sábado, 25 de junio de 2016

El Comité Popular de Raucana, ejemplo de poder rojo al servicio de los pobres creado por el PCP

Raucana está ubicado en el distrito de Ate-Vitarte, a 8.5 kilómetros de Lima. Su existencia como proyecto revolucionario hace parte de la historia de la Guerra Popular y la lucha armada revolucionaria iniciada en 1980.
 
Raucana es lo que se llama en Perú un "Pueblo Joven ", que en otras palabras quiere de decir, un pedazo de tierra abandonada "invadido" por cientos de familias pobres en los los alrededores de Lima.
 
En dicho asentamiento el Partido Comunista del Perú creo un Comité Popular como estructura de nuevo poder rojo al servicio del pueblo pobre donde se produjeron cambios significativos en la organización y bienestar de las masas populares.
 
El terreno, donde está instalado este pueblo, aparecía como parte de la propiedad de Antonio Isola de Lavalle un rico empresario italiano.
 
El nombre de "Raucana", le viene de un mártir de esta invasión asesinado por la policía el día de la toma de la tierra. Jorge Félix Raucana, que fue acribillado por la policía en la madrugada del 28 de julio de 1990 cuando cientos de peruanos "pobres sin techo" tomaron posesión de este campo árido y despoblado. Con este crimen Alberto Fujimori inauguró su brutal gobierno que durante el periodo que va desde 1990 al 2000, se convertiría en una de las administraciones más sangrientas de la historia peruana.
 
La mayoría de los "invasores" de este terreno eran originarios de Andahuaylas, uno de los departamentos donde la lucha armada era intensa.
 
En Raucana el Comité Popular creo un estilo de vida colectivo: se compartía la comida colectivamente, se hacían faenas comunes y se educaba políticamente a los pobladores.

Raucana, a diferencia de otros pueblos jóvenes de Lima no fue victima de aquellas organizaciones inescrupulosas que han hecho de la miseria un negocio rentable con grandes utilidades económicas y políticas.
 

El poder rojo creado en Raucana era un ejemplo en contraposición a los cientos de organizaciones no gubernamentales (ONG), millonariamente financiadas desde el extranjero, además de instituciones internacionales como Caritas, Ofasa (Agencia para el desarrollo y Recursos Asistenciales de la Iglesia Adventista), AID (Agencia para el Desarrollo Internacional) y otras que tienen sus sedes en los países ricos, que convertieron a las poblaciones pobres que rodean Lima en masas mendigantes, carentes de dignidad propia, que tenian que arrastrarse por una ración de comida o canjear un pedazo de pan por un voto electoral.
 
 
Si en otros pueblos, se estableció la mendicidad y las acciones asistencialistas como norma y conducta, en Raucana la situación fue completamente diferente. En este pueblo se privilegio el trabajo colectivo, la solidaridad, la disciplina y la iniciativa para resolver los problemas de la pobreza y la escasez. Se aplicó normas internas de producción y de distribución comunal auto sostenida sin intervención del Estado ni de organizaciones de caridad pública.
 
La prensa y el gobierno la sindicaron muchas veces como "Comité Popular Abierto" de "Sendero Luminoso" (nombre como llama la reacción al Partido Comunista del Perú) y ello sirvió para facilitar los planes militares y de represión contra esta población. La presencia de los maoístas en este terreno, en términos sociales y de organización, fue altamente positiva para la población.
 
El Partido Comunista del Perú no sólo se preocupó de las acciones defensivas contra el desalojo, sino que organizó casi todos los aspectos de la vida diaria de los pobladores y respondió a sus expectativas para desenvolverse frente a los retos cotidianos con relativo éxito. Más aún, a diferencia de las habituales invasiones y de los traficantes de terrenos, los maoístas establecieron relaciones de confianza con los pobladores.

Si la mayor parte de los 6 o 7 millones de habitantes pobres que rodean Lima, sufrían (aun no acaba este sufrimiento) escasez de agua y tenían que recurrir a los negociantes y traficantes del líquido elemento, la gente de Raucana buscó el agua bajo el suelo donde habían construido sus casas pobres. Organizaron grupos de trabajadores incansables que con lampas y picos hicieron profundos huecos en el suelo. A 20 metros bajo tierra encontraron enormes reservorios de agua que les sirvió para el uso cotidiano, y además para los cultivos de legumbres y otros productos agrícolas para la alimentación cotidiana. Con el esfuerzo propio construyeron pozos de agua en cada perímetro de la ciudad, y se dotó de agua suficiente a la población.
 
