferente al de Mao, entrando de lleno sobre el
terreno y, a veces, directamente entrando en batalla para apoyar audaz y
enérgicamente la rebelión de la juventud.
Jiang les trajo saludos del Presidente, que los animó mucho en el calor
de la compleja lucha de líneas y programas contendientes, y les ayudó a
distinguir los hilos de la lucha de clases en la sociedad, relacionada
con la lucha dentro del propio Partido. Ella y los demás miembros del
CRG se reunieron con delegaciones de estudiantes, obreros, soldados,
campesinos, maestros y artistas, para combatir cuestiones que surgieron
bruscamente en el transcurso de la Revolución Cultural, incluyendo qué
métodos usar, a quién dirigir, cómo hacer frente a las divisiones y al
faccionalismo, cómo, en definitiva, "demarcar fuertemente entre el
enemigo y nosotros mismos", como Jiang lo expresó con frecuencia, cómo
al mismo tiempo unir a las masas y construir alianzas para llevar
adelante la revolución.
Entre los jóvenes y estudiantes, por ejemplo, la llamada a la izquierda
(pero a la derecha en esencia), quería castigar a todo el mundo que
proviniese de un entorno familiar privilegiado o conservador, lo que
causó una confusión considerable al principio. Jiang Qing convenció a
los jóvenes para cambiar su lema, "un héroe engendra a un héroe, el hijo
de un reaccionario es un huevo podrido", a: "si los padres son
revolucionarios, sus hijos deben seguir su camino; si son reaccionarios,
sus hijos deben rebelarse".
Los Guardias Rojos hicieron su importante entrada en Pekín en agosto y
septiembre de 1966, prefigurando la participación de los trabajadores y
campesinos en el movimiento, poco después y, señalando que esta
Revolución Cultural estaba sacudiendo a toda la sociedad. Jiang comenzó a
hablar en público, instando a los masivos rallies de la juventud, y
especialmente, a tomar la historia en sus manos. Pronto se dio a conocer
con su casquillo y uniforme militar, apareció en siete de las ocho
recepciones de guardias rojos de Mao.
También se dirigió a maestros de universidades y escuelas intermedias, a
artistas y cinematógrafos, así como a los 100.000 soldados del PLA que
vinieron a apoyar y supervisar a los millones de jóvenes que acudieron a
Pekín en los próximos meses, muchos a pie. A lo largo del otoño,
patrocinó actuaciones de óperas, tomando de modelo a la Guardia Roja y, a
finales de noviembre, pronunció un importante discurso sobre la
revolución cultural y la aguda lucha de clases en la Ópera de Pekín y
otros frentes artísticos a 20.000 trabajadores literarios y artísticos.
Conversando con los Guardias Rojos, Jiang Qing les exhortó a sacar del
Partido a los principales seguidores del camino capitalista, para acabar
con "los cuatro viejos" de ideología, cultura, costumbres y hábitos, y
para llevar a cabo el proceso de lucha-crítica-transformación, de
acuerdo con el principal documento del cuartel general revolucionario,
emitido para dirigir la Revolución Cultural, y los Dieciséis Puntos 11.
"Estoy segura de que haréis un gran trabajo", les dijo.
Los revolucionarios no sólo tenían que profundizar la lucha contra la
derecha, avanzando hacia la victoria; también debían fortalecer a la
izquierda en el proceso, nutriéndose de la sangre revolucionaria nueva y
de jóvenes líderes. "Os pregunto: si la izquierda no se une ni se
fortalece, ¿será capaz de eliminarlos?", "¡No!", la respondió la masa de
jóvenes Guardias Rojos.
En enero de 1967, cuando las delegaciones de obreros y campesinos se
unieron con los estudiantes y la juventud e intercambiaron experiencias
revolucionarias en la capital, Jiang Qing se dirigió a los líderes de
los Guardias Rojos, cuya responsabilidad era dirigir a las multitudes
que ahora estaban desanimándose y empezando a querer regresar a casa. Se
trataba de una tarea complicada, ya que requería que la juventud
tuviese un alto nivel político para reforzar el entusiasmo político y el
impulso de aquellos que habían ido sinceramente a la capital buscando
la revolución, y, al mismo tiempo, luchar con estas masas para que
difundiesen la revolución en sus regiones locales.
La presencia de tanta gente se convirtió incluso en una carga para la
ciudad; esto tenía que ser manejado correctamente. (Debe tenerse en
cuenta que reforzar esta carga fue la intención de algunas autoridades
revisionistas locales, que intentaron sacar a los rebeldes de sus
regiones con salarios o billetes de tren gratis a Pekín para que
aireasen sus quejas). "Si las personas que vienen a Pekín desde fuera
necesitan tomar el poder, debemos movilizarlas para que regresen a casa y
tomen el poder allí", dijo Jiang Qing a los Guardias Rojos.
En una reunión del GRC, a últimos de diciembre de 1966, los
representantes de un grupo de trabajadores rebeldes denunciaron el
sistema de trabajo por contrato. Dijeron que dividía a los trabajadores,
alentando el revisionismo al desarrollar un foco para la restauración
del capitalismo, y sofocando el activismo revolucionario de las masas.
