domingo, 1 de septiembre de 2024

Notas y materiales sobre el Perú Contemporáneo (I)

El Perú contemporáneo es una sociedad semifeudal y semicolonial en la cual se desenvuelve un capitalismo burocrático al servicio del imperialismo.

Es a la luz del marxismo-leninismo-maoísmo, principalmente del maoísmo que el Presidente Gonzalo ha demostrado cómo el carácter semifeudal y semicolonial se mantiene y desarrollan nuevas modalidades, y particularmente cómo es que se ha desarrollado el capitalismo burocrático sobre esta base en todo el proceso de la sociedad contemporánea, problema de trascendencia para comprender el carácter de la sociedad y de la revolución peruana.

Sustenta que para analizar el proceso social contemporaneo hay que partir de tres cuestiones íntimamente ligadas: los momentos que atraviesa el capitalismo burocrático; el proceso del proletariado plasmado en su más alta expresión: el Partido Comunista; y, el camino que ha de seguir la revolución. Así, pues, nos enseña que en la sociedad peruana contemporánea se pueden diferenciar tres momentos a partir de 1895: I momento. Desarrollo del capitalismo burocrático. Constitución del PCP. Señalamiento y esbozo del camino de cercar las s ciudades desde el campo; II momento. Profundización del capitalismo burocrático. Reconstitución del PCP. Establecimiento del camino de cercar las ciudades desde el campo; y III momento. Crisis general del capitalismo burocrá tico. Dirección del PCP de la guerra popular. Aplicación y desarrollo del camino de cercar las ciudades desde el campo.

Al mismo tiempo plantea que la sociedad peruana contemporánea está en crisis general, enferma, grave, incurable y sólo cabe transformarla a través de la lucha armada como lo viene haciendo el Partido Comunista del Perú dirigiendo al pueblo y, que no hay otra solución.

 "El caduco sistema semifeudal sigue subsistiendo y marcando al país desde sus bases más profundas hasta sus más elaboradas ideas y, en esencia, manteniendo persistente el problema de la tierra, motor de la lucha de clases del campesinado, especialmente pobre que es la inmensa mayoría", nos remarca que el problema de la tierra sigue subsistiendo porque se mantiene relaciones semifeudales de explotación evolucionando la semifeudalidad, problema básico de la sociedad que se expresa en tierra, servidumbre y gamonalismo; condición que debemos verla en todos los aspectos, económico, político e ideológico, en la base y en la superestructura.

Reafirmándose en el marxismo-leninismo-maoísmo, el Presidente Gonzalo enarbola el principio de que la reforma agraria es la destrucción de la propiedad terrateniente feudal, entrega individual al campesinado bajo el lema de "Tierra para quien la trabaja" y que se logra con guerra popular y nuevo Poder, dirigida por el Partido Comunista; igualmente la tesis de Lenin de que existen dos caminos en el agro: el terrateniente que es reaccionario, evoluciona la feudalidad y lleva a viejo Estado y el campesino que es avanzado, destruye la feudalidad y lleva a nuevo Estado.

Carácter terrateniene de las leyes agrarias, os resultados de las leyes agrarias dadas por el viejo Estado probando la subsistencia de la semifeudalidad que hoy se pretende negar.


Todo esto, no significa sino nuevas modalidades de concentración de la vieja propiedad latifundista no destruida y es el viejo camino terrateniente seguido en el Perú contemporáneo que se impulsara en los años 20, se profundizara en los 50 y especialmente en los 60, prosiguiéndose hasta hoy, en nuevas condiciones.

Citamos un artículo interesante para documentar  lo que está escrito en los párrafos anteriores:

"En este pequeño ensayo, quisiera argumentar que la creciente desigualdad en la distribución de la tierra es, nuevamente, un problema en ebullición para el agro peruano, por lo que merece un tratamiento integral por parte del Estado y la sociedad civil.

Como punto de partida, es necesario reconocer que la estructura agraria en el Perú es crecientemente bipolar (Eguren, 2012), con dos tendencias opuestas que se vienen acentuando en el tiempo. Por un lado, la emergencia de grandes latifundios en las áreas de frontera agrícola; y, por el otro, la exacerbación del minifundismo en territorios campesinos e indígenas.

Desde hace tres décadas, vivimos en el Perú un nuevo proceso de concentración de la tierra; especialmente en la costa y la amazonía del país. Este proceso es producto del giro neoliberal del Estado que, a partir de la constitución del 1993 y de una serie de normativas e instituciones, se abocó a promover activamente:

  • La liberalización (eliminación de candados legales) del mercado de tierras,
  • La habilitación física y/o legal de tierras agrícolas en superficies no tradicionalmente agropecuarias (desiertos y bosques), y
  • La presencia de la gran inversión privada en el sector agrario. (Remy y De los Ríos, 2012)

Se generaron así, las condiciones para la constitución de nuevas grandes propiedades y ascenso del gran agronegocio exportador como paradigma de desarrollo agrario en el país.