Se organizó el trabajo social, y se instituyó jornadas laborales para todos los pobladores (dos o tres horas por semana). El trabajo comunal se realizaba en los huertos, jardines, parques y otras instancias en beneficio de la población. Con el trabajo voluntario y por turno se construyeron escuelas, caminos y otras obras que servían para el bien común.
 
Los dirigentes y líderes populares de Raucana no tenían ninguna ventaja de carácter personal, y nadie se enriquecía ni sacaba provecho del bien común como sucede en las instituciones asistencialistas cuando se implantan en los pueblos jóvenes. Gran parte de la alimentación de este pueblo provenía de la producción agrícola en los huertos comunales, cuyos sombríos estaban tratados con métodos biológicos sin ningún ingrediente químico Se construyó una red de modernos y grandes posos higiénicos (silos) que resolvieron el problema del desagüe, de higiene y salubridad. "El trabajo en estos espacios productivos también se realizaba por turnos controlados a través de padrones levantados en cada sector. El Comité Popular había planificado incluso lo que debía sembrarse. La etapa de las ollas comunes fue quedando atrás y empezaron a organizarse los comedores comunales, uno por cada sector, donde se destinaba todo lo producido en las áreas agrícolas. Nada se vendía, y todo era destinado a los comedores. Al inicio, se usaban latas de aceite vacías para que las mujeres cocinaran y los hombres recolectaban leña para los fogones;poco a poco cada sector empezó a organizar actividades para la implementación de los comedores y cocinas.
 
Resolver los problemas sociales fue una prioridad en Raucana, pero no fue menos el trabajo de seguridad interna. Sobre todo cuando múltiples peligros acechaban desde el gobierno y los cuarteles militares. La disciplina entre los pobladores fue esencial en la organización de un sistema de seguridad propia que se estableció bajo normas del bien social y de protección de la familia, en particular de los niños y ancianos.

Se crearon comités de vigilancia interna por sectores de vecinos cuya labor de vigilancia se realizaba las 24 horas del día. Se adiestro a la población en la autodefensa y se extendieron enseñanzas prácticas bastantes efectivas para hacer frente un ataque de la policía, de paramilitares o de cualquier grupo peligroso para la paz y tranquilidad de la población. La movilización rápida y masiva en caso de agresión desde el exterior se convirtió en un acto de defensa compacta y de fuerza.


Se seleccionó experimentados pobladores, quienes como responsables de un número determinado de personas, actuaban de jefes militares en cualquier acción de ataque o defensa. Se construyeron gruesas murallas en torno al perímetro de la ciudad y se instalaron torres de control en las principales entradas del pueblo.
 
El 21 de agosto de 1991 un grupo de seguridad de Raucana capturó a 3 agentes del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) que por orden de Vladimiro Montesinos se habían infiltrado entre la población. Estos agentes eran, el capitán de la policía César Basauri García, el capitán del ejercito Luis Vílchez Vera y el suboficial del ejercito Richard Carles Talledo, este ultimo pertenecía al criminal grupo paramilitar "Colina" que tenia su cuartel principal en las instalaciones del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). Los agentes, amarrados con los brazos hacia atrás y resguardados por pobladores que se habían cubierto los rostros por seguridad, fueron presentados a los medios de comunicación, y a través de la televisión millones de peruanos fueron testigos de la existencia de Raucana y su ejemplar organización social.
 
Se estableció un Comité de orden y disciplina interna, que administraba justicia en la vida cotidiana de la población. Se reprimió cualquier intentó de organizar pandillas de delincuentes, como abundan en otras poblaciones pobres de Lima.
 
Se sancionó el robo, maltratos a las mujeres de parte de los maridos, no se admitía la drogadicción, la irresponsabilidad familiar, y otros delitos. Los pobladores que infringían las reglas de conducta interna eran sancionados.
 
El que robaba a un pobre era severamente castigado, y en algunos casos la sanción sin piedad era la expulsión del pueblo" .
 
El prestigio de la seguridad interna implantada en Raucana se hizo conocido en los pueblos jóvenes que rodean Lima. Raucana sin delincuentes, sin alcohólicos y sin traficantes de droga, fue una fama que corrió como un reguero de pólvora. Los pueblos jóvenes que sufrían la plaga de la delincuencia común, en lugar de recurrir a la policía o al ejército para resolver este problema, solicitaban ayuda a los pobladores de Raucana.
 
En resumen en Raucana el Partido Comunista del Perú instalo un nuevo poder rojo al servicio de los pobres, que logro mejoras significativas en la organización y bienestar del pueblo.

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