"Este sistema fue instituido después del reporte de Liu Shao-Shi sobre
la inspección hecha en varias partes de la provincia de Hopei en 1964",
dijeron los representantes. Cuando describieron los esfuerzos que había
en algunos lugares para quebrar el espíritu de lucha de los trabajadores
mediante el reemplazo de trabajadores contratados temporalmente por
trabajadores regulares, Jiang Qing les dijo que no se enamorasen de
esto: "¡Lo que queréis es la revolución!” Ordenó al Ministro de Trabajo y
al secretario de la federación de sindicatos acudir inmediatamente a la
reunión y responder a los trabajadores furiosos.
Cuando se les preguntó qué habían hecho durante todo el día,
respondieron "nuestra responsabilidad es educar y organizar a los
trabajadores". Jiang Qing se enfureció y replicó, "vosotros no trabajáis
por ellos, no les servís, no informáis al Comité Central, tampoco
solucionáis problemas. ¿Tenéis alguna cualidad comunista?... Los
trabajadores contratados temporalmente son también proletarios y
revolucionarios. ¿Cómo tratasteis los grandes ministros a los
trabajadores?” Si las cosas seguían así, ¿qué futuro había para los
obreros?
Los trabajadores rebeldes tomaron la sede sindical y sellaron las
oficinas del Ministerio del Trabajo y de los responsables de la
distribución de la mano de obra a lo largo del país. Jiang Qing propuso
un acto de masas de "acusación-crítica-repudio" y la redacción de una
circular del GRC declarando que se debe permitir a todos los
trabajadores temporales participar en la GRCP, y que cualquier persona
despedida de ello debería ser readmitida.
Toma del poder
Siguiendo el ejemplo de la poderosa tormenta de enero de 1967 de
Shanghai, un movimiento para arrebatar el poder político local a los
seguidores del campino capitalista y para organizar nuevos órganos de
liderazgo barrió el país. Jiang Qing lo apoyó con entusiasmo, y
popularizó esta experiencia completamente nueva que el proletariado
estaba teniendo. Nuevas combinación del tres-en-uno reunieron a cuadros
revolucionarios del Partido, representantes revolucionarios del Ejército
y representantes de las masas revolucionarias para constituir los
órganos de nuevo poder, llamados comités revolucionarios. Durante esta
fase de la GRCP, el liderazgo de Jiang Qing se concentró en gran parte
en implementar la línea desarrollada por Mao y el GRC, tejiendo alianzas
para tomar el poder, estableciendo comités revolucionarios y llevando a
cabo el proceso de lucha-crítica-transformación.
Después de que uno de los principales bastiones de las fuerzas
revisionistas, el Comité Municipal de Pekín (estrechamente relacionado
con el viejo Departamento de Propaganda del Comité Central y con el
viejo Ministerio de Cultura), fuese finalmente derrocado, Jiang Qing
presidió la celebración de la fundación del Comité Revolucionario de
Pekín. Dijo que, en el fondo, los dirigentes de la camarilla de Pekín
eran un puñado de altos cargos del Partido que tomaban el camino
capitalista. "Durante 17 años, ellos han estado manifestándose y
siguiendo obstinadamente una línea burguesa reaccionaria. La línea
proletaria revolucionaria representada por el Presidente Mao se ha
desarrollado en la lucha contra esta línea", cuya influencia en los
frentes político, económico, ideológico y cultural debe ser aniquilada
completamente, plantando en su lugar la gran bandera roja del
Pensamiento Mao.
Jiang Qing vinculó los cambios que debían hacerse en Pekín con la tarea
general de la Revolución Cultural y apuntó la necesidad de lanzar un
movimiento de masas para llevar a cabo el proceso de
lucha-crítica-repudio y transformación, junto con la forja de una
alianza para tomar el poder. "La tarea de lucha, crítica, repudio y
transformación en varios departamentos y el trabajo de criticar y
repudiar a las autoridades del Partido que toman el camino capitalista
no se excluyen entre sí y pueden combinarse". Ella explicó que cada
tarea puede dar un fuerte impulso a la otra y provocar una exposición y
crítica más profundas de los revisionistas; recordó a la gente que todo
esto requiere estudiar bien las obras de Mao y realizar investigaciones
exhaustivas.
Ella, además, dijo que para la revolución socialista y la construcción
socialista es esencial llevar a cabo la lucha, la crítica, el rechazo y
la transformación en varias organizaciones y departamentos de manera
simultánea. "Es una tarea importante, crucial para los próximos cien
años". En uno de sus discursos pronunciados ante una delegación de la
provincia de Anhwei, Jiang Qing combatió vigorosamente con las dos
facciones que había en Anhwei para que se unieran y formasen una alianza
y, así, poder conquistar el poder y crear comités revolucionarios.
Sólo entonces "habrá gente que nos guíe. ¡Y la revolución no puede
avanzar sin líderes!" Jiang advirtió de que el fuerte viento
desagradable ya "estaba siendo agitado con el objetivo de disolver todos
los comités revolucionarios establecidos con la aprobación del Comité
Central", y que en la presente "excelente situación, nosotros hemos de
estar alerta contra esto. Naturalmente, puede haber algunos retrocesos,
pero no debemos temerlos. Es algo normal que haya retrocesos en la toma
del poder. Y además, la situación a lo largo del país es desigual, pero
la desigualdad también es normal."
Traducción: @Jiang69 y @amisirlou
Fuente: https://elgransaltoadelante.blogspot.cz/2016/12/jiang-qing-las-ambiciones_67.html