En paralelo, viene tomando lugar un acelerado proceso de fragmentación de la propiedad y tenencia de la tierra a nivel de la agricultura familiar (CEPAL, 2020), generalmente productores organizados en comunidades campesinas y nativas.

El resultado de la intervención diferenciada del Estado es una estructura agraria de una evolución marcadamente desigual. Para muestra, un botón: en la costa peruana, Bourlliard y Eresue (2015) evidencian que la expansión de la frontera agrícola en los desiertos ha sido aprovechada casi en su totalidad por la agricultura empresarial. Así, entre 1994 y 2012, los predios mayores a las 500 Ha crecieron superlativamente tanto en número (+338% más unidades) como en superficie (+291%[2] más de tierra bajo su control) (Bourlliard y Eresue, 2015). Lo mismo no sucedió para las unidades de agricultura familiar (5Ha o menos), que no sólo crecieron en menor proporción, sino que este incremento fue más en cantidad de fincas (+41%) que en superficie manejada (+12%). Si vemos la repartición de la torta para el año 2012, mientras que más de 250 mil unidades de agricultura familiar controla cerca del 50% de la tierra bajo riego en la costa, 82 grandes propiedades (de 2,500 Ha a más) son propietarias de cerca de 1/3 de este recurso (Bourlliard y Eresue, 2015).

El problema central es que estos dos modelos, el del gran latifundio corporativo y del minifundio diminuto o “microfundio”, son insostenibles. Araujo (2022) evidencia que el crecimiento económico y aparente eficiencia productiva[3] de las grandes agroindustrias en la costa norte se ha sostenido en una alta precarización del empleo y una mayor presión sobre los servicios públicos del Estado. En consecuencia, el desarrollo económico y humano en estos territorios es exiguo, y sus habitantes padecen de vulnerabilidad económica, logro educativo y acceso a la salud muy restringidos, entre otras taras propias de un modelo sostenido en la concentración de recursos y limitada distribución de la renta (Araujo, 2022). (…).

Por su parte, la progresiva fragmentación de la tierra constriñe la eficiencia productiva de la agricultura familiar y su capacidad para generar desarrollo (…) . Un efecto aún más crítico, desde mi perspectiva, es el potencial retroceso en la capitalización de las relaciones de trabajo en el campo. El microfundismo podría afectar negativamente (reducir) la demanda de trabajo asalariado y perjudicar perjudicar a sectores de la sociedad rural que dependen del peonaje agrícola.

De: El problema distributivo de la tierra: un silencio que debe acabar en la política agraria, por Ana Lucía Araujo R, PUCP,  2022.

El problema de la tierra está latente y se agrava. Ligado a esto, los precios.

La agricultura peruana se hunde cada día más, compra de alimentos extranjeros, lo demás es pura demagogia barata. Y esa base es el fundamento de esta sociedad y allí es donde se expresan más claramente las relaciones semifeudales en plena costa peruana como en la sierra y la selva; la regresión hacia formas no tecnificadas; esas relaciones del agro tiñen toda la sociedad desde sus raíces más profundas hasta sus formas más sutiles de exposición, no hay que olvidar eso.

Este camino terrateniente se expresa políticamente en el viejo Estado a través del gamonalismo; como dice Mariátegui, el gamonalismo no designa sólo una categoría social y económica sino todo un fenómeno representado no tan sólo por los gamonales propiamente dichos sino también comprende una larga jerarquía de funcionarios, intermediarios, agentes, parásitos, etc., y que el factor central del fenómeno es la hegemonía de la gran propiedad semifeudal en la política y en el mecanismo del Estado contra el cual se debe atacar en su raíz. Y el Presidente Gonzalo destaca expresamente la manifestación de la semifeudalidad en la política y en el mecanismo del Estado, al concebir que el gamonalismo es la manifestación política de la semifeudalidad sobre la cual se sostiene este régimen de servidumbre en el que actúan mandones y lacayos representantes del viejo Estado en los más recónditos pueblos del país aunque cambien de ropaje según el gobierno de turno; factor contra el cual se dirige la punta de lanza de la revolución democrática en cuanto guerra agraria.

