Suecia: ¿Cómo deben trabajar los comunistas en el movimiento internacional de solidaridad?
Hur bör kommunisterna arbeta inom den internationella solidaritetsrörelsen?
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¡Proletarios de todos los países, uníos!
¿Cómo deben trabajar los comunistas en el movimiento internacional de solidaridad?
Desde
la heroico diluvio de Al-Aqsa, en los países imperialistas ha surgido
un amplio y poderoso movimiento de solidaridad en torno al pueblo
palestino y su movimiento armado de liberación nacional. Esto ha
generado la necesidad de que los comunistas en formación, es decir,
quienes trabajan para reconstituir los partidos comunistas, y todas las
fuerzas revolucionarias honestas elaboren una política al respecto. Los
revisionistas, anarquistas y otras fuerzas burguesas o bien condenan el
movimiento de solidaridad, adoptando en la práctica una postura sionista
e imperialista, o bien lo siguen, lo que en la práctica puede
manifestarse en una línea oportunista que busca obtener beneficios a
corto plazo a expensas de los objetivos a largo plazo, descuidando el
arduo y difícil trabajo comunista, lo que por extensión implica una
línea liquidacionista. Los marxistas, hoy marxistas-leninistas-maoístas,
comprenden que, independientemente de los cambios en la situación
internacional, la tarea principal sigue siendo reconstituir los partidos
comunistas en todo el mundo, y para ello se necesita un trabajo
político capaz de generar comunistas.
Durante estos dos años, se
han aprendido lecciones importantes tanto sobre la relación entre los
comunistas en formación y el movimiento antiimperialista espontáneo,
como sobre las limitaciones de este último. Ahora, tras la firma de los
“acuerdos de paz” y una vez que el entusiasmo dentro del movimiento de
solidaridad con Palestina en Europa se ha atenuado, es el momento
oportuno para evaluar la postura sobre este tema y contrastarla con la
de otros grupos en nuestro propio país. Esto con el fin de extraer
lecciones importantes y demostrar cómo todas las luchas deben servir al
mismo objetivo: la revolución proletaria mundial.
Los comunistas
tienen el deber proletario internacionalista de llevar a cabo acciones,
actividades, reuniones, etc., en apoyo de las guerras populares en curso
(guerras revolucionarias lideradas por los partidos comunistas) y los
movimientos revolucionarios en todo el mundo, así como del movimiento de
liberación nacional que constituye la base del movimiento comunista
internacional. Esto no significa, sin embargo, que deban ser los
comunistas en formación quienes realicen el trabajo principal. Estas
acciones, actividades o reuniones no deben operar dentro del marco legal
del Estado burgués. Esto sería una actividad completamente inútil, que
de ninguna manera contribuye a la reconstitución ni desafía al Estado
burgués.
Dentro del movimiento de solidaridad con Palestina,
debido a la falta de dirección política, existe una tendencia a
sobrevalorar la importancia de las manifestaciones masivas, que terminan
convirtiéndose en un lastre por el parlamentarismo, ya que los
oportunistas electoreros se contentan con apoyar verbalmente algunas
demandas irrealistas de las manifestaciones con tal de ganar unos pocos
votos. Vemos esto, por ejemplo, en la llamada “Izquierda del Futuro”,
que lidera una coalición de diversas organizaciones y partidos
revisionistas y reformistas unidos en la ambición de formar una alianza
electoral para las elecciones parlamentarias del próximo año, con el fin
de transformar la ira y la rabia de las masas en un lodazal
parlamentario. ¿Es esto lo mejor que dos años de movilización masiva en
torno a una guerra de liberación nacional en Suecia podrían haber
producido?
Por otro lado, existe una tendencia al activismo
dentro del movimiento de solidaridad con Palestina que se conforma con
acciones y actividades que, en la práctica, son completamente
permisibles dentr del oden vigente. Pero no basta con tener carteles
aburridos, colgar pancartas, pintar grafitis en túneles, participar en
manifestaciones legales o "dirigirlas", etc., que solo ofrecen palabras y
promesas vacías. Lo mismo ocurre con reducir el trabajo de solidaridad a
reuniones informales en un sótano sobre la resistencia palestina. Las
masas ya están hartas de eso por parte de los revisionistas.
Entonces,
¿por qué deberíamos hacer lo mismo y arrastrarlas a un lodazal de
legalismo y promesas vacías, como han hecho reformistas y revisionistas
durante décadas? La única forma real de apoyar al pueblo palestino es
asumir nuestro deber de hacer la revolución, es decir, la lucha armada, y
aplastar el imperialismo sueco, y para ello se necesita el partido
comunista.
Aquí, la violencia revolucionaria debe primar sobre el
legalismo que caracteriza a los revisionistas que parasitan el
movimiento de solidaridad con Palestina. ¿Por qué? Porque sirve a
nuestra tarea principal: la reconstitución o constitución de los
partidos comunistas. El partido debe militarizarse. Un partido cuya
tarea es librar una guerra revolucionaria contra el viejo Estado debe
ser capaz de dominar los asuntos y las acciones militares; por lo tanto,
esta labor debe llevarse a cabo incluso durante la reconstitución, no
puede relegarse a un segundo plano ni posponerse hasta que se den las
condiciones objetivas adecuadas. Esto se materializará, y de hecho se
materializa, en acciones modestas y de pequeña escala, como el sabotaje,
la agitación armada y la propaganda. Esto es positivo y marxista. Debe
evolucionar hacia acciones más amplias, complejas y de mayor impacto.
Algunos revisionistas se oponen a este hecho. Muchos objetan, pues,
porque les resulta más conveniente actuar como «grupos de apoyo» a la
lucha revolucionaria en el Tercer Mundo que seguir su ejemplo y aplicar
la violencia revolucionaria en nuestros países. Forjarse en la violencia
revolucionaria no es una desviación «ultraizquierdista», como suelen
insinuar los revisionistas. Se trata de comprender la construcción del
partido, de su reconstitución, de entender que ningún cambio real puede
darse sin violencia. Descuidar la necesidad de dominar la violencia
revolucionaria es, por otro lado, una capitulación total ante el
legalismo socialdemócrata que ha caracterizado al movimiento
revolucionario en nuestro país durante décadas, además de una excusa
para su propia autopreservación burguesa y una muestra de pura cobardía.
Los
comunistas en formación deben marcar una clara diferencia con los
revisionistas ineficaces de los países imperialistas, cuya única
estrategia es depender totalmente de los movimientos espontáneos. Todos
los revolucionarios genuinos comprenden que la tarea principal hoy es la
reconstitución o constitución de los partidos comunistas en todo el
mundo, porque sin un partido no tenemos nada. Pero la cuestión es: ¿por
qué esta es la tarea principal? Puede haber confusión.
No
exigimos un partido por el partido mismo; no se trata de una fórmula
vacía. El partido comunista es la vanguardia capaz de dirigir a cientos,
miles e incluso millones de masas combatientes en la lucha
revolucionaria y la guerra contra la vieja sociedad. Se trata de un
cuerpo de combatientes integrado por los mejores hijos e hijas de la
clase, capaces de implementar lo anterior, encarnando la ideología y la
política del partido. El partido es, por supuesto, también una máquina
de guerra, un aparato que sabe cómo librar esta guerra mediante acciones
y planes militares, y que está preparado y paciente para recibir
fuertes golpes de la reacción sin quebrarse, sino que, al igual que el
Partido Comunista del Perú, continúa perseverando, librando, dirigiendo y
desarrollando la guerra popular incluso en las situaciones y
circunstancias más difíciles. Concretamente, esto significa que nuestro
trabajo debe servir para generar el contingente de militantes que puedan
asumir estas tareas, que la ideología que estudiamos y aplicamos, la
política que producimos, se encarne en un grupo de individuos que serán
identificables como comunistas; estos constituirán el glorioso Partido
Comunista de Suecia e iniciarán la invencible guerra popular. ¡Tengamos
en cuenta que el Partido Comunista del Perú contaba con algunas decenas
de miembros al inicio de la guerra popular en 1980! No se trata, pues,
de una cuestión de cantidad, sino de calidad: de la determinación de los
comunistas, de la capacidad de, mediante una línea ideológico-política
correcta, elevar la lucha de las masas a niveles superiores, al nivel de
la guerra popular.
Debemos tener presente que la revolución en
Suecia forma parte de la revolución proletaria mundial, una guerra
global donde las fronteras nacionales representan distintos frentes.
Nuestra tarea como revolucionarios, comunistas en formación, es crear y
desarrollar varios frentes en esta guerra para debilitar el
imperialismo. Este es, de hecho, el único antiimperialismo genuino,
porque nos exige, tanto a nosotros en los países imperialistas como a
quienes viven en el Tercer Mundo, lo mismo: desarrollar la violencia
revolucionaria al servicio del inicio y desarrollo de la lucha armada.
Kontakta oss via Kommunisten@riseup.net!
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