Sobre el gamonalismo, citamos:

“Un último tema que es preciso destacar tiene relación con el poder y el control que van adquiriendo estos grupos económicos más allá de los límites de sus tierras. Ya se mencionó la posición de subordinación bajo la que se encuentran parte de los medianos y los grandes propietarios que se han asociado con ellos, y ni qué decir de los pequeños que tienen sus tierras en arriendo o de los miles de pobladores que trabajan como peones en sus propiedades.  Al ubicarse por encima de los actores tradicionales no es difícil prever que las nuevas empresas ejerzan una fuerte influencia sobre las autoridades locales. Más aún cuando los alcaldes v en la posibilidad de realizar obras de infraestructura gracias al financiamiento de los grandes grupos económicos que, de otro modo, serían imposibles de realizar; o cuando empresas como Maple pagan sumas importantes de dinero a los gobiernos regionales. De esta forma, la concentración de la tierra a una escala como la que se ve hoy en el Perú trae consigo la concentración del poder, lo cual no resulta saludable ni para el sector rural ni para el país”.

 De: El proceso de concentración de la tierra en el Perú, Burneo, Zulema, 2011 Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra .

Sobre empleo y carácter de la sociedad, como hemos visto en los subrayados del artículo de Araujo (PUCP, 2022), otro estudio, dice lo siguiente:

“Hay que distinguir trabajo de empleo. Este último es el trabajo asalariado.

 El trabajo, que es una categoría más amplia, incorpora a los autoempleados, a los independientes y también al asalariado que se particulariza en empleo.

Esta segunda forma de exclusión da cuenta de las dinámicas de inserción laboral. En los países desarrollados, por ejemplo, la forma básica y dominante con la que una persona se integra a la PEA es como trabajador asalariado. Sin embargo, en economías como la nuestra, del área andina y Centroamérica –salvo Costa Rica–, dicha modalidad no ha sido la hegemónica. El asalariamiento no ha sido la categoría dominante de inserción en la PEA ocupada, sino que persiste un porcentaje importante de autoempleo, de trabajo independiente.

Cuando Weller señala como una segunda forma de exclusión la del empleo, es porque no todos pueden asalariarse. Sobre el caso peruano, dos economistas (Francisco Verdera 4 y Adolfo Figueroa 5 )

han trabajado sobre esta materia: el tema de la precariedad del mercado laboral no entendido como precarización de las condiciones laborales, sino precariedad en el sentido de que no ha llegado a ser un mercado de predominancia de asalariados, por decirlo de alguna manera.

En otras palabras, el capitalismo peruano (es decir, el capitalismo burocrático, nota nuestra)  no ha logrado extenderse plenamente y, por ello, las relaciones salariales –capital y trabajo– aún no llegan a involucrar a la mayoría de la PEA ocupada.

 Notas

4 Verdera, Francisco. El empleo en el Perú: un nuevo enfoque. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 1983. Ver al respecto: goo.gl/cDjiVO

5 Figueroa, Adolfo. La naturaleza del mercado laboral. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú - Departamento de Economía, 1983. Disponible en: goo.gl/i4Odsu"

De: La informalidad laboral: entre los conceptos y las políticas públicas, Julio Gamero R. En Perú Hoy,El Perú subterráneo-2013

 Otro estudio sobre las relaciones de producción en el campo dice:

“. Queda claro que tanto las actividades productivas como las no reproductivas pueden hacerse al mismo tiempo y que la pequeña agricultura consume y vende. ¿Hay forma de saber si la pequeña

agricultura, aquella donde es previsible encontrar mayor mano de obra infantil, se dedica más al autoconsumo o a la venta? De acuerdo a Fernando Eguren, la seguridad alimentaria del país depende de ella, nada menos. En efecto, el Censo Nacional Agropecuario del 2012 indica que los productos alimenticios se cultivan más en las unidades pequeñas, más probablemente operadas bajo la lógica de producción familiar. La pregunta evidente es: ¿cómo se llega a la situación en la que la seguridad alimentaria de un país se basa en una actividad esencialmente «informal» (en los términos en los que se ha definido hasta ahora)? ¿Qué explica este desdén estatal? La relación de los pequeños agricultores con el mercado es en buena cuenta azarosa, dependiente de condiciones de producción relativamente precarias. De esta pequeña agricultura nos interesa el carácter informal de los vínculos laborales que se establecen, en donde se permite que los niños y niñas trabajen en una amplia gama de actividades, y endonde quizá los más paradigmático y alarmante sea que el trabajo infantil es informal dentro de lo informal y subreportado dentro de lo subreportado".

De : Algunas notas sobre el trabajo infantil rural Werner Jungbluth M. En colección anteriormente citada.

Extraído del blog de los camaradas de la AND

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